La durabilidad, virtud pol¨ªtica
ALGUNOS CAMBIOS de importancia, de segundo nivel, se acumulan estos d¨ªas en la Administraci¨®n central, incluyendo uno b¨¢sico en ta organizaci¨®n estatal de la cultura. Siempre se ha dicho que el poder desgasta; ahoraese desgaste se proyecta hacia las clases medias y medias altas de la pir¨¢mide, pero deja intacta la c¨²spide. Durante los a?os de esta legislatura se han difundido varias veces rumores de cambio en el Gabinete, muchos de ellos bastante veros¨ªmiles, y en junio del a?o pasado avalados por declaraciones de los miembros m¨¢s influyentes del Gobierno. Se esperaba que los torpes o los aprovechados salieran del Gabinete, seg¨²n promesa que hiciera en su d¨ªa el propio presidente, incluso antes de su investidura. Parece que las resistencias de la UGT de un lado y peque?as miserias conspirativas de otro decidieron finalmente a Felipe Gonz¨¢lez a suponer que todo cambio resultar¨ªa para peor. La durabilidad es tambi¨¦n una virtud pol¨ªtica, y la idea de llegar a las elecciones generales con la misma f¨®rmula de equipo seduce ahora al poder pensando que es un signo de estabilidad y de lealtad mutua entre el presidente y sus elegidos. Otra cosa dir¨ªamos si se analizaran las lealtades con sus electores. El caso es que estamos teniendo ministros que duran contra viento y marea, casos espectaculares de recuperaci¨®n ante la opini¨®n p¨²blica, como el de Fernando Mor¨¢n, casos de decrepitud que no comentamos no se sientan heridas en lo mas ¨ªntimo sus excelencias, e incluso alg¨²n ministro cuyo nombre son incapaces de memorizar las gentes, por lo inoperante.Algunos que aguardaban, desde hace 12 meses, la macrocrisis, cansados de esperar hacen la suya propia en sus departamentos. Solchaga abri¨® el fuego en su d¨ªa con el relevo en el INI que se ha sucedido en el de las presidencias de algunas empresas p¨²blicas. O sea que es el roce con la realidad el que ahora se lleva por delante alg¨²n subsecretario, alg¨²n secretario de Estado y directores generales; diversos altos cargos de funcionarios pol¨ªticos cambian de puesto, se transmutan y algunos incluso regresan al estado laico. El poder env¨ªa un mensaje subrepticio con todo ello: la alta pol¨ªtica se mueve en un nivel tan superior que es capaz de construir su propia situaci¨®n imaginaria y desenvolverse en ella filos¨®ficamente, buscando argumentos ideales acerca del arte de lo posible y la melancol¨ªa de lo imposible; mientras, el aparato del partido va tomando posiciones y el currito de lumo se rompe con lo cotidiano. Es una dial¨¦ctica digna de atenci¨®n: los escasos hilos que unen al poder con la realidad se van rompiendo y van siendo sustituidos por otros, m¨¢s fuertes, o m¨¢s j¨®venes, o m¨¢s ambiciosos, o m¨¢s listos. El espect¨¢culo es entonces la ocasi¨®n de descubrir c¨®mo esto de la durabilidad resulta un arma de doble filo: a veces duran los necios y se quiebran los valiosos. Es desde luego culpa de las cosas mismas, como lo ha expresado el que hasta ahora ha sido subsecretario de Cultura, Mario Trinidad, con una fina decepci¨®n por el car¨¢cter de intendencia dado a un puesto que ¨¦l esperaba m¨¢s dotado de decisiones. Pero a veces es culpa de que alguien no hace las cosas como es debido.
Lo de la durabilidad tambi¨¦n afecta a otros criterios, que esperamos in¨²tilmente sean puestos en pr¨¢ctica. En Espa?a se espera desde hace siglos una reforma administrativa, por la cual haya un Estado burocr¨¢tico sensible e institucionalizado, nutrido por grandes escuelas y por una pr¨¢ctica mesurada y digna, relativamente indiferente a los cambios pol¨ªticos -salvo en la obligaci¨®n de servir las grandes l¨ªneas trazadas por los programas gobernantes- que dan una sensaci¨®n de continuidad en la gesti¨®n y que producen altos cargos realmente expertos en aquellos temas a los que han sido destinados. Aqu¨ª hay, sin embargo, un baile perpetuo de cargos y responsabilidades y una desespecializaci¨®n progresiva por la cual estos funcionarios se revisten de una apariencia de utilidad general que no responde a la realidad. Venimos sufriendo una sucesi¨®n de hecatombes de subsecretarios y directores generales cada vez que cambian Gobiernos o ministros dentro de ellos, que hacen que las gestiones ministeriales tengan que ser recomenzadas continuamente. La idea de un inmovilismo en la base y una movilidad en la c¨²spi de ha hecho que pa¨ªses de una gran variaci¨®n pol¨ªtica, como Francia o Italia, sobrevivan indemnes a verdaderos terremotos pol¨ªticos y progresen a pesar de ellos. La figura que se inaugura ahora en Espa?a, la de la inmovilidad en el c¨ªrculo supremo de la alta pol¨ªtica y el movimiento en la Administraci¨®n, est¨¢ destinada a dar pobres resultados para el pueblo, pero magn¨ªficos para los gobernantes. Por lo de la durabilidad, al menos a corto plazo.
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