La elipse
28 martes
Don Gonzalo de Borb¨®n pide -y ha obtenido jur¨ªdicamente, de momento- 40 millones de ptas. a una revista por haber dado fotos de su santa desnuda, hace dos a?os, cuando no era su santa, sino s¨®lo una modelo desconocida. A don Gonzalo lo he conocido y tratado bastante en casa de Amaro G¨®mez Pablos y en el restaurante Los Remos, siempre por un Madrid in¨¦dito para los no iniciados. Entre el whisky y la premiosidad dial¨¦ctica, a don Gonzalo no acababa de entend¨¦rsele bien. Un d¨ªa me cont¨® c¨®mo un obrero de UGT le hab¨ªa echado abajo una empresa de seguros, metiendo documentos falsos en la computadora. "Cuando todos se fueron, llam¨¦ al de UGT y le dije cuatro cosas". Por entonces, don Gonzalo andaba con la bella Carmen Harto (una Marta Toren de los 80), que, en una tarde de whisky y rosas, defendi¨® bravamente la independencia de la mujer dentro del matrimonio. Ya separados, un periodista argentino, Mario Mactas, que entonces dirig¨ªa Gaceta ilustrada, del grupo God¨®, proyect¨® un reportaje en el que Carmen me entrevistar¨ªa en ba?ador, albores del verano. "En bolas o nada", dije. Dijeron que en bolas, pero que ellos cortar¨ªan las bolas, en las fotos. Se hizo la entrevista en mi jard¨ªn, con fotos de Paco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez (el fot¨®grafo, no el pol¨ªtico), y sali¨®. Carmen era un algo m¨¢s posible que imposible. Pero lo fuimos dejando. Llevaba las relaciones p¨²blicas de Vanity. En aquel verano, ven¨ªan las novias hist¨¦ricas a suicidarse a mi piscina. Carmen era un ensalmo contra todo eso. Don Gonzalo me trataba con recelo hasta que comprendi¨® que yo era un rojo que no asesinaba a los nobles por la espalda, con la pala del pescado.
30 jueves
Claudio Guill¨¦n, de la estirpe gloriosa de los Guill¨¦n. Entre lo uno y lo diverso. Introducci¨®n a la literatura comparada. Ed. Cr¨ªtica. La literatura comparada ya no es una banal y sportiva persecuci¨®n de influencias. El comparatismo actual pone el ¨¦nfasis en la tensi¨®n de toda obra literaria entre localismo y universalismo. Nuestro entra?able Claudio Guill¨¦n ha escrito un libro rafagueante y riguroso, llevando la cultura a su aire y no dejando que la cultura le lleve, que es lo que suelen hacer los sabios.
31 viernes
Parece que estoy en varias listas de espiados, como tantos otros profesionales, y no puedo decir que esto me halague. Me halagar¨ªa m¨¢s que la KGB, la CIA, el FBI, el Gobierno, la Polic¨ªa Municipal y Barrionuevo me espiasen a m¨ª solo. Es mi yo mani¨¢tico, ya saben. Y aqu¨ª Goethe: "El artista tiene que crear de dentro afuera, pues, haga lo que quiera, s¨®lo lograr¨¢ dar a luz su propia individualidad". Lo cual que no me he ocupado de mirar a ver, hombre, si quien me esp¨ªa es el Gobierno o la CIA. En ¨²ltima instancia, ser¨ªa lo mismo, pues que si nos esp¨ªa el Gobierno, el Gobierno es espiado por la CIA o el desmesurado se?or Enders. Todos los compa?eros (Apost¨²a vuelve a ofrecerme sigilosamente el carnet) se han puesto muy tarascas porque les esp¨ªan. A m¨ª me hace ilusi¨®n. Lo dijo V¨ªctor Hugo, hoy tan centenariado: "Uno vale m¨¢s si sabe que le miran". No puedo soportar que no me miren. Todos somos hoy la terminal de un complej¨ªsimo sistema de acusicas que nace en Washington o en Marte. Guardar una conducta cautelosa o transparente es hacerles el juego a los esp¨ªas. Hay que ser, por el contrario, Ladoire en Opera prima: el que roba un bacalao en el h¨ªper y, antes de esconderlo en la gabardina, se lo ense?a bien al ojo m¨¢gico de circuito interior de televisi¨®n/ esp¨ªa Seamos' si' ese bacalao/bandera, cargado de sal corrosiva y exhibicionismo extraplano.
2 domingo
Acaba de aparecer lo que le faltaba al caso Urquijo, tan h¨ªspido e hirsuto. (Ocurri¨® no lejos de mi chalet y lo he seguido como una vecindona). Lo que le faltaba a este caso nos lo acaba de sugerir una revista y es que, quiz¨¢, entre Juan de la Sierra, el joven y futuro marqu¨¦s, y Rafi, su cu?ado,una relaci¨®n ¨ªntima .Esto siquiera como sugerencia, le da a toda la s¨®rdida historia de sangre y dividendos un como halo de Romeo y Julieta, pero en machos. Ya es casi shakesperiano el que Rafi se confinidiese de hermano y se uniese a Myriam, y no a Juan. De este traspi¨¦s del coraz¨®n puede nacer toda la tragedia, pero quiz¨¢ no estemos en Shakespeare, sino, m¨¢s modesta y did¨¢cticanicnte, en Morat¨ªn y El s¨ª de las ni?as. Como en nuestro XVIII, dos j¨®venes que se aman, Juan y Rafi, son v¨ªctimas de la moral dominante y burguesa. Rafi tiene que casarse con Myriam, a la que no ama, y ja m¨¢s puede darle a Juan el s¨ª de las ni?as en medio de una ilusi¨®n a la que s¨®lo le hubiese faltado el tul (ilusi¨®n). El caso de los Urquijo, que estaba entre Chandler y Gim¨¦nez-Arnau, se nos queda de pronto en una aleccionadora y bicmpensantc comedia de Mora t¨ªn. Claro que esto que escribo no tiene otro valor que el de una divagacion literaria, como todo lo m¨ªo, pero tambi¨¦n El si de las nfflas es una divagaci¨®n literaria de Morat¨ªn, y habr¨ªa que hacerle a la comedia una lectura gay. que es la que se le hace ahora a todo, a ver si sale. Seguramente sale. Juan y Rafi nunca pudieron dar se el s¨ª de las ni?as, porque nuestra sociedad es sobrerrepresiva. como le hubiera gustado decir a Morat¨ªn. Pero hoy vivimos en plena serie negra y, como consecuencia de un equ¨ªvoco de teatro, aquella noche se dispararon 22 balas y murieron asesinados dos ancianos. Toda historia de sangre no es sino una historia de amor que se nos ha ido de las manos.
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