La sublevaci¨®n de Ernesto S¨¢bato
"La esperanza es un sentimiento descabellado", afirma el escritor argentino
S¨¢bato se subleva desde que era ni?o; y as¨ª surgi¨® el pasado mi¨¦rcoles ante las c¨¢maras de Televisi¨®n Espa?ola cuando el periodista Manuel Campo le indic¨® que dos sindicalistas peronistas argentinos hab¨ªan declarado, en el juicio contra los dictadores, que no hab¨ªa habido represi¨®n contra los sindicalistas. S¨¢bato se desplom¨® de las gafas con la solemnidad del indignado que sabe que ambos personajes mentirosos ser¨¢n condenados por la historia."Estos canallas fascistas de dirigentes de la CGT", repet¨ªa anteayer S¨¢bato, hablando en la residencia madrile?a de la embajada de su pa¨ªs, "dicen que no hubo sindicalistas presos, y el 40% sobre 10.000, es decir, 4.000 j¨®venes obreros y a veces obreros de edad, fueron secuestrados, torturados y muertos. Por eso yo me sublev¨¦ ante las c¨¢maras".
S¨¢bato, cuya capacidad de indignaci¨®n se refleja en sus libros, que parece en persona contenido en la expresi¨®n y exacto en el adjetivo, lleva a?os sublev¨¢ndose. "Es un problema de temperamento. A veces me pongo muy nervioso. Yo vivo con el sistema nervioso muy alterado. Desde que fui un chiquill¨ªn me sublevaba, y sobre todo me sublevaba la injusticia. Por eso, a pesar de ser de una familia burguesa -mi padre ten¨ªa una peque?a f¨¢brica de harinas- siempre me pareci¨® terrible la injusticia, y en particular la injusticia social, as¨ª que me met¨ª desde que estaba en el colegio secundario con los grupos anarquistas que hab¨ªa en la Universidad de La Plata".
Los correligionarios colegiales de Ernesto S¨¢bato que se sublevaban con ¨¦l formaban parte de los hijos de los numerosos emigrantes obreros europeos que optaron en el juego de las ideolog¨ªas por ser marxistas o por ser anarcosindicalistas, y el escritor de Abadd¨®n se decidi¨® por estos ¨²ltimos. "All¨ª encontr¨¦ seres humanos realmente maravillosos, de extraordinario candor, creyentes en la bondad de la raza humana, creencia que yo no comparto; la mayor parte de ellos eran idealistas, sacrificados, heroicos. All¨ª me encontr¨¦ con muchos viejos espa?oles anarquistas, personas a las que recuerdo con mucho amor; tambi¨¦n recuerdo a italianos, como el c¨¦lebre De Giovani, que durante la primera dictadura militar de 1930 fue fusilado gritando, naturalmente, ?Viva la anarqu¨ªa! A m¨ª, esa clase de seres humanos, me despiertan una gran admiraci¨®n. Luego, al paso de los a?os, las ideolog¨ªas han hecho crisis, y he meditado sobre todo ello; y la conclusi¨®n es que las ideolog¨ªas son relativas, pero la calidad espiritual es absoluta".
Los personajes que corr¨ªan por el barrio de Sandino, en Buenos Aires, con el S¨¢bato joven y anarcosindicalista son los que luego alimentan el fresco narrativo de Sobre h¨¦roes y tumbas y Abadd¨®n. "No son retratos d'apres nature, como dir¨ªan los impresionistas, sino que en ellos yo destaco, m¨¢s all¨¢ de las discrepancias, la magn¨ªfica calidad humana de estos hombres que muchas veces murieron sufriendo la tortura, sin abdicar".
Ese ejemplo de los viejos amigos del escritor que ahora comparte las cicatrices de una historia en la que ¨¦l participa, le parece a S¨¢bato fundamental para caminar por un mundo que padece tanta confusi¨®n. "En la ¨¦poca de Marx se sab¨ªa c¨®mo hab¨ªa empezado el mundo, y ya no lo sabemos. Saber que no se sabe es un progreso gigantesco. No sabemos, o al menos yo no s¨¦, d¨®nde est¨¢ la verdad. Lo que s¨¦ es que el mundo clama por la justicia, porque tres cuartas partes del universo padece la miseria y el hambre, y ser¨ªa muy farisaico despreocuparse de ello porque Marx y Bakunin estuvieran equivocados. Son esos principios de justicia social los que un intelectual debe defender a muerte".
Para un intelectual en Argentina la disyuntiva de estar pol¨ªticamente comprometido o no ha sido imposible. "Ha habido que resistir la barbarie y la intolerancia. ?Y c¨®mo lo hemos hecho? Uno se acostumbra a todo. Vencer el miedo es el destino de los hombres. Ahora bien, el acostumbramiento no debe implicar acatamiento o agachamiento de la cabeza".
En sociedades tan desdichadas como las sociedades latinoamericanas, nadie tiene privilegios, y los intelectuales deben compartir con los ciudadanos el ¨²nico privilegio: resistir, dice S¨¢bato. Y en ese marco de barbarie, ?c¨®mo ha evolucionado el sentido del humor de un creador tan grave como el ¨²ltimo premio ervantes de Literatura? Desde que yo era chico he tenido muy poco humor. Cuando escrib¨ª Uno y el universo, en 1945, a¨²n ten¨ªa ganas de hacer bromas, pero ahora no me siento inclinado; me ha ido amargando la vida. Mi humor es negro, el humor de Informe sobre ciegos es negro. As¨ª me ha sucedido. Yo he perdido mucha capacidad de alegr¨ªa".
?Un resquicio a la esperanza en ese terrible fresco negro? "En mi obra hay mucha metaf¨ªsica de la esperanza, y alg¨²n personaje habla de este problema. La esperanza es un sentimiento descabellado porque el mundo es tr¨¢gico; la condici¨®n humana lo es tambi¨¦n, y por eso mismo el hombre es esperanza. Hay personajes en mis novelas que tienen la intuici¨®n de la nada, y usan esa intuici¨®n con valor probatorio, porque estiman que la esperanza prevalece sobre la angustia".
No es mentira que haya dejado de escribir el hombre que quem¨® gran parte de su obra, que ahora vive levemente cegado por una lesi¨®n de retina y que se quiere confundir en las calles de Madrid con la memoria de la ciudad. "He dejado de escribir porque creo que he dicho todo lo que ten¨ªa que decir, y porque no veo para escribir una novela. Yo clausur¨¦ mi obra, la liquid¨¦, ha sido una manera de quemarla. En Abadd¨®n aparece mi tumba; antes de mi lesi¨®n de retina yo tuve la intuici¨®n de abandonar la escritura, y ah¨ª est¨¢ ese cementerio de ficci¨®n acogiendo mi cuerpo muerto. Yo s¨¦ que podr¨ªa escribir otras cosas, pero ?para qu¨¦?"
Nunca quiso que la realidad fuera m¨¢s verdadera que la ficci¨®n y algunos episodios de su obra han sido premonitorias de tragedias actuales. "En algunos aspectos, el Informe sobre ciegos parece un trasunto del Informe sobre desaparecidos, s¨ª. Y en Sobre h¨¦roes y tumbas y en Abadd¨®n hay un personaje que anuncia con cierto tono tr¨¢gico que habr¨¢ tiempos de sangre y fuego sobre Buenos Aires".
-Y ahora qu¨¦ hay sobre Buenos Aires, S¨¢bato?
-Vamos a dejar la conversaci¨®n ac¨¢, ?le parece?
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