El ritual
Esto es otra cosa. Hora y media antes de comenzar el partido ya estaba lleno el campo Giuseppe Meazza, antiguo San Siro. Decir que en las gradas hab¨ªa cientos de banderas quiz¨¢ sea poco. Algunas, adem¨¢s, val¨ªan por cien. Y s¨®lo fue el principio. Los colores azul y negro del Inter llegaron a tapar a los 85.000 espectadores. Siena, a lo grande, gracias a la publicidad.La inflaci¨®n de tela, en realidad, est¨¢ m¨¢s que justificada. Una bandera de cien metros de largo por 20 de ancho, desplegada por el propio p¨²blico, es un buen anuncio publicitario si a la frase de apoyo al Inter -forza, ragazzi- se une el nombre de la marca de bolsos y maletas o de productos alimenticios.
Despu¨¦s vino el apartado de mal gusto. Resulta dif¨ªcil adivinar qu¨¦ se le habr¨ªa ocurrido al relaciones p¨²blicas del Inter si el rival hubiera sido el Videoton, h¨²ngaro, o el Zeljeznicar, yugoslavo. Hacer un gulash o un ataque de partisanos hubiese sido complicado. Pero, trat¨¢ndose de un rival espa?ol, el asunto estaba claro. A falta de flamenco, era m¨¢s f¨¢cil sacar a un jovencito rubio con el n¨²mero 11 -el de Rummenigge- en la camiseta azul y negra para dar pases con una bandera de la RFA como muleta a un toro, tipo drag¨®n chino con patas humanas. Hubo muerte y vuelta al ruedo. Bastante rid¨ªculo.
Pero no tuvo excesivo ¨¦xito. Alg¨²n ol¨¦ y nada m¨¢s. Los tifosi interistas, los m¨¢s violentos de Italia, esperaban mejores ocasiones. Antes y durante el encuentro. Entonces llegaron las broncas al Madrid, las bufandas estiradas, las bengalas, el humo, los miles de papelitos y el lanzamiento de toda clase de objetos, que explican los precios m¨¢s baratos de las localidades m¨¢s bajas. Aparte de ver peor, necesitar¨ªan un seguro contra proyectiles.
La ¨²ltima pancarta era con letras amarillas en fondo negro: Inter vinci per noi El circo milano estaba dispuesto. Lo que sucedi¨® despu¨¦s en el c¨¦sped fue s¨®lo la justificaci¨®n para todo este ritual.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.