La derecha salvadore?a intenta recuperar la hegemon¨ªa perdida tras el golpe de 1979
La derecha salvadore?a tiene en las elecciones del pr¨®ximo domingo, en las que se van a adjudicar 60 esca?os de la Asamblea y 262 alcald¨ªas, la oportunidad de recuperar la hegemon¨ªa perdida tras el golpe militar de 1979. La presentaci¨®n de listas comunes por parte de la ultraderechista Alianza Republicana Nacional (Arena) y el Partido de Conciliaci¨®n Nacional (PCN) les asegura una c¨®moda mayor¨ªa parlamentaria, pero no parece que esta coalici¨®n pueda sobrevivir m¨¢s all¨¢ de la votaci¨®n misma.
San Salvador Al ex mayor Roberto D'Abuisson le gustar¨ªa encabezar desde el Parlamento una guerra abierta contra el presidente Jos¨¦ Napole¨®n Duarte, condenado a gobernar en minor¨ªa. De ah¨ª que en sus alocuciones insista en la continuidad de la alianza, que ha elaborado un programa de acci¨®n legislativa.Los dirigentes del PCN se muestran menos entusiasmados con este matrimonio de conveniencia, que les asegura algunos esca?os suplementarios pero con el riesgo de perder su fisonom¨ªa moderada y terminar envueltos en el radicalismo de Arena, a menos que un r¨¢pido divorcio ponga fin a la uni¨®n.
Hugo Carrillo ha asegurado que se trata de una coalici¨®n t¨¢ctica, con miras exclusivamente electorales, sin que suponga ning¨²n pacto pol¨ªtico. De hecho, cada partido tendr¨¢, su propio grupo parlamentario y es probable que el PCN termine ali¨¢ndose en cada caso, seg¨²n le convenga, con Arena o con los democristianos. Lo mismo que hizo en la Asamblea constituyente con excelentes resultados.
Esto quiere decir que m¨¢s all¨¢ de la ef¨ªmera coalici¨®n derechista el Parlamento tendr¨¢ una formaci¨®n similar al anterior: la Democracia Cristiana tendr¨¢ el grupo parlamentario m¨¢s numeroso, aunque sin lograr la mayor¨ªa, y la derecha seguir¨¢ dividida, aunque sus pactos eventuales le pueden permitir detener alguna que otra iniciativa presidencial y en ocasiones obstruir abiertamente alg¨²n proyecto reformista de Duarte.
Los norte americanos, que junto con los militares son las dos instancias ¨²ltimas de poder, contemplan con agrado esta situaci¨®n. Por un lado no quieren que Duarte consiga el dominio del Congreso, porque esto supondr¨ªa una excesiva acumulaci¨®n de poder y tal vez una ruptura todav¨ªa mayor entre el centro y la extrema derecha.
Washington tampoco quiere que la coalici¨®n de derecha perdure despu¨¦s de las elecciones, ya que esto abrir¨ªa una crisis institucional m¨¢s grave que la originada a fines del a?o pasado por el veto parcial del presidente a la ley Electoral. D'Abuisson podr¨ªa sentirse tentado de jugar a la guerra con Duarte, juego altamente peligroso.
Desde el punto de vista estadounidense el objetivo es que nada cambie en estas elecciones, y todo parece indicar que as¨ª va a ocurrir. Los propios democristianos asumen en privado que no tienen posibilidades de lograr la mayor¨ªa parlamentaria, que fue la gran ambici¨®n de Duarte desde su investidura.
La repetici¨®n del mismo esquema parlamentario significa, entre otras cosas, que las m¨¢s altas instancias judiciales seguir¨¢n en manos de la coalici¨®n conservadora, que coloc¨® a un hombre del PCN en la presidencia del Tribunal Supremo y a uno de Arena en la fiscal¨ªa general. Es l¨®gico que la investigaci¨®n de cr¨ªmenes pol¨ªticos no haya avanzado un solo paso.
Nada de esto va a cambiar despu¨¦s del domingo. Esta convicci¨®n de inutilidad de las elecciones ha originado una apat¨ªa a lo largo de la campa?a electoral, que se clausur¨® ayer.
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