Buenas relaciones, a pesar del 'cambio'
Entre Madrid y el Vaticano no existe en realidad en este momento ning¨²n tipo de contencioso oficial, como ha quedado de manifiesto semanas atr¨¢s durante los encuentros a alto nivel que el ministro de Justicia espa?ol, Fernando Ledesma, mantuvo en Roma con ocasi¨®n del consistorio de obispos.
No es ning¨²n misterio, ciertamente, que al papa Wojtyla le hubiese gustado una Espa?a m¨¢s confesional, y han sido necesarias no pocas mediaciones para explicar al Vaticano que el proceso que se estaba llevando a cabo en Espa?a era s¨®lo de secularizaci¨®n, de separaci¨®n respetuosa entre la Iglesia y el Estado, y que el nuevo Gobierno socialista no ten¨ªa ning¨²n inter¨¦s en crear conflictos con la Iglesia, y menos en combatirla.
En este sentido, los coloquios de Ledesma con el sustituto de la Secretar¨ªa de Estado, el espa?ol Eduardo Mart¨ªnez Somalo, han sido de primera importancia. El sustituto ha escuchado desde el primer momento y ha apreciado la lealtad y la franqueza con la que el ministro de Justicia le ha expuesto siempre las razones verdaderas del Gobierno. Y el Vaticano no dej¨® de apreciar, por ejemplo, durante la segunda visita del Papa a Espa?a, camino de Santo Domingo, el despliegue que realiz¨® entonces el Gobierno, con la presencia del mismo presidente, Felipe Gonz¨¢lez, en Zaragoza, donde se encontr¨® a puerta cerrada con el papa Wojtyla.
Al parecer, en los ¨²ltimos tiempos, ciertos motivos de fricci¨®n -a causa de algunas informaciones pesimistas llegadas desde Madrid- proven¨ªan de la Nunciatura Apost¨®lica, dirigida por el recientemente nombrado cardenal Antonio Innocenti, que nunca hab¨ªa visto con demasiados buenos ojos el cambio, menos a¨²n que la Conferencia Episcopal. Precisamente, el presidente de dicha Conferencia, Gabino D¨ªaz Merch¨¢n, hab¨ªa declarado en Roma, respondiendo a la pregunta de un periodista, que quiz¨¢ entre la Iglesia y el Estado ha habido menos conflictos con los socialistas que con algunos Gobiernos anteriores.
Esperando nuevo nuncio
Por eso, en este momento se espera con mucho inter¨¦s el nombramiento del nuevo nuncio apost¨®lico, cuyo nombre, probablemente, va estos d¨ªas en la cartera del secretario de Estado, Agostino Casaroli, durante su visita no oficial a Espa?a. Un nuncio capaz de dialogar con el Gobierno de Madrid con esp¨ªritu conciliador podr¨ªa ser la mejor garant¨ªa de que la tendencia a mejorar las relaciones entre la Santa Sede y los socialistas es deseo de todos. Al rev¨¦s, un nuncio pol¨¦mico, con ganas de remover heridas o de alimentar fricciones, podr¨ªa ser s¨®lo motivo de deterioro en unas relaciones tan delicadas y tejidas con tanta inteligencia y maestr¨ªa entre Madrid y los grandes diplom¨¢ticos del Vaticano: desde el cardenal Casaroli al sustituto, Somalo, pasando por el responsable de los Asuntos P¨²blicos de la Iglesia, el arzobispo Achille Silvestrini.Por lo que se refiere a las buenas relaciones entre el sustituto de la Secretar¨ªa de Estado y el presidente Felipe Gonz¨¢lez, se puede recordar que, no hace mucho, Mart¨ªnez Somalo, durante un encuentro en la Embajada espa?ola ante el Vaticano, cont¨® bromeando, pero significativamente, que conserva a¨²n un mechero con la rosa socialista que le hab¨ªa regalado Gonz¨¢lez cuando Somalo estaba como nuncio en Colombia.
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