Espa?a y Portugal seg¨²n Pessoa
Una de las facetas menos conocidas en Espa?a de] polifac¨¦tico Fernando Pessoa es su pensamiento pol¨ªtico. En cambio, de la poes¨ªa que escribi¨® en su nombre y en el de los poetas heter¨®nimos, as¨ª como del disgusto de existente a la fuerza que reflejan las p¨¢ginas del Libro del desasosiego empiezan a saber bastante, entre admirados y desconcertados, muchos lectores espa?oles. Pessoa es, en efecto, uno de los autores contempor¨¢neos que durante los ¨²ltimos a?os ha ido ganando m¨¢s adeptos entre nosotros. Si en algo he contribuido a ello, tambi¨¦n es cierto que he procurado hacer ver en mis ensayos y en las presentaciones de sus obras que Pessoa era un escritor tan completo, tan complicado y tan coherente a su manera que la interpretaci¨®n de su personalidad po¨¦tica depende tanto de la que se haga de su pensamiento pol¨ªtico como ¨¦sta de que se llegue a comprender su enfoque del fen¨®meno religioso. Y claro est¨¢ que pol¨ªtica y religiosidad act¨²an sobre sus poemas de la misma manera que la poes¨ªa influye en sus ideas pol¨ªticas y religiosas.No son, a mi juicio, un rompecabezas, sino una obra abierta, los escritos que nos ha legado este gran poeta portugu¨¦s. Abierta en el sentido de que se presta a varias lecturas complementarias, pero no contradictorias, que van desde la estrictamente racional hasta la puramente intuitiva, es decir, desde la de car¨¢cter acad¨¦mico hasta la de naturaleza art¨ªstica. "Lo que en m¨ª siente est¨¢ pensando", escribi¨® Pessoa en su c¨¦lebre poema La segadora, y esta confesi¨®n espont¨¢nea debe ser tenida en cuenta al mismo tiempo que la declaraci¨®n t¨¢cita -y comprobable mediante una lectura atenta de su obra- de que lo que en ¨¦l piensa est¨¢ sintiendo, puesto que la tensi¨®n entre lo emotivo y lo racional es quiz¨¢ la caracter¨ªstica m¨¢s destacada de toda su escritura. De ah¨ª que las diferentes interpretaciones que el lector pueda hacer de ella dependan sin duda de los dos puntos de vista que, siguiendo el ejemplo de su autor, le es perfectamente l¨ªcito adoptar. Lo cual no se convertir¨¢ en motivo de confusi¨®n si uno de ellos no es totalmente descartado cuando el otro sea el punto de partida de la lectura.
Como la mayor parte de los escritos pol¨ªticos de Pessoa quedaron in¨¦ditos -y casi todos ellos en estado fragmentario- a la muerte del poeta, con buen n¨²mero de ¨¦stos y con los pocos que public¨® en vida Joel Serrao ,ha organizado tres libros titulados Sobre Portugal, Da Republica y Ultim¨¢tum, aparecidos entre febrero de 1979 y septiembre de 1980. Contamos, pues, con elementos suficientes para adentrarnos en el apasionante mundo de las utop¨ªas y las profec¨ªas de Pessoa, pero tambi¨¦n de sus agudos y documentados an¨¢lisis pol¨ªticos y sociales. Y ser¨¢ bueno advertir al lector, con objeto de evitarle algunas sorpresas, que mientras sus an¨¢lisis objetivos de la historia y de la actualidad le deben mucho a su pragm¨¢tica educaci¨®n inglesa -recibida en Durban (?frica del Sur) durante la ni?ez y la adolescencia-, sus escritos de car¨¢cter prof¨¦tico y ut¨®pico son consecuencia de la asunci¨®n por parte de Pessoa de un sebastianismo que partiendo de la interpretaci¨®n de los versos de Bandarra -el zapatero de Trancoso que vaticin¨® la vuelta del rey don Sebasti¨¢n, desaparecido ante las murallas de Alcazarquivir- lleg¨® a apropiarse de la idea de un futuro quinto imperio que hab¨ªa sido patrocinada por Antonio Vieira, el extraordinario jesuita y prosista barroco cuyos escritos esot¨¦ricos fueron condenados por la Inquisici¨®n.
Pessoa aseguraba que este quinto imperio -sucesor en el tiempo de los imperialisnios griego, romano, cristiano y moderno- no tendr¨ªa car¨¢cter econ¨®mico ni militar, sino cultural y pacifista, y que se originar¨ªa en el pensamiento -y en el sentimiento- portugu¨¦s. Tal es en realidad el significado de la profetizada vuelta de don Sebasti¨¢n. Pessoa estaba seguro de que aquel rey hab¨ªa muerto en ?frica, pero cre¨ªa en la necesidad de un mito que despertase las dormidas energ¨ªas de su pa¨ªs, y este mito no pod¨ªa ni deb¨ªa ser otro que el sebastianismo, que hab¨ªa calado muy hondo en la conciencia nacional portuguesa.
De esta manera, realidad y mito -este ¨²ltimo en cuanto explicaci¨®n trascendente y m¨¢gica de aqu¨¦lla- estimularon simult¨¢neamente el pensamiento pol¨ªtico pessoano. Pero ?qu¨¦ tiene que ver Espa?a con todo esto? Mucho, y por dos razones pr¨ªncipales. La primera de ellas es que una de las consecuencias inmediatas de la muerte de don Sebasti¨¢n fue el que reinasen en Portugal los Austrias espa?oles; la segunda, que siendo la cultura lusitana una parte de la ib¨¦rica, a la que el poeta consideraba claramente distinta de la del resto de Europa, el proyecto del quinto imperio no pod¨ªa prescindir de ninguno de los pueblos peninsulares.
No han sido pocos los pensadores portugueses que han atr¨ªbuido la decadencia de su pa¨ªs al impacto del dominio espa?ol en su organizaci¨®n pol¨ªtica y en su cultura. Pessoa, en cambio, no parec¨ªa estar de acuerdo con ellos, pues pensaba que la anexi¨®n a Espa?a (las cursivas son suyas) no fuera la causa de una decadencia que se hab¨ªa iniciado antes de que muriese don Sebasti¨¢n. "Fundamentalmente", escribi¨®, "las causas son sociales y se han de buscar m¨¢s en la decadencia del pa¨ªs absorbido que en la fuerza del pa¨ªs absorbente. No hay accidentes en la historia de las sociedades por mucho que a veces as¨ª parezca; ning¨²n pa¨ªs muere a consecuencia de un accidente, como un individuo. Muere a veces de una enfermedad r¨¢pida, otras de una enfermedad lenta, otras de vejez, pero siempre de muerte natural y fundamentalmente no propiamente de la enfermedad, sino de la predisposici¨®n a esa enfermedad...".
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No es que Pessoa pensase que el dominio de la casa de Austria no hubiese influido en la descomposici¨®n pol¨ªtica portuguesa; sencillamente consideraba que no fue su primera causa, pues cre¨ªa, y as¨ª lo escribe en Da Republica, que el verdadero origen de dicha descomposici¨®n fue el hecho de que Portugal se quedase antes de la anexi¨®n "reducido pol¨ªticamente a un mero poder central, sin vida aristocr¨¢tica pol¨ªtica porque la aristocracia fue pol¨ªticamente muerta por don Juan II, y sin vida popular pol¨ªtica porque la vida de los municipios, lentamente apagada bajo los reyes de la casa de Av¨ªs, lleg¨® a extinguirse de los Felipes a los Braganzas, y al decaer el poder central todo decay¨® pol¨ªticamente". Los Austrias fueron, pues, colaboradores pero no iniciadores de la decadencia, lo cual no impidi¨®, como reconoce Pessoa, que los odios tradicionales del alma portuguesa se dirigiesen contra Espa?a, contra Francia y contra el Reino Unido; y ello a pesar de que Gran Breta?a ha sido la aliada tradicional de los gobernantes portugueses. Pero es muy posible que nuestro poeta tuviese presente al escribir esto la cuesti¨®n del ultim¨¢tum de 1890, al que me he referido hace poco en estas mismas p¨¢ginas.
Que Pessoa no sent¨ªa odio hacia Espa?a lo prueba el hecho de que lo m¨¢s duro que escribi¨® contra ella fue un corto p¨¢rrafo del manifiesto titulado Ultim¨¢tum, que dio lugar a que la polic¨ªa lisboeta secuestrase el primer y ¨²nico n¨²mero de la revista Portugal futurista, en la que apareci¨® en el a?o 1917. Antes de transcribirlo debo decir que el Ultim¨¢tum pessoano, firmado por el heter¨®nimo ?lvaro de Campos, est¨¢ dirigido contra los intelectuales, los gobernantes y los pueblos de la Europa de la Gran Guerra, que no deja t¨ªtere con cabeza y que es mucho m¨¢s c¨¢ustico y cruel con otros pa¨ªses que con el nuestro. Dice as¨ª: "?T¨², imperialismo espa?ol, salero en pol¨ªtica, con toreros de sambenito en las almas al volver la esquina y virtudes guerreras enterradas en Marruecos!". Y ya no vuelve a acordarse de Espa?a en este largo y agresivo escrito antieuropeo. Aunque sea un tanto cruel su alusi¨®n a la desgraciada guerra de ?frica, la verdad es que Pessoa no ten¨ªa mucho que decir contra Espa?a que no tuviera, asimismo, que decir contra Portugal. Pero sus palabras m¨¢s dignas de ser meditadas -dejando de lado algunas salidas de tono- son las que escribe en Sobre Portugal, seg¨²n las cuales este pa¨ªs "no difiere en el g¨¦nero, sino en la especie, de las otras regiones de Iberia. Es decir, los enemigos culturales de Portugal son los enemigos culturales de Iberia, y viceversa. Como se trata de un grupo civilizacional, la cuesti¨®n aqu¨ª no es pol¨ªtica, y por eso puede haber enemigos pol¨ªticos de Portugal que no lo sean de Espa?a, y de Espa?a que no lo sean de Portugal". Lo que quiere decir que, por cima de las vicisitudes pol¨ªticas, hay una afinidad cultural entre ambos pa¨ªses en virtud de la cual est¨¢n llamados a entenderse. Y no me apoyo s¨®lo en la l¨®gica para llegar a esta conclusi¨®n, puesto que es el mismo Pessoa quien, en uno de sus escritos sobre el quinto imperio -ya vemos que an¨¢lisis racionalista y visi¨®n mitol¨®gica son complementarios para entender, su pensamiento- se lee que en la fecha "del gran regreso, en que se reanimar¨¢ el alma de la patria, se reconstruir¨¢ la ¨ªntima unidad de Iberia" a trav¨¦s de Portugal, es decir, del quinto imperio so?ado por los sebastianistas. Y es que, seg¨²n nuestro poeta, su pa¨ªs es una rama especial del grupo ib¨¦rico de naciones, y debido a ello, "para determinar cu¨¢l es la cultura portuguesa tenemos que determinar primero cu¨¢l es la cultura caracter¨ªstica del grupo ib¨¦rico", el cual representa una modalidad de la cultura general del cristianismo.
Ser¨ªa muy interesante, de contar con espacio para hacerlo, analizar los razonamientos hist¨®ricos y sociol¨®gicos que llevaron a Fernando Pessoa a la convicci¨®n de que la religi¨®n del quinto imperio -un imperio cultural, no conviene olvidarlo- hab¨ªa de ser un nuevo paganismo en cuyo pante¨®n tuviesen cabida todos los dioses, incluido el cristiano, pero en un plano de igualdad con los dem¨¢s. El significado m¨¢s profundo de esta proposici¨®n parece ser el de la consecuci¨®n de una s¨ªntesis cultural que eliminase tanto las supersticiones paganas como las cristianas, de manera que todas las ideas y todos los sentimientos occidentales se armonizasen en la unidad de una cultura y una civilizaci¨®n superiores. En este sentido, el hecho de que cada uno de los principales poetas heter¨®nimos tuviese unas creencias religiosas distintas, pero complementarias de las creencias de los dem¨¢s y, por supuesto, de las del Pessoa ort¨®nimo, que se declar¨® seguidor de la antigua tradici¨®n ocultista, demuestra que la interdependencia del pensamiento pol¨ªtico y el sentimiento po¨¦tico de este autor es un hecho innegable.
No voy a dedicar m¨¢s espacio a tan sugerente tema porque no querr¨ªa terminar estas l¨ªneas sin ofrecer una prueba de que sus mitos y sus ideas, m¨¢s o menos ut¨®picas, no imped¨ªan sino estimulaban a Pessoa a observar el acontecer pol¨ªtico de su tiempo con una atenci¨®n tan objetiva como penetrante. En un escrito del a?o 1930 se refiere a la "confusa situaci¨®n pol¨ªtica de Espa?a", y al compararla con la que exist¨ªa en su pa¨ªs 20 a?os atr¨¢s, en v¨ªsperas de la proclamaci¨®n de la Rep¨²blica portuguesa, observa que "como en el Portugal de entonces, la ¨²nica fuerza activa en el pa¨ªs es la fuerza republicana; es una minor¨ªa como lo era en Portugal, pero es una minor¨ªa activa que se enfrenta a una mayor¨ªa pasiva. Y de la misma manera que esa minor¨ªa activa derroc¨® a la monarqu¨ªa en Portugal, no hay ninguna garant¨ªa de que los republicanos espa?oles no derroquen a la monarqu¨ªa de Espa?a"; palabras que no pueden ser calificadas de prof¨¦ticas, porque el mismo Pessoa se da por enterado en el escrito del que forman parte de lo que la mayor¨ªa de los espa?oles pensaba en 1930 -que la proclamaci¨®n de la Rep¨²blica era inevitable-, pero que demuestran tanto la atenci¨®n con que segu¨ªa el acontecer pol¨ªtico espa?ol como su entendimiento de las lecciones del pasado.
Por lo dem¨¢s, Pessoa pensaba que el pr¨®ximo fin de la monarqu¨ªa espa?ola ser¨ªa consecuencia de una serie de fallos personales, es decir, de la falta de pol¨ªticos capaces de sostener con su prestigio el trono espa?ol amenazado, pues si "los republicanos espa?oles y un buen n¨²mero de mon¨¢rquicos odian personalmente al rey Alfanso", la dictadura no logr¨® afianzar la instituci¨®n mon¨¢rquica porque "Primo de Rivera destacaba pol¨ªticamente, pero no destacaba personalmente".
El tema de Espa?a y sus relaciones con Portugal fue, como estamos viendo, una de las principales preocupaciones pol¨ªticas de Pessoa; y ello no puede extra?arnos porque, seg¨²n ¨¦l, ambos pa¨ªses est¨¢n llamados, si no se conforman con existir y quieren adem¨¢s hacer, a formar parte de una federaci¨®n ib¨¦rica a cuyo proyecto dedic¨® un libro titulado Sobre Iberia y el iberismo, que dej¨®, desgraciadamente, incompleto pero en el que hay p¨¢ginas de extraordinario inter¨¦s. Hoy, cuando Espa?a y Portugal caminan hacia la integraci¨®n en el proyecto de una Europa unida pol¨ªtica y econ¨®micamente, el pensamiento pessoano sobre la uni¨®n ib¨¦rica cobra una actualidad tan nueva y estimulante que no estimo que sea inoportuno ocuparse de ¨¦l en un pr¨®ximo art¨ªculo.
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