Los mosqueteros de la 'nueva pol¨ªtica econ¨®mica'
En plena Semana Santa, Boyer convoc¨® a Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, Rojo y De la Cruz. Hab¨ªa que cambiar para que todo siguiese igual
Todo sucedi¨® vertiginosamente. Se acababa de suspender el Consejo de Ministros. Miguel Boyer aprovech¨® la circunstancia y convoc¨® al viejo caser¨®n del Ministerio de Hacienda, en la madrile?a calle de Alcal¨¢, al secretario de Estado, Miguel ?ngel Fern¨¢ndez Ord¨®?ez; al director del servicio de estudios del Banco de Espa?a, Luis ?ngel Rojo, y al director general de Presupuestos, Rafael de la Cruz. El ministro plante¨® el enfriamiento de la econom¨ªa norteamericana y lo malos datos de coyuntura de la espa?ola; hab¨ªa que rectificar el rumbo para proseguir el ajuste. Hab¨ªa nacido la nueva pol¨ªtica econ¨®mica
La necesidad de cambiar algunos aspectos de la pol¨ªtica econ¨®mica, a la vista de la evoluci¨®n de las econom¨ªas occidentales, y del mal comportamiento de la inflaci¨®n y del paro y de la ralentizaci¨®n del comercio exterior en Espa?a, ya hab¨ªa sido comentada por Boyer antes de la Semana Santa. A mediados del mes de marzo, Mariano Rubio, gobernador del Banco de Espa?a, explic¨® en una reuni¨®n con informadores econ¨®micos que el Gobierno estudiaba la posibilidad de rebajar los impuestos (concretamente el impuesto sobre la renta de las personas f¨ªsicas).Este anuncio sorprendi¨® por la personalidad de quien lo hac¨ªa -el gobernador del Banco de Espa?a no pertenece evidentemente al Ejecutivo- y la sorpresa se extendi¨® incluso a los miembros del gabinete de Felipe Gonz¨¢lez. Un ministro del ¨¢rea econ¨®mica comentaba por aquellos d¨ªas a este peri¨®dico: "La baja de impuestos es una fantas¨ªa. Esto no es Estados Unidos. Adem¨¢s, ?c¨®mo se va a explicar una disminuci¨®n impositiva al mismo tiempo que un sacrificio para los pensionistas?".
Los ausentes
Incluso dentro del mismo equipo de Boyer la posibilidad de un cambio en la pol¨ªtica econ¨®mica hab¨ªa sido tratado, pero de forma muy gen¨¦rica. Al llegar la Semana Santa, en la primera semana de abril, desaparecen de Madrid, de vacaciones, los secretarios de Estado de Comercio y de Hacienda, Luis De Velasco y Jos¨¦ Borrell. Se desconvoca el cl¨¢sico Consejo de Ministros de los mi¨¦rcoles y el ministro de Econom¨ªa y Hacienda, Miguel Boyer llama a su despacho de la calle de Alcal¨¢ al secretario de Estado de Econom¨ªa, Miguel ?ngel Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, al director del servicio de estudios del Banco de Espa?a, Luis ?ngel Rojo, y al director general de Presupuestos, Rafael de la Cruz. El mi¨¦rcoles santo, d¨ªa 3 de abril, presidida por un retrato de Indalecio Prieto, colgado en la antesala del despacho del ministro, se desencadena una braim storming. Los tres mosqueteros de la nueva pol¨ªtica econ¨®mica que de esta reuni¨®n sale, son cuatro, como en la novela.
El an¨¢lisis es cl¨¢sico: la locomotora norteamericana se ha enfriado y no tirar¨¢, como se esperaba, del resto de las econom¨ªas occidentales. El producto interior bruto (PIB) de los Estados Unidos s¨®lo creci¨® un 0,7% en el primer trimestre del a?o y el ¨ªndice de los principales indicadores econ¨®micos una suerte de bar¨®metro de la situaci¨®n, descendi¨® un 0,2% durante el mes de marzo, lo que confirmaba la tendencia apuntada desde principios de a?o, de una desaceleraci¨®n de la actividad, despu¨¦s de dos a?os de fuerte ritmo expanivo.
Una mala coyuntura
Por otra parte, los indicios de una cierta recuperaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola, apuntados discretamente a finales de 1984, se iban apagando: hab¨ªa un fuerte repunte inflacionario -confirmado luego en el ¨ªndice de precios al consumo del mes de abril- y lo m¨¢s alarmante, hab¨ªa cedido el empuje del comercio exterior mientras que la inversi¨®n y el consumo interno segu¨ªan en tasas negativas. Se pod¨ªa llegar a una coyuntura inflacionaria sin crecimiento alguno de la econom¨ªa espa?ola, lo que, entre otros aspectos, significaba un encefalograma plano con fuerte crecimiento del desempleo.
Era preciso corregir la situaci¨®n. Los cuatro personajes reunidos conoc¨ªan las l¨ªneas maestras de la pol¨ªtica econ¨®mica del futuro, que iban a ser anunciadas la semana posterior en la conferencia anual de la Organizaci¨®n de Cooperaci¨®n y Desarrollo Econ¨®mico (OCDE) a celebrar en Par¨ªs: el est¨ªmulo de las propias econom¨ªas, una vez enfriado el crecimiento norteamericano, adoptando medidas para reducir las tasas de desempleo. Entre ellas, la eliminaci¨®n de las rigideces de los mercados (de trabajo, monetario y servicios), la asimilaci¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas, la adopci¨®n de medidas fiscales de est¨ªmulo a la demanda y una vigilancia prioritaria sobre la inflaci¨®n y el d¨¦ficit p¨²blico.
Miguel Boyer y sus consejeros adec¨²an las recomendaciones generales de la OCDE a la coyuntura espa?ola. De esta adecuaci¨®n salen las nuevas medidas, que causar¨¢n estupor incluso dentro de la Comisi¨®n Delegada de Asuntos Econ¨®micos y de las secretar¨ªas de Estado de Hacienda y de Comercio. Al volver de las vacaciones de Semana Santa, el Gabinete se entera del giro que el superministro Boyer dar¨¢ a la pol¨ªtica de ajuste. Miguel Boyer lo justificar¨¢ afirmando que "es impensable mantener fijo el volante cuando el camino a recorrer es cambiante".
En la conferencia de la OCDE, Miguel Boyer declara que las nuevas medidas de pol¨ªtica econ¨®mica se hacen necesarias en un momento en el que "el tir¨®n que ha producido en la econom¨ªa espa?ola el crecimiento de la demanda exterior (aumento de las exportaciones) toca a su fin y se hace imprescindible sustituirle por otros instrumentos de est¨ªmulo interno".
Las medidas, discutidas
En resumen, la nueva pol¨ªtica econ¨®mica consiste en lo siguiente: modificaci¨®n de la tarifa del impuesto sobre la renta y baja de las retenciones dentro del mismo gravamen; desaparici¨®n de la penalizaci¨®n fiscal existente para las unidades familiares en las que trabajan los dos c¨®nyuges; libertad de amortizaci¨®n para las inversiones; reducci¨®n del gasto p¨²blico con menos transferencias a las empresas p¨²blicas y menor adquisici¨®n de bienes y servicios en el extranjero por parte del Estado; bonificaci¨®n del 50% en las cuotas de la Seguridad Social para nuevas colocaciones de j¨®venes; supresi¨®n del 30% de la cuota en la desgravaci¨®n por nuevo trabajador emplea do del impuesto de sociedades; libertad de horarios comerciales; desgravaci¨®n fiscal de la inversi¨®n de los empleados en peque?as y medianas empresas; liberalizaci¨®n de las inversiones extranjeras en Espa?a; liberaci¨®n comercial para los sectores con presiones inflacionistas; desgravaci¨®n del 17% a la inversi¨®n en vivienda nueva; supresi¨®n de pr¨®rroga forzosa en nuevos contratos de alquiler; libertad para convertir viviendas en locales de negocio; agilizaci¨®n para la tramitaci¨®n de permisos y autorizaciones para la construcci¨®n por parte de los ayuntamientos.
Mientras que la versi¨®n oficial del Ministerio de Econom¨ªa y Hacienda era que se trataba de cambios dentro de un mismo programa de ajuste, entre los partidos pol¨ªticos, sindicatos e incluso entre algunos miembros del partido y del Gobierno socialista (estos ¨²ltimos siempre sotto voce) se anunci¨® un cambio en la pol¨ªtica econ¨®mica que, hasta entonces, se hab¨ªa vendido como "la ¨²nica posible".
Desde la campa?a electoral de 1982, el PSOE ha marcado cuatro etapas distintas en la pol¨ªtica econ¨®mica necesaria para luchar contra la crisis. La primera etapa es la del programa electoral. Muy semejante al aplicado por el partido socialista franc¨¦s en los primeros meses de su legislatura, el programa del PSOE se basaba en una pol¨ªtica expansiva. "Se hace necesaria, por tanto, una pol¨ªtica expansiva, desarrollada dentro de un plan general de crecimiento a medio plazo que lleve a cabo la indispensable modernizaci¨®n de la econom¨ªa", dec¨ªa dicho programa.
Los mosqueteros de la "nueva pol¨ªtica econ¨®mica"
En aquellos momentos -finales de 1982- los socialistas afirmaban que "la pol¨ªtica de los anteriores gobiernos, basada en elevar los precios, rebajar sistem¨¢ticamente los costes de la mano de obra, reducir los salarios reales o las plantillas, y transferir los costes de ineficacia de los aparatos productivos regresivos hacia los din¨¢micos, no ha logrado estimular la inversi¨®n y ha tenido un efecto depresivo sobre la demanda, presentando el pavoroso balance de m¨¢s de dos millones de parados, a un ritmo de mil diarios en 1981 ... La creaci¨®n de puestos de trabajo es el principal reto al que ha de enfrentarse la sociedad espa?ola durante los pr¨®ximos a?os. Por ello, el empleo es el objetivo prioritario del programa".Miguel Boyer, al tomar el mando del Ministerio de Econom¨ªa y Hacienda, se olvida del programa. No en vano opina el ministro (declaraciones ante la asamblea de los J¨®venes Empresarios) que la mayor¨ªa de los electores no vota el contenido de los programas, pues las encuestas demuestran que desconoce sus detalles. Con la legislatura se inicia un plan de estabilizaci¨®n cl¨¢sico (al que se evita dar tal nombre), cuyas primeras medidas fueron la devaluaci¨®n de la pesetas y la subida del precio de los carburantes. Boyer, que cuenta con todo el apoyo del presidente del Gobierno, declar¨® el ¨²ltimo d¨ªa de 1982 que "si hubiese que establecer un objetivo por encima de los dem¨¢s, yo creo que ¨¦ste ser¨ªa la lucha contra la inflaci¨®n", y adem¨¢s que "si no se domina el proceso inflacionista habr¨¢ que aplicar un plan de estabilizaci¨®n". El paro queda para el medio plazo y la inflaci¨®n se convierte en la prioridad.
Categor¨ªa de permanentes
La tercera etapa se inicia a partir del a?o 1984, cuando el programa a medio plazo de la econom¨ªa espa?ola eleva a la categor¨ªa de permanentes las medidas de estabilizaci¨®n. Las rentas de los asalariados vuelven a perder poder adquisitivo, lo que desestimula fuertemente el consumo privado. Por primera vez desde el comienzo de la transici¨®n democr¨¢tica no se firma un pacto social. Los resultados de esta pol¨ªtica se conocer¨¢n en el ejercicio en curso; los datos de la Contabilidad Nacional indican un descenso de un punto en el consumo privado; un descenso de la inversi¨®n en 3,5 puntos y un crecimiento en m¨¢s de 20 puntos de los excedentes empresariales.
La cuarta etapa es la actual. En octubre de 1984 se firma el Acuerdo Econ¨®mico y Social (AES) para el resto de la legislatura. Por primera vez, un pacto social no conlleva una fuerte p¨¦rdida del poder adquisitivo. En la presentaci¨®n de los Presupuestos Generales del Estado de 1985, Boyer afirma que son la frontera entre dos etapas distintas. Seis meses m¨¢s tarde, casi en plenas vacaciones de Semana Santa, el ministro llama a Cap¨ªtulo y concreta las medidas que intentan conjugar el ajuste con una cierta expansi¨®n.
Desde entonces, el ministro ha ido como un misionero llevando la buena nueva al Parlamento y a los m¨¢s distintos sectores empresariales. El decreto-ley de Medidas Urgentes de Pol¨ªtica Econ¨®mica fue explicado primero a sus colaboradores habituales en el Ministerio, en especial a los dos grandes ausentes de la reuni¨®n del mi¨¦rcoles santo: Luis de Velasco y Jos¨¦ Borrell. En segundo lugar, a la Comisi¨®n Delegada para Asuntos Econ¨®micos, donde algunos ministros pusieron el grito en el cielo por entrar algunas medidas en contradicci¨®n con otras que los departamentos estaban preparando. Luego, en el Consejo de Ministros. M¨¢s tarde en el Congreso de los Diputados y en el mismo partido socialista.
Por ¨²ltimo, a los m¨¢s diversos foros empresariales. Los patronos del C¨ªrculo de Empresarios, J¨®venes Empresarios y Confederaci¨®n Espa?ola de Organizaciones Empresariales han sido testigos, casi mudos, del discurso de un ministro que, cada vez m¨¢s, tiende a lo liberal-conservador y se olvida de los postulados cl¨¢sicos socialistas. Pese a ello, Miguel Boyer se declara "cada d¨ªa m¨¢s socialista y m¨¢s heterodoxo".
La doble pinza
Los grandes ausentes de estas explicaciones han sido las centrales sindicales, Comisiones Obreras y Uni¨®n General de Trabajadores, que se sienten agarradas por una doble pinza: una pol¨ªtica econ¨®mica que no comparten y de la que est¨¢n completamente ausentes, y una pol¨ªtica social -centrada en la reforma de las pensiones- que consideran regresiva. El secretario general de la central socialista, Nicol¨¢s Redondo, ha criticado las declaraciones del ministro de Econom¨ªa y Hacienda, sobre todo en lo referido a la necesidad de abaratar el despido en Espa?a, en un momento en que se est¨¢n a punto de alcanzar los tres millones de parados. Redondo rompi¨® el voto del Grupo parlamentario socialista -por primera vez desde las Cortes constituyentes en 1977- y se pronunci¨® en contra de la reforma de las pensiones auspiciada por el Gobierno.
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