El viento y el protocolo
J. F. B., Es muy probable que la meteorolog¨ªa canaria tenga el poder de transformar a las personas. Los cientos de invitados que asisten a este acontecimiento sin precedentes en las islas y en cuya preparaci¨®n se han volcado cargos p¨²blicos y una buena parte del pueblo canario, experimentan en carne propia los cambios radicales de tiempo y de paisaje que se registran en este continente peque?o. Y eso se nota.
Por ejemplo, result¨® inc¨®modo tanto ayer como en la jornada anterior el fuerte viento que recibi¨® a las delegaciones oficiales en el aeropuerto reina Sof¨ªa de Tenerife. No s¨®lo peligraban los vestidos de algunas de las primeras damas de las monarqu¨ªas europeas o las ilustres melenas -algunas de ellas ya blancas- de jefes de Estado, sino que a veces la pista del aeropuerto registraba la presencia de gorras de soldados que rindieron honores oficiales a los representantes extranjeros durante todo el d¨ªa.
Interpretando el protocolo seguramente de una forma humana y propia de una reuni¨®n cient¨ªfica, el rey Juan Carlos invit¨® ayer al presidente de la Rep¨²blica Federal de Alemania, Richard von Weizsacker, a posar para los fot¨®grafos con el Teide como fondo. Esto suced¨ªa a una altura de 2.400 metros, en Iza?a, donde hab¨ªan inaugurado momentos antes el telescopio solar instalado por la Rep¨²blica Federal de Alemania.
La estatura del Pr¨ªncipe
A esta altitud el sol era radiante, quedaba atr¨¢s el llamado mar de nubes que abraza al Teide por la parte de La Orotava. Los Reyes y la familia presidencial alemana se hab¨ªan metido entre unas piedras, al lado de un peque?o precipicio para poder obtener una mejor panor¨¢mica del Teide. Desde all¨ª el Rey llam¨® al Pr¨ªncipe de Asturias: "?Felipe!". Su voz se oy¨® n¨ªtidamente entre los presentes.
Cuando el Pr¨ªncipe surgi¨® del observatorio, donde hab¨ªa seguido con atenci¨®n las explicaciones de un miembro del Instituto Astrof¨ªsico, el rey Juan Carlos brome¨® con la estatura de su hijo. "Ven aqu¨ª, peque?o", le dijo al Pr¨ªncipe en tono jocoso, para posteriormente a?adir: "?Los altos detr¨¢s para la foto. Qu¨¦ alto est¨¢s. Cu¨¢ntos cent¨ªmetros me pasas. Por lo menos dos!"
Cuando el Rey sali¨® de entre las piedras, despu¨¦s de posar, algo fatigado dijo: "Boyer no me paga para esto". El ministro de Econom¨ªa y Hacienda, que el d¨ªa anterior se declar¨® un f¨ªsico venido a menos, ajeno a los comentarios del Rey, estaba pasando en esos momentos por una prueba m¨¢s dura. El ascensor del observatorio que hab¨ªa sido inaugurado momentos antes se qued¨® bloqueado cuando sub¨ªan en ¨¦l Miguel Boyer y el ministro de la Presidencia, Javier Moscoso.
Inmediatamente se produjo un revuelo en los servicios de seguridad, muy numerosos aunque m¨¢s discretos que en anteriores concentraciones de personajes de esta categor¨ªa. El propio delegado de Gobierno en las islas, Eligio Hern¨¢ndez, coordinador del plan dispositivo operativo denominado CEFEIDAS, se vio casi obligado a echar mano del libro de instrucciones para saber a qu¨¦ atenerse en estos casos. Los t¨¦cnicos del complejo astrof¨ªsico sacaron del apuro a los dos ministros.
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