El d¨ªa en que los 'jemeres rojos' conquistaron Camboya
La bandera blanca se iza en el m¨¢stil de la base naval de Chrui Bainvar, situada al norte de Phnom Penh, en la confluencia del r¨ªo Mekong y el Tonle Sap. Poco despu¨¦s, los primeros jemeres rojos entran en la capital camboyana. En las calles, los guerrilleros infiltrados varios d¨ªas antes desarman sin encontrar resistencia a los soldados del derrotado r¨¦gimen pronorteamericano. Las tripulaciones de las unidades blindadas que montan guardia ante los edificios p¨²blicos se suman alegremente a los rebeldes, a los libertadores, que son recibidos por el pueblo con flores de almendro.Ser¨¢ muy breve la confraternizaci¨®n iniciada entre un pueblo formado por ciudadanos de la capital y refugiados, cansados todos de cinco largos a?os de guerra, y una horda de campesinos de aire embrutecido, piel renegrida y cargados de armas chinas.
El entusiasmo ser¨¢ breve. La fiesta popular concluye al mediod¨ªa de la misma jornada y por las calles de la capital s¨®lo circulan los peque?os hombres de piel negra, armados hasta los dientes. Pocas horas despu¨¦s, la radio anuncia las primeras medidas del nuevo r¨¦gimen. Las comunicaciones telegr¨¢ficas y telef¨®nicas quedan cortadas y desde la emisora se conmina a los miembros del Gobierno para que se entreguen.
A las cinco de la tarde, la emisora anuncia que Phnom Penh puede sufrir un bombardeo y se ordena a la poblaci¨®n que abandone la ciudad. Los habitantes salen de la ciudad a pie, en coche, en bicicleta o empujando carretas abarrotadas de enseres dom¨¦sticos que al llegar a los suburbios se ven obligados a abandonar. El d¨ªa 24, la evacuaci¨®n ha concluido, al tiempo que empiezan a circular rumores sobre los primeros pillajes, violaciones y ejecuciones sumarias en pleno centro de Phnom Penh.
Todo se hab¨ªa hundido ya el 12 de abril cuando los norteamericanos deciden cerrar su embajada y abandonar una ciudad cercada ya por las fuerzas jemeres.
La r¨¢pida derrota de las fuerzas gubernamentales sorprendi¨® a los propios l¨ªderes guerrilleros, que no llegaron a Phnom Perin, a bordo de un avi¨®n de bandera china, hasta el 24 de abril.
El 25 de abril, las nuevas autoridades celebraron su primer consejo de ministros, que inaugura el a?o uno de la nueva Camboya. Los nuevos dirigentes llegados desde Pek¨ªn imponen un estilo revolucionario in¨¦dito y radical que, eso se supo m¨¢s tarde, estaba asentado en el genocidio. Si durante los cuatro a?os y tres meses que dur¨® la guerra hubo un mill¨®n de muertos o heridos, especialmente entre la poblaci¨®n civil, en los 44 meses de r¨¦gimen de los jemeres rojos fueron exterminados entre uno y tres millones de personas en un pa¨ªs que contaba entonces con poco m¨¢s de siete millones.
El Angkar, ¨®rgano supremo de Gobierno, empieza a imponer su ley a todos los niveles. Est¨¢ dirigido por un jefe que tiene como sobrenombre Pol Pot, y va decidir el exterminio sistem¨¢tico de quienes tienen "el cerebro contaminado" por cinco a?os de presencia occidental. Millones de personas son enviados a los campos para "reencontrar en los arrozales la pureza original jemer".
Enfrentados ya a su vecino vietnamita a los pocos meses de instalarse en el poder, los jemeres llegaron a reprochar a sus aliados chinos el haber abandonado los ideales revolucionarios de Mao Zedong.
El 7 de enero de 1979, las tropas vietnamitas se apoderan de Phnom Penh e instalan un Gobierno hermano en Camboya. Pol Pot, Ieng Sary, Son Sen y los dem¨¢s dirigentes jemeres rojos vuelven al maquis, establecen una alianza con su antiguo aliado-prisionero, el pr¨ªncipe Norodom Sihanuk, y con la resistencia anticomunista para tratar de expulsar a las fuerzas vietnamitas, que en las ¨²ltimas semanas han conseguido desalojar a los guerrilleros de sus principales bases junto a la frontera de Tailandia.
Cambio de imagen
Los jemeres rojos siguen siendo la principal fuerza antivietnamita en Camboya. Para tratar de hacer olvidar sus atrocidades, en 1981 hicieron un lavado de imagen y disolvieron su partido comunista. Reconocieron que hab¨ªan "cometido algunos errores" que al ser aplicados se convirtieron en "excesos". Hoy afirman que combaten por patriotismo, por nacionalismo. Y siguen contando con el apoyo de China.El secretario general del Partido Comunista Chino, Hu Yaobang, afirm¨® ayer en Canberra, en el transcurso de su gira por Australia, que los jemeres rojos siguen siendo la principal "fuerza de oposici¨®n a la invasi¨®n vietnamita" y que, si las atrocidades de que se les acusa son ciertas, "no hubiesen visto triplicar sus ef¨¦ctivos".
La URSS, por su parte, ha aprovechado la ocasi¨®n de este aniversario para celebrar los logros del r¨¦gimen provietnamita, mientras EE UU decide ayudar abiertamente a la guerrilla anticomunista camboyana.
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