La sociedad, contra la guerra
El autor explica c¨®mo para erradicar definitivamente el fantasma de la guerra civil la sociedad espa?ola opt¨® por dotarse de un sistema democr¨¢tico y de libertades y por la restauraci¨®n de la tradicional monarqu¨ªa hereditaria como s¨ªmbolo de reconciliaci¨®n. A partir de ah¨ª el autor analiza los retos que tiene planteados Espa?a en relaci¨®n con su integraci¨®n en Occidente y lo que ello supone de colaboraci¨®n con la Alianza Atl¨¢ntica y Estados Unidos.
La raz¨®n ¨ªntima, profunda, de ese proceso que se ha dado en llamar transici¨®n a la democracia se encuentra, sin duda, en el anhelo, sentido imperiosamente por la mayor¨ªa de los espa?oles, de clausurar la guerra civil. Y para encadenar ese fantasma de la guerra, que a¨²n permanec¨ªa suelto y amenazador, hemos escogido el camino de la construcci¨®n de un Estado social y democr¨¢tico de derecho y de la restauraci¨®n de una monarqu¨ªa hereditaria, como s¨ªmbolo visible de nuestra reconciliaci¨®n nacional.Es el viejo argumento de concebir la sociedad y el Estado como exclusi¨®n de la guerra, como final un tanto ut¨®pico de los pronunciamientos, dictaduras y luchas fratricidas que han acompa?ado, como un estigma, la desgraciada marcha, mil veces interrumpida y mil veces reemprendida, de la Espa?a contempor¨¢nea hacia la modernidad.
Instauraci¨®n de la democracia como cancelaci¨®n de la guerra civil, s¨ª, pero tambi¨¦n como expulsi¨®n y destierro definitivo de toda guerra, escogiendo aquella forma de organizaci¨®n pol¨ªtica que Tocqueville hab¨ªa reputado como la m¨¢s inepta para superar cualquier confrontaci¨®n armada. Y hete aqu¨ª que nos encontramos, al doblar la esquina que nos lleva a los noventa, con que el fantasma que hab¨ªamos expulsado por la ventana llama de nuevo a nuestra puerta bajo la forma de una sociedad internacional dividida y enfrentada.
Sociedad civil
Y empezamos a padecer el sinsentido, como dir¨ªa Rousseau, de vivir a la vez en el orden social y en el estado de naturaleza. Dentro de nuestras fronteras hemos alcanzado el refugio y la paz que suponen la construcci¨®n de la sociedad civil, y fuera de ellas reina todav¨ªa la hobbesiana lucha de todos contra todos; descubrimos una realidad, que se sit¨²a a contrapelo de lo que es una de nuestras experiencias hist¨®ricas b¨¢sicas, que la guerra constituye no una relaci¨®n entre individuos, sino una, relaci¨®n entre Estados. Y al reci¨¦n edificado Estado soberano espa?ol se le exige que participe de esa l¨®gica, no por cierta menos funesta, que se enuncia eufem¨ªsticamente en lat¨ªn: "Si vis pacis para bellum".
Y el todav¨ªa ingenuo y ut¨®pico Gobierno socialista se enreda y se enreda en esta contradicci¨®n, proponiendo ayer la celebraci¨®n de un refer¨¦ndum para salir de la OTAN y hoy la de otro para quedarse dentro, abogando al principio por mantener intocable la relaci¨®n con EE UU y amenazando hoy con denunciar el convenio bilateral. Mateniendo, en definitiva, una tit¨¢nica pelea contra la raz¨®n y el tiempo; contra la raz¨®n, porque no se pueden cuestionar a la vez los dos elementos en los que nuestra relaci¨®n con el mundo occidental se sustenta, el convenio con EE UU y la pertenencia a la OTAN; contra el tiempo, porque el arte de gobernar se est¨¢ reduciendo cada vez m¨¢s al manejo del calendario y se est¨¢ volviendo imposible incluir en ¨¦l m¨¢s eventos. Me temo que desgraciadamente no son muchos los mundos posibles y que la normalizaci¨®n democr¨¢tica y europea de Espa?a pasa por la aceptaci¨®n de ese mundo internacional dividido y agresivo, todav¨ªa en estado de naturaleza, en el que Espa?a debe hallar a¨²n su ¨®ptima ubicaci¨®n.
Desatar el nudo gordiano ante el que ahora nos encontramos nos remite otra vez al problema del calendario y al de la l¨®gica: primero, despejar la inc¨®gnita sobre nuestra vinculaci¨®n a la OTAN; segundo, negociar la aportaci¨®n militar espa?ola a la seguridad de Occidente, y tercero, reducir la presencia militar norteamericana en Espa?a.
La integraci¨®n en las comunidades europeas, que se realizar¨¢ simult¨¢neamente a este proceso, quiz¨¢ volver¨¢ m¨¢s soportable nuestro viaje de retorno, despu¨¦s de tantos a?os, a la sociedad internacional.
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