La seguridad a¨¦rea
UNA SENSACI?N de angustia nos embarga a todos ante las recientes cat¨¢strofes a¨¦reas. Es imposible sustraerse a la impresi¨®n de que el viajar en avi¨®n se est¨¢ convirtiendo, para los habitantes de la Tierra, en algo sumamente peligroso. Sin embargo, esa impresi¨®n es falsa. En t¨¦rminos estad¨ªsticos, es menos peligroso viajar en avi¨®n, por ejemplo, que hacerlo en autom¨®vil. Pero el car¨¢cter espectacular que tienen los accidentes de aviaci¨®n acrece considerablemente su impacto sobre las conciencias de los hombres. Y los sentimientos de angustia o de miedo no se dejan guiar por las cifras fr¨ªas de las estad¨ªsticas. Nos domina la imagen de la muerte de los 329 pasajeros del jumbo de la Air India, que explot¨® en circunstancias extra?as, a¨²n no aclaradas, en las cercan¨ªas de las costas de Irlanda, y las de los muertos en el aeropuerto de Tokio al explotar un contenedor que acababa de ser descargado de un avi¨®n canadiense. De haberse producido la explosi¨®n una hora antes, en vuelo, las v¨ªctimas hubiesen sido mucho m¨¢s numerosas. Tambi¨¦n en relaci¨®n con la seguridad de la circulaci¨®n a¨¦rea, los viajeros de un avi¨®n de la TWA sufren un secuestro en Beirut que dura ya una semana. Existe una contradicci¨®n entre los avances realizados por la ciencia y la t¨¦cnica para fabricar aviones que recorren el cielo a velocidades impresionantes y la endeblez, en muchos casos, de las medidas que garantizan a los viajeros ante los peligros que les pueden amenazar. Los accidentes de aviaci¨®n producidos por tormentas u otros fen¨®menos naturales son en la actualidad muy escasos; la capacidad t¨¦cnica de prever tales fen¨®menos, de informar sobre ellos a los pilotos y de evitar sus consecuencias se ha incrementado en los ¨²ltimos tiempos en proporciones casi incalculables. No es posible, por ello, colocarse ante una cat¨¢strofe a¨¦rea en una actitud semejante a la que provoca un tif¨®n o un cataclismo natural.
Nos hallamos ante cat¨¢strofes evitables. Es por tanto necesario exigir que la preocupaci¨®n por la seguridad de los viajeros ocupe un lugar prioritario en las pol¨ªticas de los Gobiernos y de las compa?¨ªas. Seguridad en los aviones y muy especialmente en los aeropuertos. El hecho de que todos los informes serios pongan de relieve las diferencias sustanciales existentes entre los niveles de seguridad de unos u otros aeropuertos, en diversos pa¨ªses, demuestra que existen a¨²n posibilidades considerables de introducir mejoras.
En los ¨²ltimos a?os, la debilidad intr¨ªnseca que supone para el pasaje de un avi¨®n el encontrarse a miles de metros de la Tierra, con su vida pendiente de delicados mecanismos t¨¦cnicos, ha sido utilizada por grupos determinados para realizar operaciones de secuestro y chantaje, en ciertos casos con un pretendido contenido pol¨ªtico. Es una actitud que s¨®lo merece el calificativo de criminal, ya que pone en peligro, por sistema, vidas inocentes, de personas que nada tienen que ver con la causa que los citados grupos invocan. El repudio de semejantes conductas se ha generalizado. Ciertos acuerdos internacionales, incluso entre Estados que no tienen relaciones diplom¨¢ticas entre s¨ª, como Cuba y EE UU, han sido efectivos para reducir la pirater¨ªa en el aire. Ello pone de relieve algo que es fundamental en todo lo referente al transporte a¨¦reo: la necesidad de dar a las medidas adoptadas, y a su control, un car¨¢cter cada vez m¨¢s internacional. Es obvio que, por su naturaleza misma, el avi¨®n es el medio de transporte m¨¢s internacional. Lograr los m¨¢s altos niveles de seguridad en los vuelos y en los aeropuertos es una necesidad com¨²n a todos los Estados. Del dolor provocado por las recientes cat¨¢strofes deber¨ªa seguirse mayor preocupaci¨®n por mejorar la seguridad a¨¦rea y la cooperaci¨®n internacional encaminada a tal objetivo.
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