Los toros reservones
ENVIADO ESPECIALCuando salen los toros reservones, como ayer en la Maestranza, ?qu¨¦ hacer?. Los toreros modernos tienen poco que hacer, salvo porfiar y porfiar, seg¨²n se les ocurr¨ªa a todos ayer. Toreros porfiando ante toros reservones constituye un sopor¨ªfero espect¨¢culo, aunque tenga m¨¦rito. En realidad ni siquiera es espect¨¢culo.
Hubo un torero en la tarde que supo aplicar otra lidia a los toros reservones, y parec¨ªa mataor antiguo. Fue Lucio Sand¨ªn, en su primero. Lucio Sand¨ªn va adquiriendo un corte de diestro bien ense?ado, que asimila de la tauromaquia tanto las lecciones b¨¢sicas como la letra menuda, donde viene aquello de las suertes de recurso y de adorno. Con el capote instrument¨® bien la ver¨®nica, bajas las manos, cargando la suerte, y con la muleta aplic¨® al toro dicho la faena de recurso que correspond¨ªa, primero mandando en redondos y naturales cuantos se pudieran -que se pod¨ªan pocos-; luego puso el acento de la mejor torer¨ªa en ayudados a dos manos, que fueron coreados con el ol¨¦ profundo de las grandes solemnidades.
Plaza de Sevilla
19 de abril. Primera de feria.Cinco toros de Joaqu¨ªn Barral, bien. presentados, reservones. Primero, sobrero de Gabriel Hern¨¢ndez, encastado. Manili. Estocada corta atravesada y descabello (vuelta). Pinchazo y estocada corta (ovaci¨®n y salida al tercio). Espartaco. Estocada trasera desprendida (silencio). Pinchazo y estocada corta (aplausos y saludos). Lucio Sand¨ªn. Tres pinchazos, rueda de peones y descabello (silencio). Pinchazo hondo atravesado a paso de banderillas y media baja atravesada (palmas).
Al sexto le entr¨® el baile de San Vito y lo devolvieron al corral. Al primero, un salpicao de preciosa estampa -l¨¢mina, cara y capa para una exposici¨®n- tambi¨¦n le entr¨® el baile de San Vito e igualmente se fue para el corral. En la jerga que emplea la afici¨®n para definir los incidentes de la lidia, estaban inv¨¢lidos. Sin embargo no hab¨ªa tal. No es que se cayeran, sino que les temblequeaba el cuerpo todo, como si se hubieran pasado el d¨ªa d¨¢ndole al fino. Media tonelada de carne temblequeando, con sus cuernos, es mucho temblequear y la ciencia deber¨ªa decir qu¨¦ les pasaba a esos toros para que les diera el mal de San Vito
El sobrero que sali¨® en sexto lugar, adem¨¢s de peque?ajo, flojo, temblequeante y reserv¨®n, era un pelma de mucho cuidado. Se parec¨ªa a los que te encuentras en el bar y te quieren contar lo que le pasa al Madrid. Sand¨ªn hizo lo que corresponde hacer en tales casos y no nos atrevemos a imitarle la mayor parte de los mortales: aguantarle un poco y luego mandarlo a paseo a bajonazos.
El primer sobrero era de otra ganader¨ªa y se not¨®. Este era un reserv¨®n s¨®lo aparente, pues en cuanto le pusieron delante de un caballo y debajo de un picador carnicero que le, barrenaba el espinazo, los tumb¨® a ambos. Despu¨¦s embest¨ªa humillando muy bien. Manili lo tore¨® con entrega y firme voluntad de correr la mano. Ocurre que la corre demasiado, con tanta prisa que siempre quiere dar el segundo pase antes que el primero, el tercero antes que el segundo, y as¨ª. Con un poco m¨¢s de calma y temple, Manili habr¨ªa obtenido un gran triunfo. De cualquier forma, se gan¨® al p¨²blico, con absoluto merecimiento.
Al cuarto lo cambi¨® con un puyazo. El toro tuvo un arranque, se fue arriba en banderillas y volte¨® aparatosamente al pe¨®n Pedro S¨¢ntiponce, al que dej¨® magullado. Las briosas embestidas del toro animaron a Manili, que brind¨® al p¨²blico y se dispuso a hacer faena en los medios. Pero hab¨ªa sido un espejismo. El reserv¨®n lo era a carta cabal, se quedaba en el centro de la suerte y a peor adem¨¢s, cada vez que el valiente espada de Cantillana pretend¨ªa enjaretarle los dos pases.
Otra actitud posible ante los toros reservones es la que tuvo Espartaco ayer en el segundo de la tarde, que consiste en machetearlo y adi¨®s muy buenas. En el quinto, y pues el toro hab¨ªa ofrecido s¨ªntomas de nobleza, ensay¨® el redondo y el natural. Pronio pudo apreciar que aquella nobleza era imaginaria, porque el producto de Barral se paraba a la mitad de cada pase. Si Espartaco y Manili se hubieran aplicado a leer la letra menuda de la tauromaquia, habr¨ªan ofrecido m¨¢s surtida fiesta. Obviamente, para ayer ya no vale esta presunci¨®n. Ayer fue, y lo que fue no sali¨® bueno. La corrida inaugural de la feria acaeci¨® como quieren los gitanos que empiece todo: con malos principios. As¨ª que, bien mirado, estamos de enhorabuena.
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