Una gran maquinaria burocr¨¢tica dispersa y a veces paralizada

La CEE, en su funcionamiento interno, es como un motor con dos pistones, tres carburantes, medio ¨¢rbol de levas, tres correas de transmisi¨®n y un carburante cuya f¨®rmula sigue siendo un secreto Petardea, avanza a tirones, aunque a menudo los grandes avances no se produzcan hasta altas horas de la madrugada, despu¨¦s de debates agotadores en los que las intervenciones de los expertos de cada pa¨ªs complican convenientemente las discusiones. Aunque, afortunadamente, cuando llegan a la cumbre, los problemas se solucionan con la f¨®rmula m¨¢s sencilla.Esto ocurri¨® con el cheque al Reino Unido. Durante meses se manejaron f¨®rmulas harto complicadas para, al final, llegar a un compromiso bien simple: la devoluci¨®n a las arcas brit¨¢nicas de las dos terceras partes de la diferencia entre lo que paga y lo que recibe de la CEE.
La Comisi¨®n Europea propone, el Consejo de Ministros de la CEE dispone, y el Parlamento Europeo pone su grano de arena para paralizar la gran maquinaria de la Comunidad. Una Comunidad que no tiene a¨²n una sede oficial. Las instituciones est¨¢n en diversas ciudades -Bruselas, Luxemburgo, Estrasburgo-, pero por la fuerza de los hechos, no porque haya mediado una decisi¨®n.
Extra?a duplicidad
Si hay reuniones en Luxemburgo, para all¨¢ van camiones con archivos de Bruselas y de Estrasburgo, que a los pocos d¨ªas retornan con las mismas cajas a su punto de origen. El Parlamento Europeo es el ejemplo m¨¢s delirante. Las sesiones plenarias se celebran en Estrasburgo (con un excelente restaurante subvencionado por el Ayuntamiento), pero la secretar¨ªa est¨¢ en Luxemburgo.
A nivel interno, las peleas han sido numerosas. En 1979, el Reino Unido parec¨ªa que iba a retirarse de la CEE. Luego se produce un bloqueo por parte de Grecia, una nueva amenaza ateniense de abandonar la Comunidad. Por su parte, Francia exige y, si no obtiene satisfacci¨®n, quiere romper la baraja. Pero, evidentemente, a la hora de la verdad nadie se marcha y nadie rompe las filas. Cuando todos se pelean con tanto af¨¢n por algo, es que ese algo es importante.
"Luz y taqu¨ªgrafos", se dec¨ªa antes. "Fotocopiadoras y telecopiadoras para la transmisi¨®n de documentos", se dice ahora. Sin ellas, la CEE quedar¨ªa paralizada, como no funcionar¨ªa sin los int¨¦rpretes y los traductores, a pesar de que Francia ha conseguido un indudable ¨¦xito (seguramente porque el Reino Unido no ingres¨® a tiempo) al consagrar el franc¨¦s como lengua de trabajo.
Todo el funcionamiento gira en torno a la gran hermana, que es la Comisi¨®n Europea, y el gran hermano, que es el Consejo de Ministros, que evidencian constantes recelos mutuos. Es un juego de presiones, resistencias y dif¨ªciles decisiones. La Comisi¨®n saca su fuerza no s¨®lo de su car¨¢cter de ¨®rgano ejecutivo de la CEE, sino tambi¨¦n de su gran burocracia, pues es la que posee los expertos en todo g¨¦nero de detalles. Deber¨ªa ser un ¨®rgano aut¨¦nticamente supranacional, pero a menudo, en su seno, los comisarios defienden los intereses de los pa¨ªses que les han nombrado. Y alrededor de todo esto est¨¢ la Prensa, las filtraciones, el juego de las declaraciones. El famoso enfrentamiento entre Margaret Thatcher y Fran?ois Mitterrand en la cumbre de Atenas de 1983 empez¨® antes entre sus respectivos portavoces que en la sala de reuniones.
Interpretaciones diferentes
A menudo, se tiene la impresi¨®n, a juzgar por lo que puede leerse en los peri¨®dicos europeos, que los representantes de la prensa, seg¨²n su nacionalidad, han asistido a reuniones diferentes dentro de la Comunidad. Hay que tener en cuenta, de cualquier forma, que la propia complejidad de los temas obliga a estar encima de todas las cuestiones, dada la tendencia a negociar en paquete cosas que a menudo no est¨¢n relacionadas entre ellas.
Pero poco a poco -y sobre todo si se mira lo que hab¨ªa en 1944 o 1945- Europa sale, a golpes de illogismo, del estado natural, como hubiese dicho Thomas Hobbes. Este es un gran leviat¨¢n, ¨²nico en su g¨¦nero.
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