Jug¨¢rsela a cara o cruz
La adquisici¨®n de monedas puede ser una inversi¨®n rentable, siempre que se act¨²e con prudencia
Comprobar que una peseta, una sencilla rubia acu?ada en 1946, vale hoy la friolera de 250.000 pesetas, o que la moneda de 100 pesetas emitida por el general Franco en 1969 alcanza una cotizaci¨®n de 15.000 pesetas es una llamada de atenci¨®n sobre un mercado, el numism¨¢tico, que no ha gozado de una gran popularidad, aunque desde hace tiempo se encuentra en el punto de mira de numerosos inversores. El ¨¦xito en este negocio, sin embargo, no es tan sencillo como puede parecer a simple vista.Como en todas las inversiones no financieras, la exclusividad de cada pieza marca su valor y tambi¨¦n permite adivinar la evoluci¨®n de su precio en el futuro. Pero al lado de la importancia num¨¦rica de cada acu?aci¨®n y del estado de conservaci¨®n concreto, las modas imponen criterios de aceptaci¨®n que no son f¨¢ciles de prever a largo plazo. En controlar todos estos factores reside el riesgo, la emoci¨®n y las posibilidades de convertir en muy rentable una inversi¨®n determinada.
Est¨¢ claro que cuantas menos monedas se hayan acu?ado en una emisi¨®n determinada, menor ser¨¢ la oferta en el mercado y, por consiguiente, mayor precio alcanzar¨¢ hoy o ma?ana. Por eso los expertos analizan en primer lugar el n¨²mero de piezas de cada emisi¨®n un dato que figura inevitablemente en los cat¨¢logos especializados.
Cat¨¢logo en mano
El manejo de los cat¨¢logos, por cierto, es imprescindible para el ne¨®fito, ya que en ellos -en Espa?a se editan varios- se establecen los precios oficiosos para cada, moneda. Este valor viene determinado por el estado de conservaci¨®n de la pieza y que, seg¨²n los criterios aceptados, puede ser: MBC (muy buena conservaci¨®n), cuando la moneda presenta muy poco desgaste en sus relieves, se pueden leer todos sus textos y no tiene golpes ni rayas); EBC (extraordinariamente buena conservaci¨®n), cuando el desgaste es inapreciable incluso mirando con lupa; SC, cuando est¨¢ sin circular, aunque la humedad ambiental haya ensuciado la superficie.
La catalogaci¨®n FDC (flor de cu?o), monedas sin circular y en perfecto estado, no suele ser utilizada en los cat¨¢logos espa?oles, ya que muchos profesionales consideran que esta id¨ªlica conservaci¨®n responde a criterios subjetivos y totalmente caprichosos, aun que su precio sea m¨¢s elevado Cuando una moneda est¨¢ m¨¢s deteriorada que en los casos descritos cuenta tambi¨¦n con una valoraci¨®n determinada -inferior-, aunque ¨¦sta ya no se recoge en estas publicaciones.
La numism¨¢tica cuenta con una breve historia en Espa?a, al menos desde un punto de vista puramente inversor. Hasta finales de los a?os setenta no se puede decir, en propiedad, que alguien se acerque a esta alternativa con el objetivo de resguardar o incrementar sus ahorros. Antes, s¨®lo los historiadores o los amantes de la cultura se preocupaban de esta ciencia.
En aquellos tiempos, de todas formas, todo apuntaba en favor de la inversi¨®n numism¨¢tica. Abundaban las revalorizaciones superiores o cercanas al 1.000%, aunque siempre en piezas de alta calidad. Despu¨¦s, en 1980, la aplicaci¨®n de un 30% de impuesto de lujo a las monedas que tuvieran oro o plata hundi¨® el mercado o, m¨¢s propiamente, sumi¨® en una semiclandestinidad lo que antes parec¨ªa una fruct¨ªfera expectativa, al tiempo que colaps¨® la llegada de nuevos inversores y desanim¨® a los que se hab¨ªan introducido recientemente en ella. Y es que, desde un punto de vista inversor, las piezas acu?adas con metales preciosos son las m¨¢s interesantes y atraen m¨¢s a los ne¨®fitos.
As¨ª, en la actualidad, han desaparecido las subastas, que son la mejor forma de pulsar el mercado y conocer exactamente la cotizaci¨®n de las diferentes piezas, y los expertos se rigen fundamentalmente por aquellas realizadas en el extranjero, aunque este m¨¦todo siempre supone importantes distorsiones del mercado nacional.
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