Seis estadounidenses, muertos en un ataque guerrillero contra un restaurante en San Salvador
Un comando guerrillero ametrall¨® el mi¨¦rcoles por la noche un restaurante de la capital salvadore?a, causando la muerte de 13 personas, seg¨²n el informe preliminar facilitado en la madrugada de ayer por el juez de guardia. Entre las v¨ªctimas figuran cuatro marines norteamericanos y dos civiles de la misma nacionalidad. El dispositivo militar montado en la zona poco despu¨¦s, con ayuda de helic¨®pteros, no ha dado hasta el momento ning¨²n resultado.
La ciudad de San Salvador despert¨® as¨ª brutalmente, con m¨¦todos que recuerdan la batalla de Beirut, a una guerra que en los ¨²ltimos dos a?os se hab¨ªa desplazado hacia la periferia del pa¨ªs, permitiendo incluso una agitada vida nocturna.El atentado confirma la tesis, manejada por el Ej¨¦rcito y los asesores norteamericanos, de que la guerrilla ha aumentado su presencia en la capital para contrarrestar con t¨¢cticas de terrorismo urbano sus reveses en el campo.
Unos 10 guerrilleros vestidos con uniformes de camuflaje id¨¦nticos a los que usa el Ej¨¦rcito llegaron ante el restaurante Chile's hacia las nueve de la noche a bordo de una camioneta. Nadie se sobresalt¨® porque estos desplazamientos nocturnos de soldados son habituales. El Ministerio de Defensa est¨¢ a menos de un kil¨®metro.
En la terraza del establecimiento, que se dedica a servir hamburguesas, cenaban en una mesa cuatro marines vestidos de civil, f¨¢cilmente identificables por su aspecto f¨ªsico y el pelo rapado al cero. Pertenec¨ªan al servicio de seguridad de la Embajada de Estados Unidos. Todas las noches hab¨ªa alg¨²n grupo de ellos en el local.
El Chile's est¨¢ situado en un distrito elegante de San Salvador, flanqueado por m¨¢s de una decena de restaurantes. A este conjunto, que es el principal polo de la vida nocturna, se le ha llamado zona rosa, tomando el nombre del barrio tur¨ªstico que existe en la capital mexicana. La cercan¨ªa del Estado Mayor del Ej¨¦rcito y la colonia San Benito, ocupada por numerosas embajadas, le dan cierta garant¨ªa de seguridad.
Seis ocupantes de la camioneta descendieron con sus metralletas en bandolera y sin mediar palabra abrieron fuego contra la mesa ocupada por los marines. Las r¨¢fagas sucesivas causaron su muerte instant¨¢nea y la de nueve clientes cercanos: dos estadounidenses, un chileno, un guatemalteco y cinco salvadore?os. En medio del p¨¢nico, los guerrilleros huyeron en el mismo veh¨ªculo en direcci¨®n al centro de la capital.
El Ej¨¦rcito desplaz¨® minutos despu¨¦s a la zona varias compa?¨ªas de soldados y efectivos de la Polic¨ªa Nacional, que iniciaron un minucioso rastreo de los barrios aleda?os. La presencia de helic¨®pteros convirti¨® la b¨²squeda en una operaci¨®n militar de gran envergadura contra un enemigo que se hab¨ªa esfumado en una ciudad habitada por m¨¢s de 800.000 personas.
Es ¨¦ste el atentado m¨¢s grave que han sufrido en San Salvador los efectivos militares norteamericanos. A diferencia del jefe de los asesores, que fue asesinado tambi¨¦n por un comando urbano, en este caso las v¨ªctimas son soldados que no ten¨ªan otra misi¨®n que la de proteger su sede diplom¨¢tica.
Temor a represalias
En cualquier caso la guerrilla los ha considerado siempre como parte esencial de una guerra que sin la ayuda norteamericana habr¨ªa tenido, seg¨²n sus c¨¢lculos, un desenlace favorable para los insurgentes.El efecto m¨¢s inmediato del ataque puede ser una caza generalizada en la capital. El riesgo del Gobierno democristiano est¨¢ en que se restablezcan los m¨¦todos m¨¢s brutales de persecuci¨®n, que en buena parte se hab¨ªan cancelado durante el ¨²ltimo a?o por el efecto negativo que la violaci¨®n sistem¨¢tica de los derechos humanos tiene en una guerra pol¨ªtico-militar. Los asesores estadounidenses hab¨ªan logrado convencer a la c¨²pula militar de que la represi¨®n generalizada era una estrategia err¨®nea que s¨®lo reclutaba nuevos combatientes para la guerrilla.
Desde comienzos de a?o se ha advertido, sin embargo, una peligrosa tendencia: los desaparecidos vuelven a ser un episodio frecuente y la tortura ha regresado a los calabozos. Este retorno a un pasado a¨²n pr¨®ximo coincide con cierta incapacidad de los servicios de espionaje para detectar a los comandos que se han infiltrado en la capital. Desde finales de 1984 el Ej¨¦rcito tiene en su poder un informe de la insurgencia que refleja su prop¨®sito de regresar a la ciudad.
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