Sanquis a 100.000 pesetas, con derecho a futuro piso
J. V. El Rancho del Cordob¨¦s tuvo 500 chabolas surgidas en los a?os del desarrollismo en torno a la principal zona de desguaces del sur de Madrid. A finales de los setenta, el Ministerio de la Vivienda las destruy¨® y entreg¨® pisos en las proximidades a la mayor¨ªa de sus habitantes. Para el resto instal¨® en el Rancho viviendas prefabricadas. La intenci¨®n era que los sanquis, inaugurados en 1981, tuvieran una corta existencia.
Cuatro a?os despu¨¦s, 120 de esas casitas, habitadas por una media de una decena de personas, tienen una vida que revienta por las cuatro paredes. Los sanquis albergan a una poblaci¨®n dedicada a la recogida de cart¨®n y chatarra, la venta ambulante, el tr¨¢fico de drogas y la delincuencia menor. Si se le dice a un taxista que te lleve al Rancho es probable que responda con un no rotundo. Si se le cuenta a un polic¨ªa o a un funcionario municipal que se ha estado varias horas all¨ª, mira con escepticismo.
Francisco Contreras, concejal del distrito de Villaverde, ha llegado a la ¨²nica conclusi¨®n posible: el Rancho, que en el Plan General de Urbanismo de Madrid est¨¢ previsto que sea lugar de paso del cuarto cintur¨®n de circunvalaci¨®n, seguir¨¢ habitado mientras haya un techo bajo el cual pueda albergarse una familia lumpen, enteramente marginal.
Gitanos portugueses, por ejemplo. Como los 20 miembros de la familia de Carlos Maya, lisboetas llegados hace poco a Madrid. Los Maya ocupan un yanqui, y como no caben dentro, la mayor parte del tiempo est¨¢n en la calle, al calor de un brasero. Carlos Maya dice que le da miedo vivir en el Rancho, que hay all¨ª "muchos ladrones, muchos coches robados".
Y si se le pregunta c¨®mo es que han ido a vivir a lugar tan inh¨®spito, Carlos Maya contesta que "en Portugal la vida est¨¢ m¨¢s barata, pero resulta m¨¢s dificil ganar dinero". Esta familia portuguesa ilustra a la perfecci¨®n lo que est¨¢ ocurriendo con las casitas prefabricadas del Rancho del Cordob¨¦s. Los Maya compraron el sanqui por 100.000 pesetas. El que se lo vendi¨® les dijo que ocupar una de esas viviendas era el mejor modo de tener derecho a un piso. As¨ª que estos cal¨¦s lisboetas est¨¢n convencidos de que un d¨ªa vendr¨¢ un representante de la autoridad espa?ola y les dir¨¢: "Aqu¨ª tienen las llaves de su nueva casa".
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