Las lecciones de una derrota
Pasados 10 a?os de la guerra, la sociedad norteamericana lava sus heridas con un nuevo patriotismo
Hace 10 a?os, con las primeras luces del 30 de abril de 1975, los ¨²ltimos helic¨®pteros Chinook se posaban sobre el tejado de la Embajada de Estados Unidos en Saig¨®n para recoger al embajador y a un pu?ado de marines. Acababa as¨ª, con una humillante derrota jam¨¢s conocida por este pa¨ªs, la guerra m¨¢s larga de su historia, que desgarr¨® ideol¨®gicamente a la sociedad norteamericana y sepult¨®, con 58.000 muertos y 300.000 heridos, los ideales de una generaci¨®n. Un 63% de los norteamericanos afirma hoy que esta guerra, en la que Norteam¨¦rica perdi¨® su inocencia, "fue un error"; pero este pa¨ªs joven olvida muy f¨¢cilmente, y tres de cada cinco personas no recuerdan ya de qu¨¦ lado luch¨® EE UU.
El pa¨ªs se sigue preguntando cu¨¢l es su papel en el mundo, y sus dirigentes s¨®lo est¨¢n de acuerdo en considerar que la derrota en Asia marc¨® los l¨ªmites del poder norte americano y hace hoy m¨¢s dif¨ªcil una intervenci¨®n exterior. Los miembros de la generaci¨®n de Vietnam tienen hoy entre 30 y 40 a?os y son, en gran parte, los yuppies que ocupan puestos directivos en las empresas y en la pol¨ªtica, y que dif¨ªcilmente saldr¨ªan a la calle a manifestarse. Son los j¨®venes profesionales "nacidos para comprar" y para quienes "el dinero es el pelo largo de los a?os sesenta", como cruelmente han sido definidos por sus cr¨ªticos. Reagan es aplaudido en el campus de la universidad de Berkeley, cuna de la contestaci¨®n de hace dos d¨¦cadas, donde Vietnam se estudia en el departamento de Estudios Religiosos. Para la generaci¨®n m¨¢s joven, que vot¨® en su gran mayor¨ªa por el actual. presidente, Vietnam s¨®lo significa unas p¨¢ginas en sus libros de historia. Entre los j¨®venes de 18 y 22 a?os es donde, sin embargo, se encuentra m¨¢s apoyo a la calificaci¨®n que hizo Reagan de Vietnam, como "una causa noble".
La Prensa y la televisi¨®n han iniciado un gigantesco esfuerzo de revisi¨®n hist¨®rica de Vietnam en el d¨¦cimo aniversario de la ca¨ªda de Saig¨®n, buscando establecer las lecciones de la guerra en un esfuerzo artificial que contrasta con el inter¨¦s de los norteamericanos por olvidar esta dolorosa p¨¢gina de su historia.
A pesar de que los analistas sigan hablando del s¨ªndrome de Vietnam, Estados Unidos ya no vive bajo el complejo de la derrota sufrida en el sureste asi¨¢tico a manos de un ej¨¦rcito comunista. Una nueva ola de patriotismo, reflejada en los Juegos Ol¨ªmpicos de Los ?ngeles del verano pasado y en la positiva reacci¨®n a la invasi¨®n de Granada, inunda la sociedad norteamericana, que ha recuperado el orgullo de ser la primera potencia econ¨®mica y militar del mundo.
Diez a?os despu¨¦s, Estados Unidos sigue siendo el pa¨ªs m¨¢s fuerte del mundo y su posici¨®n geoestrat¨¦gica no se ha debilitado a consecuencia de Vietnam. La entrada en la guerra se justific¨® como una pol¨ªtica de contenci¨®n del comunismo alentado por la URSS y China, y hoy Washington ha establecido una t¨¢cita alianza con Pek¨ªn. No se ha cumplido la teor¨ªa del domin¨®, que afirmaba que tras Vietnam caer¨ªa en manos comunistas el resto de los pa¨ªses asi¨¢ticos. Hoy, Tailandia, Malaisia, Singapur, Indonesia, constituyen el grupo de naciones con mayor dinamismo econ¨®mico.
Los nombres de los 58.000 muertos o desaparecidos en la guerra de Vietnam est¨¢n grabados, por orden cronol¨®gico, en tres largas paredes de granito negro, sin ning¨²n comentario, en el Mall de Washington, no lejos de la estatua de Abraham Lincoln. Este monumento, sin duda el m¨¢s fr¨ªo e impresionante levantado jam¨¢s en recuerdo de una guerra, simboliza el ¨²nico consenso posible -la lista de las v¨ªctimas- sobre esta tragedia, cuyas consecuencias todav¨ªa debate la sociedad norteamericana. Quince mil personas rezan, lloran o reflexionan diariamente ante este austero mausoleo, muy criticado en su d¨ªa por su excesiva simpleza, y falta de grandeza patri¨®tica, y curiosamente, obra de una estudiante asi¨¢tica de arquitectura de la universidad de Yale.
Qui¨¦nes hicieron la guerra
Pero este antimonumento tan poco pretencioso, que est¨¢ excavado y no se levanta por encima del nivel del suelo, es, sin embargo, el m¨¢s popular de Estados Unidos. Su contundencia reside en los nombres de todos y cada uno de los ca¨ªdos desde que John F. Kennedy envi¨® a los primeros asesores a Vietnam hasta la salida del ¨²ltimo soldado, en abril de 1975. Cientos de dedos recorren a diario el relieve de los nombres, y muchas manos graban sobre un papel, sobre cuya superficie frotan un l¨¢piz, los apellidos de sus maridos, hermanos o novios. Un repaso a los nombres de la interminable lista, contenida en grandes listines telef¨®nicos para facilitar la b¨²squeda de las v¨ªctimas, refleja tambi¨¦n que Vietnam fue una guerra hecha sobre todo por las clases m¨¢s pobres o medias de la sociedad: negros, puertorrique?os, chicanos. En reconocimiento de esta realidad, y para acallar las voces que consideraron estas paredes negras demasiado abstractas, una escultura figurativa con las figuras en bronce de tres soldados -un blanco anglosaj¨®n, un negro y un hispano- ha sido levantada junto al monumento.
Han tenido que pasar 10 a?os para que un presidente norteamericano, Ronald Reagan, acudiera este invierno a inaugurar el monumento a los soldados que lucharon en Vietnam. Los veteranos han pasado de ser considerados criminales de guerra a h¨¦roes, una actitud que reflejan las pel¨ªculas de Hollywood y las series de televisi¨®n, que ya no pintan a los ex soldados como seres degenerados y enloquecidos por la contienda, capaces de cometer todo tipo de cr¨ªmenes.
Cuando se habla estos d¨ªas de Vietnam y la guerra, se est¨¢ hablando de los a?os sesenta, una d¨¦cada calificada nost¨¢lgicamente de prodigiosa, en la que en este pa¨ªs ocurr¨ªan otras cosas que no s¨®lo eran Vietnam y que incluso no estaban ¨²nicamente provocadas por la contienda en Asia. Eran los a?os de la lucha por los derechos civiles, el estallido de las grandes ciudades, la liberaci¨®n sexual, la revoluci¨®n de la mujer, la cultura de la droga, el rock and roll, los hippies, el activismo estudiantil. Ocurr¨ªa en EE UU un poco como en Europa. Los expertos s¨®lo se ponen hoy de acuerdo en una cosa: no existe una sola lecci¨®n de Vietnam. To- dav¨ªa hay m¨¢s preguntas que respuestas, y 10 a?os no son suficientes para emitir un juicio hist¨®rico. Sin duda, el proceso de revisi¨®n de la guerra no ha hecho m¨¢s que comenzar. El ex presidente Nixon, autor de la c¨¦lebre frase "no voy a ser el primer presidente americano que pierde una guerra", ha aprovechado este aniversario para publicar su libro No more Vietnams y ofrecer su autojustificaci¨®n diciendo que EE UU "gan¨® la guerra, pero perdi¨® la paz". Henry Kissinger, otro de los personajes claves de la ¨¦poca, asegura ahora que "Am¨¦rica fracas¨® en Vietnam, pero dio tiempo a otras naciones del sureste asi¨¢tico a luchar contra sus propias insurrecciones".
S¨ª hay conciencia en afirmar que Vietnam ha servido para marcar los l¨ªmites del poder norteamericano, para crear un sentimiento de cautela y prudencia en el uso de la fuerza militar. Sin la experiencia de la humillante derrota en Asia, una intervenci¨®n militar en Centroam¨¦rica ser¨ªa hoy mucho m¨¢s posible.
El secretario del Pent¨¢gono, Caspar Weinberger, sobre cuya dureza nadie puede albergar dudas, ha explicitado una nueva doctrina para el uso de la fuerza militar, que s¨®lo deber¨¢ utilizarse si se tiene la seguridad de ganar de una forma f¨¢cil y r¨¢pida y con el apoyo total de la opini¨®n p¨²blica. "Antes de que Estados Unidos comprometa tropas de combate en el exterior debemos tener la seguridad razonable de que tendr¨¢n el apoyo del pueblo americano y del Congreso".
Hacia una nueva doctrina
Esta doctrina ha calado tambi¨¦n en los mandos militares, y la invasi¨®n de Granada se considera una excepci¨®n que se explica por su car¨¢cter limitado y su ¨¦xito asegurado en pocos d¨ªas. El gobernador de Nebraska, Bob Kerry, que fue herido en Vietnam, asegura que sin el recuerdo de aquella tr¨¢gica guerra "ahora estar¨ªamos en Nicaragua".
Esta doctrina de prudencia tiene tambi¨¦n sus opositores. Para Edward Luttwak, un escritor y analista de temas militares, la nueva filosof¨ªa de Weinberger "es magn¨ªfica para un pa¨ªs como Suiza, que no ha prometido acudir en ayuda de ninguna otra naci¨®n, no garantiza el orden mundial y se contenta con vivir en un mundo en que los acontecimientos est¨¢n dominados por los dem¨¢s. Pero para un pa¨ªs como Estados Unidos, la doctrina Weinberger es absurda y completamente inadecuada". Para el senador William Cohen, "el legado de Vietnam no significa que no vayamos a enviar a nuestros muchachos a ning¨²n sitio, sino que no los mandaremos a todos los lugares".
Tambi¨¦n existe un consenso en afirmar que Vietnam acab¨® con la idea de que EE UU siempre abraza causas idealistas y justas y con la noci¨®n de "que Dios siempre est¨¢ de nuestro lado". La guerra supuso tambi¨¦n el final de la presidencia imperial. Nunca m¨¢s el Congreso dejar¨¢ a un presidente comprometer al pa¨ªs en una contienda con la facilidad con que lo consigui¨® Lyndon B. Johnson con la famosa resoluci¨®n del golfo de Tonk¨ªn, que le dej¨® manos libres para efectuar la escalada militar.
El Congreso vot¨® en 1973, a consecuencia de Vietnam, la ley de Poderes de Guerra, que impide que un presidente mantenga tropas en combate durante m¨¢s de 90 d¨ªas sin permiso del legislativo.
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