La alternativa progresista / y 3
En el tercero y ¨²ltimo de los art¨ªculos de esta serie, despu¨¦s de haberse valorado el pasado m¨¢s reciente y la realidad actual, se opta por un dise?o de futuro que, dentro de unas coordenadas progresistas, supondr¨ªa un modelo de desarrollo participativo, no productivista y de combinaci¨®n flexible de mercado y planificaci¨®n; todo ello, en una perspectiva internacional de neutralidad para Espa?a.
Las dos ideas b¨¢sicas que deben prevalecer en una alternativa progresista para el futuro ya est¨¢n inscritas en el pre¨¢mbulo de nuestra Constituci¨®n de 1978: la democracia avanzada y la convivencia pac¨ªfica de Espa?a con todos los pueblos de la Tierra.La idea de democracia avanzada, con sus propuestas de participaci¨®n permanente, revigoriza los sentimientos de libertad y justicia y sirve de base para nuevas formas de organizaci¨®n pol¨ªtica, de din¨¢micas electorales que potencien la proporcionalidad en circunscripciones lo suficientemente amplias para que, efectivamente, haya una representaci¨®n de todos. Adem¨¢s, hace posible el funcionamiento de los partidos pol¨ªticos de modo no oligarquizado, a base de impulsar la activa presencia ciudadana en los distintos niveles: municipal, comarcal, regional y nacional. Lo mejor no es el bipartidismo, porque el contar en el escenario pol¨ªtico con dos ¨²nicas fuerzas (que hipot¨¦ticamente tuvieran el 55% y el 45% del voto), lejos de enriquecer, empobrecer¨ªa las opciones y acabar¨ªa por derechizar a toda la pol¨ªtica.
En esa misma l¨ªnea, la Administraci¨®n del Estado, a todos sus niveles, deber¨ªa ser objeto de una profunda reorganizaci¨®n desburocratizadora, especialmente en lo relativo a la justicia y a las fuerzas de seguridad. La justicia, no obstante las pretendidas reformas, sigue siendo, para la inmensa mayor¨ªa, una especie de monstruo al que es peligroso acercarse, y las fuerzas de seguridad a¨²n lo son del Estado y no de los ciudadanos. Espa?a es uno de los pa¨ªses con m¨¢s leyes, y m¨¢s incumplidas, y con m¨¢s diversas y abundantes polic¨ªas y con m¨¢s delincuencia.
La idea viva del federalismo
Por otra parte, la idea del Estado de las autonom¨ªas como sistema de concesiones debe ser sustituida por la de un sistema federal, en el que los distintos niveles se interrelacionen mediante verdaderos pactos (foedera). Las comunidades aut¨®nomas no pueden ser simplemente un estrato administrativo m¨¢s entre la esfera central y las provincias y los municipios, con todo lo que de duplicaciones y derroche comporta esa concepci¨®n. Por el contrario, han de ser instancias para transmitir a todo el tejido social las decisiones del poder pol¨ªtico en lo que no sea el nivel global (asuntos exteriores, defensa, comercio internacional, moneda, planificaci¨®n general, etc¨¦tera).
Por lo dem¨¢s, federalizar es algo que podr¨ªa hacerse sin tocar la Constituci¨®n, desarroll¨¢ndola. Por no poner sino dos ejemplos, podr¨ªa llegarse a un pacto de legislatura para que el Senado adquiriera la iniciativa en una serie de dispositivos legislativos y de control del Gobierno en temas territoriales, financiaci¨®n, cultura, etc¨¦tera. Y habr¨ªa que desarrollar el art¨ªculo 131.2 de la Constituci¨®n para contar, desde un principio, con un aut¨¦ntico ¨®rgano federal -deliberante y de propuesta- para lo econ¨®mico y social.
El escenario externo
En cuanto a la pol¨ªtica exterior, Espa?a deber¨ªa situarse en favor de todo lo que sea distensi¨®n, desarme, paz y solidaridad y respeto de la libertad de los pueblos, para que no sean violados los derechos humanos y se impongan o perpet¨²en las tiran¨ªas. Y a este respecto est¨¢ bien claro que, insertos como nos hallamos en un bloque y en una carrera armamentista, casi todo lo que se diga sobre distensi¨®n, desarme y paz, hoy por hoy, no pasa de ser mera fraseolog¨ªa. Y en cuanto a soldiaridad, estando Espa?a en el nivel m¨¢s bajo de ayuda al Tercer Mundo de todo Occidente, cualquiera de las observaciones ensalzadoras que a veces se escuchan sobre nuestra generosidad es algo que suscita un cierto sarcasmo.
Por otro lado, Espa?a habr¨ªa de impulsar el compromiso solidario con Latinoam¨¦rica y Portugal, m¨¢s all¨¢ de tantos prop¨®sitos enunciados y siempre incumplidos por las inercias del dependentismo espa?ol respecto de EE UU y la OTAN. Con Portugal, por mucho que se diga, no acabamos de entendernos, y asumimos respecto de los portugueses posturas de an¨¢loga prepotencia a las que ciertos pa¨ªses de la CEE observan frente a nosotros. Y en cuanto a Latinoam¨¦rica, aparte de haberse sustituido las "celebraciones hisp¨¢nicas" por las "visitas para tomas de posesi¨®n", poco es lo que ha cambiado.
En lo relativo al Mercado Com¨²n, no cabe aceptar la idea de que Europa se acaba en las comundiades europeas. Como tampoco puede aceptarse el m¨¦todo de negociaci¨®n seguido por el PSOE y el Gobierno, de buscar, por encima de todo, una fecha fija para ingresar el 1 de enero de 1986. Lo que con ello se busca es el "gran triunfo" para las elecciones generales y para hacer pasar el "amargo trago" -con refer¨¦ndum o m¨¢s bien sin ¨¦l- de la aspiraci¨®n de Espa?a para permanecer en la OTAN.
Europa y neutralidad
No es posible admitir que el futuro tratado de adhesi¨®n con la CEE pueda ser aprobado sin m¨¢s con todo su repertorio de frenos al potencial econ¨®mico de Espa?a. La alternativa ante esa situaci¨®n es seguir negociando sin plazo fijo hasta obtener un trato verdaderamente equitativo que no signifique la discriminaci¨®n contra Espa?a en tantos aspectos, que sit¨²an a nuestro pa¨ªs en una posici¨®n de "adhesi¨®n de segunda clase". Una postura as¨ª no crear¨ªa ning¨²n drama, incluso aunque para una m¨¢s o menos larga transici¨®n hubi¨¦ramos de renegociar el acuerdo preferencial de 1970.
Y en todo caso, ser¨¢ necesario -como lo hicieron el Reino Unido, Irlanda, Dinamarca y Noruega- la celebraci¨®n de un refer¨¦ndum para que el pueblo espa?ol se pronuncie sobre su adhesi¨®n a las comunidades europeas.
Correspondiendo a lo que es la opini¨®n p¨²blica mayoritaria, seg¨²n todos los sondeos, el eje de la pol¨ªtica exterior espa?ola debe ser la idea de neutralidad, de apartamiento de los, bloques militares y de rescatar el secuestro que Franco hizo de la neutralidad espa?ola al ceder cuatro (Sibraltares m¨¢s a Estados Unidos, Y est¨¢ claro que la senda de la neutralidad pasa por el refer¨¦ndum sobre la OTAN para salirnos de la organizaci¨®n, a fin de seguir despu¨¦s con la salida de la presencia militar norteamericana de las bases que controlan el suelo ib¨¦rico.
Y el planteamiento de la neutralidad hace l¨®gicamente necesario el desarrollo de un nuevo modelo alternativo de defensa, con una profunda reforma del dispositivo militar, que, sint¨¦ticamente, podr¨ªa consistir en el desarrollo de unas Fuerzas Armadas para, en caso de ataque, hacer la invasi¨®n del territorio propio dif¨ªcil y la ocupaci¨®n compleja y de consecuencias tan altamente costosas que a la postre ¨¦sa fuera nuestra verdadera fuerza disuasoria, en vez de inventarnos lejanos amigos y enemigos y entrar en un armamentismo tan costoso como in¨²til.
Una reconversi¨®n distinta
Mercado en combinaci¨®n flexible con planificaci¨®n y modernizaci¨®n de la empresa son, sin duda, los dos pilares en los que debe asentarse una verdadera reconversi¨®n. Porque reconvertir como se est¨¢ haciendo ahora, sin saber d¨®nde se va a crear empleo alternativo y c¨®mo, equivale a generar paro, desindustrializar y desnacionalizar m¨¢s y m¨¢s el sistema productivo de bienes y sevicios. Hasta convertir al Gobierno de la naci¨®n -con el juego paralelo del dependentismo pol¨ªtico- en algo que cada vez se aproxime m¨¢s a un mero remedo de soberan¨ªa.
En definitiva, lo que en esta serie de tres art¨ªculos hemos querido poner de relieve es que el pasado reciente de las fuerzas pol¨ªticas muestra su escasa apreciaci¨®n de las nuevas necesidades de acci¨®n; que la realidad presente evidencia una derechizaci¨®n cada vez m¨¢s aguda de la c¨²spide del PSOE y de su Gobierno, lo cual bloquea nuestro futuro, y porque por ello mismo el futuro posible ha de plantearse sobre la base de una alternativa progresista que permita recuperar la esperanza.
La resignaci¨®n es la peor actitud; el dependentismo, la m¨¢s penosa y costosa realidad, y s¨®lo una alternativa progresista -pacifista, ecologista, no dogm¨¢tica, ¨¦tica, radical, eficaz y solidaria- puede hacernos salir del inhibicionismo a que nos intentan llevar quienes en 1982 prometieron el cambio para, en reafidad, bloquear el progreso social. La decisi¨®n final la tienen los ciudadanos, y no en en fecha tan distante.
Con
firman esta serie de art¨ªculos economista, y soci¨®logo; los tres son miembros del nuevo partido pol¨ªtico Federaci¨®n Progresista.
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