Las alegres noticias del ministro Boyer
EL MINISTRO Boyer anunci¨® ayer oficialmente en las Cortes las medidas previstas de disminuci¨®n de impuestos e impulso al consumo que tratan de provocar una cierta reactivaci¨®n econ¨®mica, aun a costa de que se dispare la inflaci¨®n y no se contenga el d¨¦ficit. Aunque Boyer asegur¨® que no se trataba de un giro sustancial en sus pol¨ªticas iniciales, y aunque se mantienen algunos aspectos progresivos, ya que las rentas m¨¢s bajas ser¨¢n las m¨¢s beneficiadas, no hay duda de que la fuerza de los hechos o la tentaci¨®n de adelantar el calendario electoral han llevado al Gobierno a soluciones propuestas por la oposici¨®n conservadora. Y, si son de apreciar los matices a la hora de decirlo, es indudable que nos encontramos ante un viraje de la pol¨ªtica econ¨®mica, dif¨ªcilmente tildable ya de socialista, sobre todo si llegaran a confirmarse las impresiones de que una forma de luchar contra el d¨¦ficit p¨²blico ser¨¢ reducir las pensiones, en contra de los intereses de las clases m¨¢s desprotegidas.Despu¨¦s de la aparici¨®n fantasmal de algunos equ¨ªvocos signos de posible reactivaci¨®n, a principios de a?o se apreciaron claros s¨ªntomas de una ca¨ªda de la actividad, al tiempo que las perspectivas exportadoras no presentaban ya las brillantes caracter¨ªsticas del ejercicio de 1984, a cuyo ¨¦xito contribuyeron el crecimiento del comercio mundial y los efectos de la devaluaci¨®n de la peseta. Que los precios hayan subido m¨¢s deprisa que los salarios en el arranque de 1985 habr¨¢ suscitado probablemente una cierta sensaci¨®n de desaliento en los medios oficiales. Las rigideces de nuestra econom¨ªa convierten a la lucha contra la inflaci¨®n en un combate desigual y en la versi¨®n moderna del mito de S¨ªsifo. Aunque la tarea de hacer descender dos puntos la tasa de inflaci¨®n exija enormes tensiones y esfuerzos, cualquier circunstancia adversa -por ejemplo, en los precios agr¨ªcolas- basta para producir un retroceso.
Las medidas ahora adoptadas tratan de hacer frente a esa ca¨ªda de la demanda interna, que prosigue su preocupante rumbo en 1985. La baja de las exportaciones hace urgente que se reactive el consumo interno: que los espa?oles gasten m¨¢s si se quiere sostener el ritmo de la producci¨®n y justificar la inversi¨®n. El respiro dado a los contribuyentes pretende lograr eso. La medida, sin embargo, incrementar¨¢ tambi¨¦n el d¨¦ficit de caja del Tesoro, sin que haya datos para suponer que el d¨¦ficit presupuestario -metido en el est¨®mago de los bancos a trav¨¦s de la colocaci¨®n de la deuda a corto plazo- pueda ser reducido o siquiera contenido. En cualquier caso, la m¨ªnima recuperaci¨®n de una parte de la capacidad adquisitiva de los salarios, a trav¨¦s de las menores retenciones, huele demasiado a electoralismo y a abandono de la obsesi¨®n antiinflacionista.
El Gobierno ha dado adem¨¢s un giro en sus prioridades de pol¨ªtica econ¨®mica, a fin de alcanzar al final del a?o un crecimiento del 2,5% del producto interior bruto en lugar del inicialmente previsto del 3%. Pese a ello mantiene el objetivo de inflaci¨®n en torno al 7% acumulado en el a?o, a pesar de la desviaci¨®n de enero y febrero; pero es preciso ser m¨¢s que optimista para suponer que eso es posible. Incluso si se endurece la pol¨ªtica monetaria y se liberaliza la entrada de productos extranjeros cuando los precios interiores alcancen niveles superiores a la inflaci¨®n prevista.
Y para los que insisten en los aspectos de mayor progresividad fiscal que se derivan del retoque a las retenciones habr¨¢ que insistir en que las medidas de desgravaci¨®n que se anuncian para las inversiones en vivienda no son precisamente las presumibles en la filosof¨ªa de este Gobierno, que hab¨ªa amenazado con retirar las desgravaciones fiscales por inversi¨®n en la propia vivienda. Las medidas favorables a la construcci¨®n parecen tratar de promover, un gran esfuerzo en este sector, el m¨¢s capacitado para la creaci¨®n de empleo. La flexibilidad para fijar las amortizaciones realizadas en los ejercicios de 1985 y 1986 y la eliminaci¨®n de topes a la inversi¨®n extranjera tienen el mismo sentido.
Diga lo que diga el ministro de Hacienda, hay en toda esta actitud mucho del neoliberalismo sugerido por las reaganomics y un giro notable respecto a posiciones anteriores. Ni tan grande que pueda hablarse de una nueva era o de un nuevo ministro. Ni tan peque?o que el Gobierno no tenga que reconocer sus errores. De cualquier manera todo esto se hace mientras los indicadores del paro siguen subiendo alarmantemente y en un ambiente de crisis pol¨ªtica generada por la derrota gubernamental en torno a la ley del aborto. Y han sido tantas las rectificaciones y las contradicciones en tantos terrenos ¨²ltimamente que cada d¨ªa pierden m¨¢s cr¨¦dito las promesas de no adelantamiento de elecciones. El alegre anuncio de que habr¨¢ m¨¢s dinero para gastar y horarios menos r¨ªgidos para las tiendas expide un aroma demasiado ingenuamente populista y abiertamente electoral.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.