Lecci¨®n magistral de Anto?ete
ENVIADO ESPECIAL
La Maestranza fue ayer c¨¢tedra para recibir una lecci¨®n magistral de toreo puro. El catedr¨¢tico , Anto?ete. Mientras el torero de Madrid dictaba pausadamente los cap¨ªtulos fundamentales de la tauromaquia, frente a aquel cuarto toro reserv¨®n que parec¨ªa in¨²til para el toreo de arte, la puerta del Pr¨ªncipe se entreabr¨ªa, una y otra vez se entreabr¨ªa, e incluso estuvo de par en par, porque por all¨ª ten¨ªa que salir a hombros el maestro, no pod¨ªa ser de otra manera. Un pinchazo, s¨®lo un pinchazo, cerr¨® el portal¨®n y fue tambi¨¦n poquito a poco, con un lejano chirrido de pena.
Pocos toreros habr¨¢n tenido abierta la puerta del Pr¨ªncipe con tanto derecho. El toro, ya se ha apuntado, era reserv¨®n, como toda la corrida; cost¨® much¨ªsimo llevarlo al caballo, esperaba en banderillas, buscaba tablas en la muleta. Mejor¨® porque lo lidia ron muy bien. No Anto?ete, que no est¨¢ para sudar la brega, sino un pe¨®n de la cuadrilla, Mart¨ªn Recio que en cada intervenci¨®n levantaba oleadas de ovaciones y, al t¨¦rmino del primer tercio, el p¨²blico, puesto en pie, pidi¨® que saludara montera en mano. Y eso que en la brega Mart¨ªn Recio no se pone bonito, sino feo, en corvado, se da un aire con Cuasimodo. Pero la eficacia de su capote, siempre abajo y templando la embestida, es de un valor que todo el mundo reconoce y hasta entusiasma, como ayer en la Maestranza. No salud¨® montera en mano y quien lo hizo fue, minutos m¨¢s tarde, su compa?ero Bonich¨®n. La Maestranza tambi¨¦n era c¨¢tedra de banderilleros. Bonich¨®n alborot¨® el tendido con dos pares de banderillas asombrosos; que de asombro era verle llegar a la cara del toro cobard¨®n, despacito, relajado, bajos los palos, pis¨¢ndole a la fiera los terrenos, y cuando ¨¦sta met¨ªa la cabezada, reuniendo entre los pitones y prendiendo el par en todo lo alto.
Plaza de Sevilla
22 de abril. Cuarta corrida de feria.Cuatro toros de Carlos N¨²?ez; primero y sexto de Bel¨¦n Ord¨®?ez. En general bien presentados, mansos y broncos. Anto?ete. Media atravesada (palmas). Pinchazo, estocada corta y descabello (oreja). Curro Romero. Golletazo (bronca). Media atravesada (pitos). Rafael de Paula. Dos pinchazos y media estocada baja (silencio). Bajonazo descarado (gran ovaci¨®n).
Sabor de lo aut¨¦ntico
Y despu¨¦s, la lecci¨®n magistral. Tambi¨¦n hubo de consentir Anto?ete para encelar al toro tardo y reserv¨®n. Empez¨® con las dobladas, sigui¨® con los redondos, ligaba con el pase de pecho. Todo ten¨ªa el sabor de lo aut¨¦ntico y el ambiente era el de las grandes solemnidades. Pero todo qued¨® en p¨¢lido apunte cuando se ech¨® la muleta a la izquierda y desgran¨® el joyel de los naturales, en tres tandas perfectas de ligaz¨®n y temple, abrocha das con el de pecho y con el ayudado. Abierta estaba para entonces la puerta del Pr¨ªncipe, pa?uelos flameaban en los tendidos y s¨®lo faltaba el volapi¨¦ para completar el monumento al arte de torear. No fue posible. Pero la lecci¨®n magistral hab¨ªa empezado ya a enriquecer la a?eja historia de la Maestranza.El primer toro hab¨ªa sido demasiado enterizo para las facultades de Anto?ete, que lo pasa port¨® con brevedad. Curro ensay¨® la ver¨®nica, esta vez sin fortuna; tuvo el peor lote, y a un toro lo machete¨® sin miramientos, mientras en el otro se dobl¨®, porfi¨® unos redondos, y en atenci¨®n a la catadura del animal, lo machete¨® tambi¨¦n. Paula, con sus mantazos, era en el tercero la imagen del p¨¢nico.
En el sexto, Paula consigui¨® momentos sublimes junto a otros desastrosos. Es un torero irrepetible, en lo bueno y en lo malo; capaz de iluminar la borrascosa tarde con el trincherazo y el redondo de cartel, y de hacerla a¨²n m¨¢s l¨²gubre con sus trapaceos y sobresaltos. Tan vano intento ser¨ªa pretender cambiarlo como convertir la noche en d¨ªa.
Rafael de Paula es as¨ª, torpe, espantadizo y genial. A ese sexto toro le hab¨ªa instrumentado dos excelentes ver¨®nicas y media, nuncias de las esencias a cuentagota s que habr¨ªan de venir. Anto?ete dio otras dos y media de altos vuelos. No mejores: distintas.
Anto?ete proclamaba con esas ver¨®nicas su magister dixit. No volver¨¢ a la Maestranza, pero el recuerdo de su toreo va a permanecer vivo por siempre jam¨¢s.
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