Espa?a puede renegociar los t¨¦rminos del acuerdo alcanzado, nada m¨¢s producirse su ingreso en la CEE
En v¨ªsperas de la firma de? tratado de adhesi¨®n de Espa?a y Portugal a la CEE, un secreto a voces corre por los pasillos de Bruselas: la renegociaci¨®n de los t¨¦rminos de la adhesi¨®n es inevitable. Y podr¨ªa comenzar ya en marzo de 1986 con la primera negociaci¨®n a doce de los precios agr¨ªcolas. Los t¨¦rminos de las anteriores ampliaciones se han te?ido siempre que renegociar. Fue el caso del Reino Unido y lo mismo ocurri¨® despu¨¦s con la adhesi¨®n de Grecia.
En medios comunitarios se da por seguro que esta renegociaci¨®n afectar¨¢ asimismo a Portugal para paliar los efectos negativos que puede tener para la naci¨®n lusa el ingreso en la CEE. A menudo, sin embargo, esta renegociaci¨®n no ha versado sobre el texto del acuerdo, sino sobre compensaciones a acordar por sus efectos Pues hay cosas que se pueden renegociar por simple acuerdo de los diez, pero otras requerir¨ªan ratificaci¨®n parlamentaria de los pa¨ªses miembros.En medios comunitarios se reconoce abiertamente la dureza con que ha sido tratada la agricultura espa?ola. Por ello se habla de marzo de 1986.como una primera ocasi¨®n de renegociaci¨®n. M¨¢s lejos en el tiempo hay otra posibilidad, pues las arcas de Bruselas van a volver a vaciarse en 1987, a pesar del aumento un a?o antes de los recursos propios de la CEE a partir del 1 de enero de 1986. Y para volver a ampliar estos recursos ser¨¢ necesaria la unanimidad. No hay duda de que Espa?a tendr¨¢ muchas m¨¢s armas desde dentro que desde fuera de la Comunidad Econ¨®mica Europea.
S¨®lo los detalles
La renegociaci¨®n s¨®lo podr¨¢ versar, si inevitablemente llega, sobre detalles. El marco general del per¨ªodo transitorio se mantendr¨¢. Pero tambi¨¦n hay que acostumbrarse al hecho de que la verdadera negociaci¨®n permanente empieza ahora. Pues la CEE es eso: una negociaci¨®n permanente. Hablar de renegociaci¨®n puede parecer exagerado cuando a¨²n no se ha acabado de negociar, no ya los temas que quedan por decidir en el plazo que media entre la firma y el ingreso, sino el propio texto del acuerdo y del acta de adhesi¨®n que se firmar¨¢ ma?ana.
Durante tres d¨ªas y tres noches despu¨¦s de que Manuel Mar¨ªn diera por concluida el viernes de madrugada la redacci¨®n del tratado de adhesi¨®n se ha proseguido este proceso, con reuniones incluso ayer. Algunos gazapos se han corregido. Otros quedar¨¢n permanentemente. Y todas las erratas no han sido subsanadas. Tanto, que la parte espa?ola regresar¨¢ casi inmediatamente despu¨¦s de la firma -incluso se hablaba del mismo jueves- para proseguir esta labor.
Dicen que el fantasma de don Miguel de Cervantes Saavedra anda estos d¨ªas pellizcando dolorosamente a funcionarios de la CEE y a Manuel Mar¨ªn y su. equipo por la tortura que supone para la buena lengua castellana el texto del acta y del tratado de adhesi¨®n.
Un ejemplo, entre otros, ser¨ªa el t¨ªtulo de la declaraci¨®n com¨²n, "relativa a la aplicaci¨®n en Espa?a de medidas socioestructurales comunitarias en el sector vitivin¨ªcola as¨ª como a las disposiciones que permiten determinar el origen as¨ª como el seguimiento de movimientos comerciales de vinos espa?oles". Un poco m¨¢s y meten un as¨ª como m¨¢s. Pero ni una coma ni una y. No hay tiempo ya para corregirlo.
1.200 p¨¢ginas
Pero para algunas correcciones de estilo -han sido unas 1.200 p¨¢ginas escritas con prisa- las cosas se quedan como estaban por falta de tiempo. Los espa?oles volver¨¢n a Bruselas a corregirlas inmediatamente despu¨¦s de la firma y hacer que los barcos se ajusten a adjetivos y art¨ªculos masculinos y no femeninos.
El caso es que el texto estar¨¢ listo y completo para la firma, se?alan medios espa?oles, en castellano, portugu¨¦s, franc¨¦s e ingl¨¦s. Las traducciones en los otros cinco idiomas oficiales de la CEE ampliada estar¨¢n listas, se asegura, en unos d¨ªas, para permitir su ratificaci¨®n en los Parlamentos.
Dicho sea de paso, Espa?a se adhiere a la CEE ma?ana por la ma?ana en Lisboa, ya que all¨ª pondr¨¢n su firma los doce. La repetici¨®n posterior de la firma en Madrid tiene valor protocolario y pol¨ªtico. En cualquier caso, la situaci¨®n -firmar dos veces- la impusieron los portugueses por razones electoralistas. Espa?a estaba dispuesta a firmar en Bruselas, Roma y otra ciudad representativa de la CEE.
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