El descubrimiento de Europa
Cuando se habla del saldo neto que debe generar para Espa?a su entrada en la CEE se olvidan las transformaciones ya inducidas en el seno de la sociedad espa?ola por la propia din¨¢mica de las agitadas negociaciones. Y no se valoran correctamente las ventajas a largo plazo que van m¨¢s all¨¢ de los intereses inmediatos en materia industrial o agr¨ªcola.Al concluir las negociaciones, el Gobierno espa?ol tiene de Europa una visi¨®n mucho m¨¢s rica y sofisticada que el simplista bagaje pol¨ªtico con que abord¨® las negociaciones en febrero de 1979. En esta media docena de a?os transcurridos, los distintos estamentos de la sociedad espa?ola han profundizado en el conocimiento de las instituciones, mercados, productos y talantes comunitarios. En el desconocimiento previo se fundamentaban muchos recelos inmovilizadores que era preciso- disipar. La CEOE -por citar un caso significativo- ha sabido sustituir su antagonismo inicial y una cierta querencia a marcar a los negociadores oficiales, por una campa?a de concienciaci¨®n y adecuaci¨®n de sus afiliados al futuro comunitario, m¨¢s en consonancia con su papel modernizador.
Las exigencias del proceso negociador han inducido -sobre todo a partir de la llegada al Gobierno del partido socialista- al saneamiento necesario de las relaciones bilaterales con Francia, reclamado in¨²tilmente durante a?os por sectores minoritarios de la opini¨®n p¨²blica espa?ola.
Trascendencia hist¨®rica
Por ¨²ltimo, a lo largo de estos a?os de negociaciones, la sociedad espa?ola ha aceptado las vinculaciones ¨ªntimas que exist¨ªan entre el proceso de apertura al exterior y la necesidad de proceder a profundas reformas de las estructuras de nuestro aparato productivo. Basta repasar las actas de las sesiones negociadoras desde 1979 para constatar c¨®mo los alegatos de tipo hist¨®rico y pol¨ªtico ced¨ªan gradualmente su sitio a los nuevos compromisos de reconversi¨®n industrial, reforma fiscal o racionalizaci¨®n pesquera.
Al sopesar las ventajas e inconvenientes de la entrada de Espa?a en el Mercado Com¨²n rara vez se otea m¨¢s all¨¢ de los escenarios estrictamente tarifarios o fiscales. Y, no obstante, la trascendencia hist¨®rica del ingreso vendr¨¢ justificada por consideraciones bien distintas.
La incorporaci¨®n de Espa?a abre la posibilidad real de incidir en el perfil futuro de la organizaci¨®n europea en proporci¨®n exacta a su peso espec¨ªfico en t¨¦rminos econ¨®micos y sociales. Hoy por hoy, los comunitarios desconocen los futuros planteamientos de su nuevo socio en torno a los ritmos de integraci¨®n monetaria, reforma de las instituciones de la Comunidad, proyectos de uni¨®n pol¨ªtica, relaciones econ¨®micas con bloques y pa¨ªses terceros, pero son conscientes de que ya nada podr¨¢ esbozarse sin Espa?a.
Entrando en la Comunidad no s¨®lo se entra en el Mercado Com¨²n europeo, sino que los empresarios espa?oles podr¨¢n acceder m¨¢s f¨¢cilmente a escenarios ya familiares para los comunitarios: zona del Pac¨ªfico o pa¨ªses del Tercer Mundo, con los que la Comunidad trab¨® relaciones espec¨ªficas.
A, trav¨¦s de programas como FAST (Forecasting and Assessement in Science and Techriology) y ESPRIT, los cient¨ªficos espa?oles podr¨¢n participar por primera vez en los proyectos tecnol¨®gicos en curso a escala. europea -la ¨²nica escala rentable para este tipo de investigaciones- para anticipar las l¨ªneas futuras de desarrollo en inform¨¢tica, biosociedad y cambios en los procesos de producci¨®n.
El esfuerzo aislado e individual en estos campos habr¨ªa abocado inevitablemente a un escenario de analfabetismo inform¨¢tico de los m¨¢s y al control sistem¨¢tico por unos pocos vinculados a las nuevas y for¨¢neas tecnolog¨ªas. La participaci¨®n en el esfuerzo colectivo del primer grupo econ¨®mico a escala mundial mantiene abierta, en cambio, la alternativa de profundizar en una democracia realmente participativa.
Por ¨²ltimo, el an¨¢lisis racional del futuro se ha convertido hoy en el privilegio de los grandes pa¨ªses o colectivos de pa¨ªses dotados de los ingentes recursos que son necesarios para la instalaci¨®n de las infraestructuras requeridas por las nuevas tecnolog¨ªas. Inevitablemente, un porcentaje considerable de la actividad social bascula hacia el futuro y el largo plazo. Pocos discutir¨¢n que un pa¨ªs como Espa?a se beneficiar¨¢ inmediata y significativamente centrando algo menos su atenci¨®n y recursos en el corto plazo y acostumbr¨¢ndose a insertar sus pol¨ªticas en escenarios que superen con creces los fr¨¢giles marcos de una sola legislatura en el mejor de los casos.
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