Un presidente para Italia
POR PRIMERA vez en la historia de Italia, con la excepci¨®n de De Nicola, en 1956, el nuevo presidente de la Rep¨²blica, Francesco Cossiga, ha sido elegido en el primer turno de la votaci¨®n; ha recibido el apoyo de todos los partidos del arco constitucional, los cinco que constituyen el Gobierno, el comunista y la Izquierda Independiente. Este hecho es m¨¢s sorprendente porque en una fecha reciente, este mismo mes, el pa¨ªs se hab¨ªa dividido profundamente en el refer¨¦ndum sobre la escala m¨®vil de salarios. El PCI promovi¨® esa operaci¨®n intentando agrupar a todos los sectores descontentos en un choque frontal contra el Gobierno Craxi. El refer¨¦ndum fue un fracaso de los comunistas y las tensiones derivadas de dicha confrontaci¨®n hac¨ªan temer una nueva ceremonia de la confusi¨®n en la elecci¨®n presidencial, como tantas veces ha ocurrido en Italia; el propio Pertini s¨®lo result¨® elegido al cabo de 12 d¨ªas de votaciones, en el decimosexto turno de la elecci¨®n. Esta vez ha ocurrido exactamente lo contrario, lo cual parece indicar una reacci¨®n de la clase pol¨ªtica italiana encaminada a restablecer un clima de mayor distensi¨®n entre las principales fuerzas pol¨ªticas y sociales del pa¨ªs. Incluido el PCI, que, con su capacidad para conservar durante d¨¦cadas en torno al 30% del electorado, representa un fen¨®meno sui g¨¦neris y constituye un componente importante, al lado de partidos socialistas y socialdem¨®cratas, de la izquierda europea.El ¨¦xito de la elecci¨®n de Cossiga se debe principalmente al secretario general de la Democracia Cristiana, De Mita. ?ste se comprometi¨®, al ocupar el cargo, a modificar las viejas costumbres de clientelismo y divisi¨®n que han caracterizado a dicho partido. Una prueba de que lo est¨¢ logrando es que, por primera vez, los democristianos han sido capaces de escoger a uno de los suyos como candidato a la presidencia. Adem¨¢s, De Mita ha sabido tomar tres iniciativas, de cara a todas las fuerzas pol¨ªticas, que han perfilado la elecci¨®n de Cossiga: primero, reivindicar resueltamente la presidencia de la Rep¨²blica para un democristiano, cosa que Craxi estaba interesado en aceptar, pues supone indirectamente consolidar su presencia en el palacio Chigi. Segundo, proponer un m¨¦todo distinto para elegir al presidente: una negociaci¨®n transparente, antes de la elecci¨®n, entre los partidos, en vez de esperar, turno tras turno, los efectos de sorpresa que el voto secreto lleva siempre consigo. La tercera iniciativa se refer¨ªa a la figura del candidato. Aqu¨ª ten¨ªa dos opciones. La primera, un candidato como Forlani, lo que hubiese significado llevar al Quirinal a un representante del pentapartido, es decir, de la f¨®rmula de gobierno que encabeza actualmente Craxi. Era la candidatura preferida por los socialistas por diversas razones; Forlani forma parte del Gobierno Craxi y sus simpat¨ªas por los socialistas son conocidas; su elecci¨®n hubiese significado, en cierto modo, un afianzamiento del actual Gobierno. La preferencia otorgada a Francesco Cossiga indica que De Mita ha elegido la v¨ªa alternativa, teniendo en cuenta la conveniencia, que dimana de la propia Constituci¨®n italiana, de que el presidente de la Rep¨²blica se coloque realmente por encima de las diversas coyunturas gubernamentales y pol¨ªticas posibles. Cossiga no era el candidato preferido por los comunistas. Pero s¨ª era, por su historia, muy cercana a la de Aldo Moro, por su cargo actual de presidente del Senado, un pol¨ªtico no ligado al pentapartido, y por tanto, susceptible de obtener un consenso muy amplio, incluso el voto comunista. Por su parte, al votar en favor de Francesco Cossiga, el PCI ha demostrado que era consciente del peligro de aislamiento que entra?aba su actitud en anteriores ocasiones, como la del reciente refer¨¦ndum. Ha sabido responder a la nueva oportunidad que encierra la presencia en el Quirinal de Cossiga: un presidente de la Rep¨²blica elegido por todo el arco constitucional y susceptible de permitir f¨®rmulas pol¨ªticas hasta ahora in¨¦ditas en la pol¨ªtica italiana.
Otro factor ha pesado con una enorme fuerza moral en el proceso de elecci¨®n del nuevo presidente: la personalidad fuera de serie de Sandro Pertini, que ha logrado, en su etapa presidencial, colocar a una gran altura el cargo. Para sustituirle los pol¨ªticos italianos han necesitado inspirarse en su ejemplo. Pertini ha sido de verdad el presidente de todos los italianos, con un prestigio popular sin precedentes. Cossiga inicia su etapa en condiciones favorables. Su elecci¨®n puede contribuir a dar mayor estabilidad y firmeza a la democracia italiana.
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