Un hermoso y sereno filme
DIEGO GAL?N"La India te fuerza a enfrentarte cara a cara contigo mismo", dice la se?ora Moore, el personaje l¨²cido de Pasaje a la India, sin saber la exacta traducci¨®n que ello tendr¨¢ en la vida de su futura nuera, Adela Quested, cuya fascinaci¨®n por el pueblo hind¨² est¨¢ lejos de resolver su estrecha actitud sexual.
David Lean sigue la trayectoria de esa joven casadera que ans¨ªa el aplazado beso de su prometido, que sue?a con el erotismo de unas antiguas esculturas encontradas por azar, que queda turbada por el contacto fugaz del joven inocente m¨¦dico hind¨² que, entusiasmado, quiere sorprenderla para mejorar su condici¨®n de marginado.Trayectoria que no queda aislada del duro contraste entre la sociedad de los colonizadores brit¨¢nicos y la triste realidad de un pueblo que vive en la miseria, despreciado por sus importados due?os y con escasas posibilidades de independencia. En ¨¦l queda inmerso el conflicto ¨ªntimo de la represi¨®n sexual de Adela, exquisita y timorata, sensible y dubitativa, a la que no importa, por reacci¨®n, culpar de forzamiento al pobre m¨¦dico que s¨®lo quer¨ªa agradarla.
Un pasaje a la India
Gui¨®n, direcci¨®n y montaje: David Lean.Fotograf¨¬a: Ernest Day. M¨²sica: Maurice Jarre. Int¨¦rpretes: Judy Davis, Victor Banerjee, Peggy Ashcroft, James Fox, Alec Guinnes y Nigel Havers. Locales de estreno: Novedades, Palacio de la M¨²sica. Madrid.
Una an¨¦cdota reveladora de la mentalidad brit¨¢nica que se enriquece con una suerte de documental paralelo donde lo imprevisto, lo inescrutable de la India cobra un protagonismo evidente. El director David Lean contempla a sus lamentables brit¨¢nicos, encerrados en s¨ª mismos, soberbios e iracundos, enga?¨¢ndolos con un montaje de contrastes donde la elegante recepci¨®n del t¨¦ de media tarde, en la que ellos se sienten felizmente importantes, queda prolongada, a sus espaldas, con el detalle de un dormitorio p¨²blico donde los indios reposan hacinados o el chapoteo misterioso del r¨ªo donde quiz¨¢ un cad¨¢ver o un tibur¨®n circulan en la noche. Lo m¨¢gico, en este caso, no es s¨®lo lo que se desconoce, sino cuanto se quiere ignorar.
Colonialismo brit¨¢nico
La dureza con que Lean, inspir¨¢ndose en la novela de Foster, expone los datos del colonialismo brit¨¢nico, tiene tan pocos antecedentes en el cine que casi podr¨ªa hablarse de una nueva cara de la moneda, hasta ahora entrevista t¨ªmidamente. Basta recordar los t¨ªtulos cl¨¢sicos de los a?os treinta, ahora repuestos en televisi¨®n, para entender el avance hacia la verdad hist¨®rica que Lean ofrece en el filme.Es un filme delicado, sereno, de gran belleza visual. No un espect¨¢culo sensacionalista en el que se anteponga el dinamismo a la inteligencia. Lejos de la sensibler¨ªa de cart¨®n piedra de Gandhi, esta pel¨ªcula observa la India prerrevolucionaria con impronta po¨¦tica. Al margen de las referencias hist¨®ricas, Lean se adentra por el enfrentamiento de dos visiones de la vida. El civilizado brit¨¢nico, director de un instituto, Richard Fielding (James Fox), mantiene una imposible amistad con el m¨ªstico profesor Bodbole (Alec Guinnes; espl¨¦ndidos ambos actores). Su incomunicaci¨®n no nace, como la de los dem¨¢s personajes, de posturas intransigentes, sino de una diferencia cultural que estimula su curiosidad pero les desune en las decisiones cotidianas.
Incomunicaci¨®n cuyas consecuencias en la vida de la bienintencionada aspirante a boda, Adela Quested (contenida interpretaci¨®n de Judy Davis, mujer sin atractivos aparentes, valerosa inglesita dominada por los suyos), est¨¢ planteada por Lean comprometiendo al espectador. Cuanto sucede en el interior de esas misteriosas cuevas donde tuvo lugar la presunta violaci¨®n queda suprimido en las im¨¢genes que ofrece la pel¨ªcula. El espectador debe decidir lo que de verdad o imaginario hay en la acusaci¨®n de la colonizadora contra el joven viudo que comprorneti¨® sus insuficientes recursos para corresponder a sus amabilidades, ofreci¨¦ndole el viaje tur¨ªstico que exig¨ªa la joven.
Los espectadores m¨¢s perezosos exigir¨¢n, sin duda, que Pasaje a la India cuente hasta el m¨ªnimo detalle de la an¨¦cdota que ilustra. Sin embargo, con esa omisi¨®n provoca Lean una inquietud en el p¨²blico que obligatoriamente se decanta hacia una toma de postura.
Imposible no citar, adem¨¢s, la excelente interpretaci¨®n de Peggy Ashcroft en el papel de la se?ora Moore y de Victor Banerjee como el doctor Aziz, los protagonistas de un encuentro que desencadena la peque?a pero significativa tragedia.
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