"Uno de los raros J¨®venes"

En un bello texto, emocionado y punzante, te?ido por esa personal iluminaci¨®n po¨¦tica que caracteriz¨® a sus escritos, el escultor Jean Arp defini¨® a Eusebio Sempere como "uno de los raros j¨®venes que han conseguido escapar del magn¨ªfico diluvio de manchas". Esa afirmaci¨®n, nacida del contexto de la amistad y la huella dejada por un temprano y a¨²n entonces poco compartido inter¨¦s por el trabajo creativo del gran artista valenciano, nos brinda la oportunidad de situar el sentido de una figura como la de Sempere en el sinuoso panorama del renacer de la vanguardia pl¨¢stica espa?ola en nuestra posguerra. Atra¨ªdo por ese im¨¢n creativo que fue Par¨ªs, adonde se traslada ya en los ¨²ltimos cuarenta, Eusebio Sempere ser¨ªa uno de los pioneros entre aquellos j¨®venes pintores espa?oles que reaprendieron el camino de la vanguardia a trav¨¦s de la abstracci¨®n. En su caso, los primeros pasos en este sentido tendr¨ªan lugar en 1949, y ese nuevo horizonte se abr¨ªa ante un Sempere cuyo descubrimiento efectivo de la modernidad acababa de definirse hasta entonces por una estrecha fascinaci¨®n matissiana, lecci¨®n abierta a una concepci¨®n sensual del color que, en definitiva, puede reconocerse como una huella intermitente en la evoluci¨®n de nuestro pintor.

Singular

Sin embargo, lo que convertir¨ªa a Sempere en una figura singular y pionera respecto al panorama pl¨¢stico espa?ol, en uno de esos "raros j¨®venes" de la afirmaci¨®n de Arp, no se dar¨¢ sino con el giro que experimenta su obra hacia 1953, al alinearse con aquellas corrientes que planteaban sus investigaciones en la tradici¨®n desarrollada por la memoria del constructivismo como franca reacci¨®n frente al imperativo emocional que representaban entonces las pujantes abstracciones de expresi¨®n gestual, reacci¨®n que, en el contexto de las vanguardias del momento, quedaba representada por las opciones neoconcretas, ¨®pticas y cin¨¦ticas. En un caso como el de la vanguardia pl¨¢stica espa?ola, que en 1953 apenas estaba gestando a¨²n la que ser¨ªa la gran eclosi¨®n de la generaci¨®n informalista (la plenitud que supuso El Paso no se dar¨¢, sabemos, hasta el 57), una toma de posici¨®n como la de Sempere -en ondas semejantes a las de un Oteiza o un Palazuelo-, adelantaba entre nosotros un debate que era ya candente en el contexto internacional pero que a¨²n tardar¨ªa en llegar a nuestras orillas.

De ah¨ª, pues, que en su participaci¨®n en esa aventura posterior que fue Parpall¨®, su presencia tuviera ya el valor de la de un maestro.

Artista animado por una sensibilidad m¨¢s compleja y plural de lo que a menudo pudiera aflorar a la superficie, la trayectoria creativa de Eusebio Sempere nos ha dejado una realidad que contiene moradas que van m¨¢s lejos que la estricta contraposici¨®n entre construcci¨®n anal¨ªtica e impulsos inconscientes o que una reflexi¨®n acerca de los condicionantes ¨®pticos de la construcci¨®n. La torsi¨®n vertebral del barroco o el ciclo cambiante que las horas o las estaciones imponen en la atm¨®sfera de un paisaje ocuparon tambi¨¦n su lugar mental en una obra en la que la meticulosidad geom¨¦trica estuvo progresivamente tentada por la l¨ªrica y la espiritualidad. Al fin y al cabo, su objetivo final estuvo siempre orientado, como tambi¨¦n supo intuir Arp, hacia pintar "las intenciones m¨¢s ¨ªntimas del aire".