El juicio oral contra los tripulantes del buque 'Christina' confirma las tesis de la existencia de contrabando

XOS? MARIA PALMEIROLa vista oral del juicio celebrado ayer en la audiencia de Pontevedra contra los tripulantes del buque griego Christina, apresado el 14 de diciembre de 1984 con el mayor alijo de contrabando de tabaco requisado hasta el momento en Europa, sirvi¨® para reforzar los argumentos de la acusaci¨®n. Las pruebas aportadas por los testigos de la acusaci¨®n permiten asegurar que el Christina transbord¨® cajas de tabaco a las planeadoras que, a su vez, se dirigieron a las costas espa?olas. Eso equivale a determinar que hubo delito de contrabando y a afirmar la correcta aplicaci¨®n del Convenio de Ginebra.El juicio se celebr¨® con asistencia de unas 40 personas, entre las que se encontraban algunas presuntamente vinculadas al contrabando en Arosa y Cambados. El fiscal pedir¨¢ para el capit¨¢n del buque apresado cinco a?os de prisi¨®n y una multa equivalente al valor del alijo, 1.560 millones de pesetas, y tres a?os de prisi¨®n para cada uno de los ocho tripulantes -siete griegos y un chileno- para quienes pedir¨¢ tambi¨¦n sendas multas de unos 180 millones.

La defensa de los tripulantes del Christina, buque propiedad de la aviera Christina Compa?¨ªa Naviera, domiciliada en El Pireo (Atenas), renunci¨® a la declaraci¨®n del mec¨¢nico del Servicio de Vigilancia Aduanera, Gerardo Javier Iriarte, hecho que no dej¨® de llamar la atenci¨®n en la sala y se especul¨® incluso con la posibilidad de que su testimonio pudiese crear complicaciones a?adidas a los letrados Eleuterio Cudeiro y Ricardo Fern¨¢ndez Cid. Este mec¨¢nico, que se encuentra procesado, afirm¨® durante la fase sumaria? que los tripulantes de la patrullera Gavil¨¢n, hab¨ªan recibido ¨®rdenes de sacar cajas de tabaco del Christina y pasarlas por agua para demostrar a posteriori la correcta aplicaci¨®n del Convenio de Ginebra. Seg¨²n ese convenio, un barco puede ser apresado en aguas internacionales cuando se demuestra que hace llegar ilegalmente mercanc¨ªa a las costas del pa¨ªs aprehensor.

La sorpresa salt¨® cuando el mec¨¢nico rectific¨® su declaraci¨®n, afirmando ante la polic¨ªa que hab¨ªa sido sobornado con 12 millones de pesetas en efectivo y con la promesa de otros 28 millones en caso de que su declaraci¨®n sirviese para conseguir una sentencia absolutoria. El mec¨¢nico asegur¨® haber devuelto el dinero.