La guerra imposible de Nicol¨¢s Redondo
La mayor crisis interna del socialismo desde Suresnes
La decidida oposici¨®n de UGT al proyecto de ley sobre reforma de las pensiones y las cr¨ªticas p¨²blicas de su secretario general, Nicol¨¢s Redondo, al presidente Gonz¨¢lez han provocado en la familia socialista la mayor crisis interna de su historia reciente. El proyecto de ley, pese a su incuestionable importancia e incidencia social, no es suficiente para explicar la gravedad de esta crisis, que ha dividido en dos bloques compactos y enfrentados a la familia socialista. Varios sindicalistas, dirigentes del PSOE, parlamentarios y alg¨²n ministro han sido consultados para la elaboraci¨®n de este informe sobre la gestaci¨®n y las claves de este conflicto.
CARLOS G?MEZ, La gestaci¨®n de este conflicto entre la UGT y el PSOE es una historia larga y compleja bajo la que subyacen a un tiempo profundas diferencias sobre el modelo de relaciones partido-sindicato-Gobierno y el reparto de poder, un conflicto de lealtades y una confrontaci¨®n ideol¨®gica.
Nicol¨¢s Redondo, uno de los m¨¢s viejos l¨ªderes del socialismo en activo, se ha enfrentado ahora con su patrocinado del congreso de Suresnes, con Felipe Gonz¨¢lez. La legitimidad hist¨®rica de aquel que renunci¨® a ocupar la secretar¨ªa general del PSOE para apoyar a un joven y desconocido abogado en 1974 se contrapone hoy a la legitimidad de su patrocinado de entonces y art¨ªfice principal de la renovaci¨®n y triunfo electoral del PSOE tras la muerte de Franco. Valgan estos datos, meros apuntes de situaci¨®n, para concretar una de las facetas del actual conflicto entre la militancia socialista (pugna de lealtades) y como puntos de referencia para los posteriores acontecimientos.
Los antecedentes del conflicto, sin embargo, hay que situarlos en noviembre de 1982. Felipe Gonz¨¢lez, tras su triunfo abrumador en las urnas, pide a Nicol¨¢s Redondo que alg¨²n miembro de UGT pase a formar parte de su Gobierno y muy especialmente le solicita, para el Ministerio de Trabajo, a Jos¨¦ Luis Corcuera, presunto delf¨ªn del secretario general del sindicato.
Redondo, que intuye desde hace meses que se van a producir conflictos entre el Gobierno y el sindicato y quiere preservar la independencia de UGT, hace desistir a Felipe Gonz¨¢lez de este prop¨®sito. Pero atendiendo su petici¨®n de que le facilite algunos nombres para la cartera de Trabajo, le recomienda a Joaqu¨ªn Almunia.
El nuevo Gobierno y el reparto de influencias en la Administraci¨®n pronto se polariza en torno a dos centros de poder: el vicepresidente Guerra y sus asesores (los denominados fontaneros) y el superministro de Econom¨ªa y Hacienda, Miguel Boyer.
La pol¨ªtica econ¨®mica del equipo Boyer, basada en un ajuste duro con ribetes de estabilizaci¨®n, provoca de inmediato algunas cr¨ªticas muy discretas, casi en voz baja, de guerristas y ugetistas.
Los primeros problemas entre UGT y el Gobierno surgen en la segunda mitad de 1983, cuando el equipo econ¨®mico de Boyer se niega a suscribir un nuevo acuerdo con las fuerzas sociales -sindicatos y patronal- para regular la negociaci¨®n colectiva de 1984. Boyer sostiene que sin acuerdo social los salarios crecer¨¢n menos, lo que contribuir¨¢ a reducir la inflaci¨®n. La Uni¨®n General de Trabajadores, que desde 1979 hab¨ªa optado por la pol¨ªtica de pactos y de renuncia a la conflictividad, recibe con manifiesto enojo esta decisi¨®n del Gobierno que le aboca a negociar uno por uno cada convenio colectivo. Al final, tras este proceso, los salarios crecen en 1984 por encima de las previsiones del equipo Boyer y hay un alto coste por huelgas y horas perdidas.
De forma paralela, se producen las primeras declaraciones de responsables del equipo econ¨®mico del Gobierno sobre la imposibilidad de generar los 800.000 puestos de trabajo prometidos en el programa electoral y se lanzan los primeros globos sonda sobre la necesidad de flexibilizar plantillas y de liberalizar los despidos en algunas circunstancias. Estos hechos, junto al continuo incumplimiento de distintos puntos del programa electoral y el aplazamiento en la entrada en vigor de la jornada de 40 horas, encrespan a los dirigentes socialistas. Nicol¨¢s Redondo realiza las primeras cr¨ªticas serias al Ejecutivo, pero siempre las circunscribe al ¨¢rea econ¨®mica.
Las relaciones son todav¨ªa fluidas entre Redondo y el palacio de la Moncloa y persiste una cierta coincidencia y simpat¨ªa entre guerristas y UGT. Estos contactos deparan la correcci¨®n de algunas medidas del equipo econ¨®mico y salvan la escasa disposici¨®n de Boyer no s¨®lo a negociar, sino a entrevistarse incluso con los sindicalistas.
En este contexto se producen los enfrentamientos derivados de la reconversi¨®n industrial (siderurgia, naval, etc¨¦tera) entre UGT y el ministro de Industria, Carlos Solchaga. Hay descalificaciones p¨²blicas mutuas y la central socialista convoca por primera vez huelgas contra la pol¨ªtica del Gobierno. Al final interviene el propio Felipe Gonz¨¢lez y se aceptan las tesis de UGT de sustituir las rescisiones por suspensiones de contratos en el tratamiento de los excedentes laborales.
OTAN y Txiki Benegas
El retorno a la pol¨ªtica de concertaci¨®n exigida por UGT, que se lleva a cabo en contra de los criterios de Miguel Boyer y a la vista de los malos resultados de la falta de acuerdo del a?o anterior, recrudece los enfrentamientos. Las negociaciones del Acuerdo Econ¨®mico y Social (AES) en este clima dan pie a intentos de pactos secretos entre el Gobierno y la CEOE que son desbaratados por UGT. El AES se firma finalmente, pero las heridas abiertas ya no se cerrar¨¢n.
Redondo no se muerde la lengua al criticar la prepotencia de algunos ministros, la proclividad de ciertos altos cargos a rehuir los contactos con los sindicalistas, a alternar con los grandes empresarios y la aristocracia, y su presencia habitual en las revistas del coraz¨®n. Se queja de la escasa sensibilidad por los temas sociales de muchos miembros del Gabinete y de la exageraci¨®n ("desmesura", en palabras de Redondo) de muchas de las medidas de corte neoliberal adoptadas por el Gobierno.
De forma paralela se produce el giro copernicano de Felipe Gonz¨¢lez con respecto a la OTAN, decisi¨®n que acrecienta el descontento de UGT con el presidente.
Y as¨ª se llega al 30? congreso del PSOE, donde los guerristas pactan con UGT la ponencia econ¨®mica y logran moderar las cr¨ªticas del sindicato a la nueva actitud de Gonz¨¢lez a favor de la OTAN. El partido acuerda respaldar en este punto al presidente, como estaba previsto, y de la familia socialista s¨®lo las juventudes y UGT contin¨²an dispuestos a hacer campa?a por la salida de la OTAN. Jos¨¦ Mar¨ªa Benegas se convierte en este congreso en el hombre fuerte del PSOE (secretario general de organizaci¨®n y coordinador), pese a las reticencias de Redondo para que compatibilice sus nuevas responsabilidades con la secretar¨ªa general del Partido Socialista de Euskadi (PSE).
Esta batalla vuelve a ser perdida por los ugetistas meses despu¨¦s, en el congreso del PSE, donde su candidato para el cargo de secretario general, Ricardo Garc¨ªa Damborenea, es derrotado por Benegas, que as¨ª contin¨²a en el cargo. La victoria es apretada y se produce tras recibir serias presiones desde la Moncloa -hubo incluso un telegrama a Damborenea- buena parte de los compromisarios. Es un nuevo rev¨¦s para
La guerra imposible de Nicol¨¢s Redondo
Nicol¨¢s Redondo. Tras estos dos congresos las relaciones entre ugetistas y guerristas se deterioran.Estalla la crisis
Con tres meses de retraso, y a petici¨®n de UGT y CEOE, se pone en marcha la comisi¨®n tripartita prevista en el AES para el estudio de la reforma de la Seguridad Social. Se producen algunas reuniones sobre este tema que s¨®lo sirven para agudizar las discrepancias entre UGT y el Gobierno. ?ste decide circunscribir de momento la reforma de la Seguridad Social al tema de las pensiones y llevar adelante ¨¦sta de inmediato. Redondo se siente enga?ado. La decisi¨®n del Gobierno incumple los acuerdos del AES y el pacto de la ponencia econ¨®mica aprobada por el 30? congreso. Por otra parte, la reforma, a su juicio, supone un dr¨¢stico recorte de prestaciones.
Entretanto, los ¨²ltimos indicadores econ¨®micos, publicados en estos d¨ªas, no son muy halag¨¹e?os para Boyer y ¨¦ste adopta una serie de medidas por sorpresa (muchos ministros se enteran de su contenido en el mismo Consejo de Ministros) que suponen un giro importante respecto a la pol¨ªtica seguida hasta entonces. Los enfrentamientos internos en el Gabinete y en la Administraci¨®n se recrudecen.
En este marco, que no es desconocido por los ugetistas, y en el convencimiento de que sus postulados eran correctos cuando advert¨ªan sin ¨¦xito que el consumo se pod¨ªa desplomar si continuaba la dr¨¢stica reducci¨®n de los salarios, estalla la crisis en toda su gravedad. Nicol¨¢s Redondo, aprovechando su comparecencia en la tribuna del club Siglo XXI, vuelve a abogar por la pol¨ªtica de concertaci¨®n que tan poco agrada a Miguel Boyer, habla de la embestida neoliberal y del corporativismo de los altos cargos de la Administraci¨®n y critica con singular dureza la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno por "excesiva y descompensada". El l¨ªder ugetista no duda en responsabilizar al Ejecutivo, y no s¨®lo a los empresarios, de los cerca de tres millones de parados que existen hoy: "El empe?o de los Gobiernos, e incluyo en ellos sin ninguna duda al Gobierno socialista, en forzar los excedentes empresariales, as¨ª como una desaceleraci¨®n salarial excesiva, ha provocado una ca¨ªda del consumo y ha conducido en gran medida a la destrucci¨®n de empleo que padecemos".
Este discurso y sus declaraciones a una revista ("el presidente es el culpable de las medidas econ¨®micas"; "no digo que este Gobierno haga una pol¨ªtica reaccionaria, pero en algunos casos coincide con la de Reagan", y "muchas veces parece que el Gobierno act¨²a por mandato divino y que sus decisiones son dogmas de fe") causan una aut¨¦ntica conmoci¨®n. Por primera vez alguien del partido, y no un cualquiera, sino el mism¨ªsimo Nicol¨¢s Redondo, se atreve a culpar directamente al jefe, al presidente Felipe Gonz¨¢lez.
La reacci¨®n es fulminante. Los ministros y altos cargos, pese a sus querellas internas, se agrupan en una pi?a en torno al jefe; el partido, de la mano de Benegas, cierra tambi¨¦n filas alrededor del presidente, y en el grupo parlamentario se advierte seriamente al medio centenar de diputados y senadores ugetistas de las graves consecuencias que tendr¨ªan para los mismos un voto contrario al proyecto de ley de las pensiones. Corcuera, el n¨²mero dos de UGT e interlocutor predilecto de la Moncloa, dimite de la ejecutiva y un senador ugetista anuncia su renuncia.
Temores e insidias
La polarizaci¨®n en dos bloques de la familia socialista est¨¢ provocando verdaderos conflictos internos, ideol¨®gicos y de lealtades entre sus militantes y est¨¢ propiciando la proliferaci¨®n de explicaciones autojustificativas y de insidias.
Algunos destacados miembros del partido y algunos ministros acusan directamente a Jos¨¦ Mar¨ªa Zufiaur, art¨ªfice de toda la pol¨ªtica de concertaci¨®n del sindicato, de ser el verdadero culpable del enfrentamiento entre Redondo y Gonz¨¢lez. El m¨®vil de este brusco cambio de estrategia de Zufiaur, seg¨²n estas fuentes, ser¨ªa el rencor por su imposibilidad de suceder a Redondo en la UGT dada su contestada entrada en el sindicato, procedente de USO, y de hacer carrera en el partido. Esta teor¨ªa est¨¢ bastante extendida y para muchos es clave que caiga Zufiaur.
Un miembro del Gobierno va m¨¢s all¨¢ y acusa a Redondo de haberse quedado sindicalmente anticuado y de querer influir sobre las decisiones del Ejecutivo a trav¨¦s del grupo parlamentario. "Ni UGT ni ning¨²n otro sindicato tienen hoy suficiente implantaci¨®n y fuerza en Espa?a para obligar a un Gobierno mediante huelgas y movilizaciones a dictar unas disposiciones o a modificar otras". De ah¨ª que quiera influir a trav¨¦s del partido y del Parlamento, "como hac¨ªamos en la ¨¦poca de UCD", seg¨²n el ministro, "sin darse cuenta que la situaci¨®n es distinta. Que UGT hubiera participado en el Gobierno, como se le pidi¨®, en vez de quedarse al margen. No quiso participar en el Gobierno para no quemarse y preservar su independencia, pero pretende influir en sus decisiones a trav¨¦s del partido y del grupo parlamentario".
Un miembro de la ejecutiva de UGT califica de insidias estos comentarios: "Tambi¨¦n han llegado a decir que hemos provocado el enfrentamiento porque en UGT se cobra menos que en el partido", y niega cualquier radicalizaci¨®n del sindicato. "Seguimos siendo partidarios de la concertaci¨®n y de la moderaci¨®n salarial, pero no podemos aceptar que un Gobierno socialista nos imponga una f¨¦rrea pol¨ªtica neoliberal sin ning¨²n contenido social y que s¨®lo favorece los excedentes empresariales". "Decir que Redondo tiene ahora ambiciones de poder, cuando les ha puesto a todos, comenzando por Felipe Gonz¨¢lez, es cuando menos una solemne chorrada".
Algunos dirigentes socialdem¨®cratas empiezan a cuestionar la necesidad de un ap¨¦ndice sindical al PSOE. Varios partidos socialistas est¨¢n en el Gobierno en distintos pa¨ªses y no cuentan con sindicato propio o ¨¦ste es minoritario. "UGT no es imprescindible, y si nos crea problemas, es mejor desentenderse o que desaparezca".
Un diputado sindicalista reconoce que probablemente el PSOE, aunque no existiera UGT, ganar¨ªa las elecciones de 1986, pero el partido dejar¨ªa de ser de izquierdas y acabar¨ªa convirti¨¦ndose en una fuerza progresista como mucho. Por otra parte, olvidan que este pa¨ªs est¨¢ muy desvertebrado y que los sindicatos, UGT o Comisiones Obreras, son necesarios para dar estabilidad a la sociedad espa?ola.
Nicol¨¢s Redondo, seg¨²n fuentes pr¨®ximas al mismo, no est¨¢ dispuesto a levantar bandera en el Parlamento con el tema de las pensiones ("que cada parlamentario act¨²e seg¨²n crea en conciencia") ni a hacer nada que pueda destruir el PSOE, por el que tantos a?os ha luchado. Pero tampoco est¨¢ dispuesto a que UGT se convierta en una correa de transmisi¨®n de las decisiones del Gobierno. No va a dejar que le defenestren, no va a arrojar la toalla, a?aden estas fuentes, aunque no le asustar¨ªa en otras circunstancias retirarse y pasar al fondo de pensiones. Pero de momento, a?aden estas fuentes, seguir¨¢ defendiendo las actuales posiciones de UGT y har¨¢ campa?a, tal como acord¨® el ¨²ltimo congreso del sindicato, a favor de la salida de la OTAN.
Fuentes del partido denuncian, por otra parte, la alianza entre los barones del PSOE y Nicol¨¢s Redondo en algunas comunidades. Citan al respecto la presencia de Joaqu¨ªn Leguina junto a Redondo en los actos madrile?os del Primero de Mayo a pesar del enfrentamiento con el presidente y la reciente publicaci¨®n por Raimon Obiols, en Catalu?a, de los discursos del secretario general de UGT. "Desde el 30? congreso est¨¢n descontentos por la p¨¦rdida de poder, y como tienen presupuestos independientes, tienen pesebres aut¨®nomos y lealtades propias. Tambi¨¦n se le est¨¢n uniendo a Redondo otros descontentos del partido".
Interrogado un miembro de Izquierda Socialista, puntualiz¨® que ellos estaban de acuerdo con el fondo de los planteamientos de Redondo, pero no con la forma. "Nosotros nunca hemos atacado a Felipe, ni lo vamos a hacer". Un alto cargo guerrista insiste tambi¨¦n en que se recompondr¨¢ la situaci¨®n y las relaciones PSOE-UGT tras la reforma de pensiones.
Tanto en el partido como en el sindicato est¨¢n convencidos de que el Gobierno no retirar¨¢ el proyecto de ley de pensiones y que las movilizaciones promovidas por UGT no lograr¨¢n modificar su prop¨®sito. "Felipe se ha comprometido demasiado en este tema y no va a dar marcha atr¨¢s; pero la victoria ser¨¢ p¨ªrrica y lamentable. Ser¨¢ una victoria del Gobierno y del PSOE sobre la UGT".
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