Accidentes y accidentes
Lamentamos que medios de prensa tan prestigiosos como el que usted dirige hayan tratado la noticia de la muerte de nuestro compa?ero J. S. C. con innecesaria crueldad y desacostumbrada inexactitud, quiz¨¢ por el simple hecho de ofrecerse a ser el cauce informativo de los boletines policiales.No sabemos si en su dilatada y brillante carrera ha dispuesto usted de unos minutos destinados a reflexionar sobre qui¨¦n se beneficia con la publicaci¨®n de cada una de las gacetillas que desde distintas fuentes oficiales le remiten. Para nosotros y para el caso a que nos referimos (columna derecha de la p¨¢gina 26 de EL PAIS del d¨ªa 19-6-1985), esto no ofrece ninguna duda. Despu¨¦s de m¨¢s de 15 a?os de convivir durante casi nueve horas diarias con nuestro desgraciado compa?ero J. S. C., que con apenas 14 a?os entr¨® a trabajar en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, podemos afirmar rotundamente que se ha perjudicado al m¨¢s indefenso.
La nota publicada tranquiliza la conciencia de los sectores p¨²blicos y policiales que necesitan de esta forma presentar la realidad para justificar f¨¢cilmente los posibles accidentes como el de nuestro compa?ero, puesto que resultan evidentemente necesarios y merecidos. Por otro lado, puede quedarle enteramente agradecida por el favor esa vetusta instituci¨®n celtib¨¦rica, dep¨®sito de ancestrales deficiencias y sublime ejemplo de lo que nunca debe ser -ni deb¨ªa haber sido- una empresa del Estado: la Renfe.
Con la experiencia del trato personal aludido, le manifestamos con toda seguridad y firmeza que nuestro infortunado compa?ero ha sido la ¨²ltima v¨ªctima, por ahora, de los casi 40 posibles accidentados hasta la fecha en la misma zona, debido no a la raz¨®n, rigurosamente falsa, expuesta en la nota publicada ("sol¨ªa embriagarse a menudo"), sino porque, como tantos miles de vecinos del Pozo del T¨ªo Raimundo, Entrev¨ªas o Palomeras, sol¨ªa cruzar a menudo las v¨ªas a trav¨¦s de los numerosos pasos abiertos en las ruinas de las tapias de separaci¨®n con los barrios, que mantenidas as¨ª durante a?os contin¨²an hoy sin ser reconstruidas, a causa de la indolencia y desidia tradicionales de la mayor empresa espa?ola.
Seguro que usted, se?or director, comprender¨¢ con rapidez la tr¨¢gica diferencia de categor¨ªas que a¨²n hoy subsiste entre los ciudadanos que transitan (sobrios o embriagados) desde el Pozo del T¨ªo Raimundo a Palomeras y los que a menudo frecuentan el barrio donde est¨¢n Bocaccio, Oliver o el Gij¨®n, cuando se dirigen superada la hora en que fue arrollado nuestro compa?ero (sobrios o un poco alegres, por favor, nunca embriagados) a la zona madrile?a creada por el marqu¨¦s de Salamanca. Y es que, se?or director, la Renfe en Recoletos sumerge el ferrocarril y evita desafiar el riesgo, mientras que la Renfe en Entrev¨ªas emerge el ferrocarril e invita a desafiar el riesgo-
y 71 firmas m¨¢s.
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