Una mala experiencia tur¨ªstica
En el mes de septiembre de 1984, mientras viajaba con un amigo por el sur de Espa?a, el coche que hab¨ªamos alquilado en Madrid fue retirado por la polic¨ªa de Algeciras porque, sin saberlo, hab¨ªamos aparcado en una zona prohibida. Hab¨ªa varios coches estacionados en esta zona y no vimos raz¨®n alguna para no aparcar all¨ª mientras com¨ªamos en un restaurante cercano. Es posible que hubiera alguna se?al internacional de prohibido aparcar, pero, sinceramente, no recuerdo haberla visto. Hab¨ªa, eso s¨ª, un peque?o letrero que no pudimos entender, pero, dado el n¨²mero de coches all¨ª estacionados, pensamos que pod¨ªamos ignorarlo.Est¨¢bamos esperando un transbordador a T¨¢nger, para el que ya hab¨ªamos comprado los billetes, por importe de m¨¢s de 10.000 pesetas (incluido el transporte del coche). Al descubrir que el coche no estaba donde lo hab¨ªamos dejado nos dirigimos a la comisar¨ªa de polic¨ªa, donde nos informaron de la infracci¨®n y de que nos hab¨ªan puesto una multa de 4.200 pesetas.
Le expliqu¨¦ a uno de los agentes que s¨®lo ten¨ªamos 2.500 pesetas en moneda espa?ola, ya que hab¨ªamos cambiado casi todo el dinero a moneda marroqu¨ª, y le inform¨¦ de que en poco tiempo ten¨ªamos que embarcar para Marruecos. Cuando nos dijo que no pod¨ªa hacer nada ped¨ª hablar con su superior, que, seg¨²n el. agente, hablaba franc¨¦s. Despu¨¦s de explicarle nuestra situaci¨®n (en franc¨¦s) y de pedir un cierto grado de clemencia en la cuesti¨®n de la multa (nos
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ofrecimos a pagar las 2.500 pesetas que ten¨ªamos) le pregunt¨¦ si me hab¨ªa entendido. Con muy poca educaci¨®n contest¨® que no. Con una total falta de cortes¨ªa le dijo al agente que no podr¨ªamos reclamar el coche hasta que no hubi¨¦ramos pagado la multa. Tuvimos entonces que llamar un taxi a toda prisa, volver al centro de la ciudad y cambiar alg¨²n dinero para poder pagarla.
Este incidente es un desafortunado ejemplo de una gran falta de tacto por parte de un individuo que en casos como ¨¦ste deber¨ªa haber sido m¨¢s comprensivo con la situaci¨®n de dos turistas inofensivos. Me march¨¦ de la comisar¨ªa dici¨¦ndole al agente que preguntara a su superior si cre¨ªa que volver¨ªa a Canad¨¢ y animar¨ªa a mis amigos y parientes a que visitaran Espa?a despu¨¦s de una experiencia tan desagradable y, simplemente, tan innecesaria. Su pa¨ªs merece algo m¨¢s que tener individuos como ¨¦ste tratando con el p¨²blico, particularmente cuando muchos de ellos son turistas.- .
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