Dos acad¨¦micos para la renovaci¨®n
LA ELECCI?N de Julio Caro Baroja y de Pere Gimferrer para ocupar dos vacantes en la Real Academia Espa?ola de la Lengua muestra la voluntad de esta entidad por acometer en serio su propia renovaci¨®n, que no s¨®lo se pide desde fuera de la entidad, sino que se siente en su propio seno. Los acad¨¦micos han acogido a Gimferrer como una de las voces principales de la poes¨ªa espa?ola, que ha dedicado su tiempo, su inteligencia y su inspiraci¨®n a honrar con rigor y maestr¨ªa dos lenguas, la catalana y la castellana, y algo m¨¢s, a tender puentes de comprensi¨®n en un pa¨ªs tan plural en su realidad como, a veces, capaz de incomprensiones en las relaciones entre las gentes. La entrada de un nuevo acad¨¦mico catal¨¢n y joven empieza a otorgar a la Academia el aire que debe tener toda instituci¨®n preocupada por hacer que la cultura del pa¨ªs no sea la cultura de un sector, de una parte o de una ¨¦poca, sino expresi¨®n de un todo; y faculta a la Academia para desterrar la especie de que s¨®lo se puede ingresar en ella apoyados en el bast¨®n de la edad y del escalaf¨®n literario.El caso de Julio Caro Baroja es tambi¨¦n muy especial. El antrop¨®logo, autor de obras monumentales de an¨¢lisis del comportamiento de los espa?oles, fue rechazado en una primera instancia por quienes le han elegido finalmente hoy. Justamente, en aquella ocasi¨®n el mundo intelectual espa?ol reaccion¨® airado porque Caro -su obra, su enorme personalidad intelectual y c¨ªvica, su perspicacia de viejo sabio despistado- no se merec¨ªa tal desaire. ?l mismo se enfad¨®, con raz¨®n, y dijo en primera instancia que no aceptar¨ªa una vuelta a la lucha por un sill¨®n. Rectific¨® despu¨¦s, y la Academia tambi¨¦n ha rectificado. A fin de cuentas, cosa de sabios es rectificar, y nunca mejor dicho.
Para la tarea que tiene enfrente esta instituci¨®n, el ejemplo de la doble elecci¨®n de ayer -que se suma a la reciente incorporaci¨®n de un intelectual de fuste como es Jes¨²s Aguirre, duque de Alba- se presenta como un paso adelante en el acercamiento a la realidad ling¨¹¨ªstica y social espa?ola. Habr¨ªa que hablar de sociedad moderna y plenamente democr¨¢tica en los casos en que los ciudadanos se sienten identificados y representados, no tan s¨®lo en las instituciones pol¨ªticas, sino tambi¨¦n en las culturales y sociales. La renovaci¨®n de la Academia, su adecuaci¨®n a las necesidades contempor¨¢neas, la reorganizaci¨®n y el aprovechamiento de las energ¨ªas intelectuales es parte tambi¨¦n de la modernizaci¨®n de este pa¨ªs y del fortalecimiento de su sociedad civil.
Por lo dem¨¢s, ser¨ªa rid¨ªculo no reconocer que a esta satisfacci¨®n general unimos la particular de cuantos hacemos EL PA?S; tanto Aguirre como Baroja y Gimferrer son personas vinculadas a este peri¨®dico y a sus lectores. La elecci¨®n de ayer es por eso doblemente grata para nosotros. Pero es, sobre todo, una buena noticia para la Academia y para la cutura espa?ola.
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