Yugoslavia ve con preocupaci¨®n el ingreso de Espa?a en la CEE
Una no disimulada inquietud por la adhesi¨®n de Espa?a a la Comunidad Econ¨®mica Europea es la ¨²nica nube, liger¨ªsima por otra parte, capaz de enturbiar las excelentes relaciones entre Espa?a y Yugoslavia, pa¨ªs donde los Reyes de Espa?a permanecer¨¢n poco m¨¢s de dos d¨ªas, a partir de hoy, en esta segunda visita a la Europa del Este que iniciaron el pasado lunes en Bucarest. Hasta el ¨²ltimo momento, la Embajada espa?ola en Belgrado ha mantenido un delicado contencioso con las autoridades yugoslavas, partidarias de que esta estancia oficial de don Juan Carlos y do?a Sof¨ªa se prolongara durante seis d¨ªas.Los funcionarios encargados de la organizaci¨®n de la visita insist¨ªan en ello en todos los contactos mantenidos hasta poco antes de que la Zarzuela cursara instrucciones precisas sobre la duraci¨®n exacta del viaje a la delegaci¨®n diplom¨¢tica espa?ola en Belgrado, con la consiguiente decepci¨®n de los anfitriones.
Yugoslavia es un Estado sobre cuya complejidad existe una especie de dicho muy popular entre los pueblos balc¨¢nicos. Se dice que es un pa¨ªs con dos alfabetos (latino y cir¨ªlico), tres religiones (musulmana, ortodoxa y cat¨®lica), cuatro idiomas (serbio, croata, macedonio y esloveno), cinco nacionalidades (serbios, croatas, macedonios y montenegrinos) y seis rep¨²blicas (Bosnia-Hercegovina, Eslovenia, Montenegro, Macedonia, Croacia y Serbia; a ¨¦sta ¨²ltima pertenecen las provincias aut¨®nomas de Vojvodina y Kosovo).
Aparte de estas peculiaridades, Yugoslavia es el pa¨ªs comunista que m¨¢s se parece a cualquier otro lugar de Europa Occidental. Ni la compacta clase dirigente, ni la mayor¨ªa de los 23 millones de habitantes ven con buenos ojos que se les considere en el exterior un pa¨ªs del bloque socialista. Incluso la visita realizada hace escasas semanas por el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, result¨®, al parecer, sumamente molesta para el Gobierno yugoslavo, precisamente porque Ortega se present¨® en Belgrado en el contexto de una gira por los pa¨ªses del Este.
Por lo dem¨¢s, Yugoslavia est¨¢ hecha a todos los vaivenes econ¨®micos del mundo capitalista. Problemas como el paro -que afecta a m¨¢s de un mill¨®n de trabajadores-, la delincuencia, el consumo de drogas o la inflaci¨®n, incluso en una proporci¨®n desorbitada, est¨¢n a la orden del d¨ªa en este pa¨ªs.
Un paseo por las calles principales de Belgrado, o por la famosa plaza de la Rep¨²blica, donde se cruzan sin la m¨¢s leve mirada de curiosidad funcionarios de corte sovi¨¦tico y j¨®venes punkies, es sumamente revelador sobre la situaci¨®n actual de este pa¨ªs eslavo.
La propiedad social implantada con el sistema autogestionario lo abarca casi todo -existen algunos atisbos de empresas privadas-, y en los quioscos de prensa pueden encontrarse desde revistas de contenido abiertamente pornogr¨¢fico hasta unos austeros folletos sobre la guerra partisana o biografias del omnipresente Josip Broz Tito, procedentes de las mismas editoriales estatales.
Este cierto desenfado liberal que se respira en la calle coincide escasamente con el solido entramado del Gobierno, controlado por el partido ¨²nico yugoslavo, la Liga Comunista.
La grav¨ªsima crisis econ¨®mica que sufre el pa¨ªs ha obligado, no obstante, a los dirigentes comunistas a adoptar algunas medidas que no se corresponden precisamente con los principios del marxismo-leninismo. As¨ª, en los ¨²ltimos tiempos se ha liberalizado extraordinariamente la legislaci¨®n sobre inversiones de capital extranjero, en un desesperado intento de sacar a flote una econom¨ªa asfixiada por una deuda externa que supera los 18.000 millones de d¨®lares.
Todo ello no parece haber alterado, sin embargo, el aspecto f¨®sil de las instituciones agarrotadas por una burocracia que da un toque del Este a este pa¨ªs orgulloso de estar entre los no alineados y fascinado por el consumo capitalista.
Entre Espa?a y Yugoslavia no existen contenciosos pol¨ªticos que resolver y las relaciones diplom¨¢ticas son excelentes, aunque, hasta ahora, han sido escasos los contactos a alto nivel entre los dos pa¨ªses.
Intercambio reducido
Desde el punto de vista econ¨®mico, como en el caso de Rumania, el intercambio comercial es todav¨ªa reducido, ya que apenas supera los 70 millones de d¨®lares globalmente, con un claro equilibrio entre exportaciones e importaciones, entre ambos pa¨ªses. El ingreso de Espa?a en la CEE, con la que Yugoslavia tiene firmado un acuerdo de colaboraci¨®n, ha sembrado la inquietud en este pa¨ªs, que conf¨ªa en no ver perjudicadas sus exportaciones a Europa cuando, se materialice este hecho.Con su personal v¨ªa al socialismo Yugoslavia no se ha convertido en una sociedad sin clases, pero s¨ª ha logrado lo que algunos conoce ores del pa¨ªs denominan el barullo de clases. La cocinera de cualquier embajador extranjero puede ganar m¨¢s que el presidente de la Rep¨²blica -de hecho, esto ocurre-, y la limpiadora de una empresa puede percibir un sueldo muy superior al del ingeniero de otra.
En cualquier caso, estos salanos son muy inferiores a los que se perciben por los mismos trabajos en los pa¨ªses occidentales, mientras los productos alcanzan precios tan prohibitivos que resulta inexplicable el actual nivel de consumo, bastante elevado, en el pa¨ªs.
En medio de este complicado contexto, el r¨¦gimen yugoslavo, en un rasgo de m¨¢xima liberalidad, se permite el lujo de mantener en una situaci¨®n de libertad vigilada a un numero nada desde?able de disidentes, todos ellos dentro de la fe marxista y patri¨®tica. Milovan Djilas, ex compa?ero del fallecido Tito, que ronda ya los 70 a?os, o Milan Nikolic, joven soci¨®logo que termina actualmente su master en una universidad norteamericana, reciben incansables a los periodistas extranjeros que cruzan fugazmente Yugoslavia. Ambos han sufrido, como muchos otros yugoslavos, peque?as condenas por delitos de opini¨®n, pero su esfera de influencia ideol¨®gicas es, por lo que parece, bastante reducida.
Mucha mayor capacidad de incidir en la opini¨®n p¨²blica tienen en este pa¨ªs, especialmente en algunas rep¨²blicas, el clero musulm¨¢n, -principal religi¨®n- y, por sus caracter¨ªsticas militantes, el amplio sector cat¨®lico. Yugoslavia, que mantiene relaciones diplom¨¢ticas con el Vaticano, curs¨® hace tiempo una invitaci¨®n oficial al papa Juan Pablo II para visitar el pa¨ªs. Las exigencias de algunos sectores del Vaticano, seg¨²n coment¨® un alto funcionario de la Administraci¨®n, han impedido hasta ahora que esta visita se lleve a cabo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.