Las reformas institucionales de la CEE quedan aplazadas a una conferencia intergubernamental de los 'doce'
ENVIADOS ESPECIALESEl Consejo Europeo de Jefes de Estado y de Gobierno de los 12 pa¨ªses de la Comunidad Econ¨®mica Europea finaliz¨® ayer en Mil¨¢n en una total confusi¨®n sobre el futuro institucional de la CEE. La cumbre se ha limitado a aplazar la soluci¨®n de los problemas. No hay ninguna decisi¨®n de car¨¢cter inmediato o pragm¨¢tico, ning¨²n cambio por el momento. Una conferencia intergubernamental se encargar¨¢ de preparar las decisiones para la pr¨®xima reuni¨®n, que se celebrar¨¢ en diciembre en Luxemburgo. Pero dicha convocatoria cuenta con las reservas formales de tres pa¨ªses. -Reino Unido, Dinamarca y Grecia-. En cuanto a las mejoras inmediatas en el sistema de funcionamiento de la CEE, cayeron en el olvido. Sobre estos temas volver¨¢n los titulares de Exteriores en su reuni¨®n el 22 de julio en Bruselas. El de Mil¨¢n no ha sido un encuentro hist¨®rico.
El presidente de esta reuni¨®n, el primer ministro italiano Betttino Craxi, sali¨® satisfecho. "Ha sido un resultado particularmente positivo por el conjunto de decisiones, iniciativas e impulsos tomados. Pone a la CEE en una perspectiva de desarrollo gradual, quiza lento pero seguro, hacia el objetivo ambicioso de una Uni¨®n Europea m¨¢s amplia, dijo Craxi.El presidente de la Comisi¨®n Europea, Jacques Delors, declar¨® que "cada uno est¨¢ ahora ante su propia verdad". Pero Margaret Thatcher, la primera ministra brit¨¢nica, se?al¨® que "vinimos con grandes esperanzas pero no hemos hecho los progresos que quer¨ªamos y buscabamos. Otros lo han pospuesto".
Las dificultades para lograr una soluci¨®n com¨²n sobre la reforma institucional de la CEE motivaron que el presidente de la cumbre europea, Bettino Craxi, en un intento de salvar la reuni¨®n por medio de un resultado concreto, llegara incluso a establecer un censo -en las cumbres no se puede hablar propiamente de votos- sobre las posiciones, lo que dio un resultado de siete a favor, tres en contra.
La primera ministra brit¨¢nica, Margaret Thatcher, se pregunt¨® por qu¨¦ convocar una conferencia si no iba a haber un mandato preciso para ella, cuando adem¨¢s cualquier reforma del tratado de la CEE requiere unanimidad. Sin embargo, los principales obst¨¢culos los plantean Grecia y Dinamarca, pa¨ªs este ¨²ltimo que no ha asegurado su participaci¨®n en una conferencia que, a pesar de las dificultades, al final se celebrar¨¢.
Limitar el derecho de veto
Entretanto cayeron las propuestas que hab¨ªan sugerido Francia, la RFA y el Reino Unido, para una mejora inmediata del proceso de toma de decisiones en la CEE, por medio de una restricci¨®n de recursos al compromiso de Luxemburgo sobre el uso del veto, una ampliaci¨®n del recurso a la abstenci¨®n (aunque, al permitir que los abstencionistas puedan no aplicar las propuestas votadas abr¨ªa la puerta a una Comunidad de dos velocidades, a ampliar las competencias de la Comisi¨®n y a asociar m¨¢s ¨ªntimamente a las decisiones de la CEE al Parlamento Europeo. De ¨¦sto hablar¨¢n pr¨®ximamente los ministros. Craxi acus¨® a Grecia de haber bloqueado estas mejoras inmediatas que no requieren modificaci¨®n del Tratado de Roma. Pero Thatcher rebati¨® la interpretaci¨®n de Craxi se?alando que s¨ª se convocaba una conferencia ya era mejor demorar los progresos.
Eso s¨ª, la cumbre se fij¨® como objetivo el crear un verdadero mercado com¨²n para 1992, suprimiendo las barreras fisicas y t¨¦cnicas a la libre circulaci¨®n de mercanc¨ªas, creando un mercado libre de los servicios financieros y del transporte, y liberalizando el establecimiento de los profesionales, pero ?c¨®mo llegar a materializar todo ¨¦sto sin una reforma del sistema institucional? Y, los resultados de la conferencia intergubernamental son del todo inciertos, e incluso se piensa que pueden tardar.
El comunicado final recoge tambi¨¦n la idea franco-germano-brit¨¢nica de marchar hacia un tratado -o acuerdo- para llegar a una aut¨¦ntica pol¨ªtica extranjera y de seguridad com¨²n de los pa¨ªses de la CEE. ?sta ser¨¢ tambi¨¦n una labor encomendada a la conferencia intergubernamental, "para progresar concretamente hacia la uni¨®n europea".
Todo queda pues en el aire. El art¨ªculo del Tratado de Roma -el 236- en que se bas¨® Craxi para imponer su tesis permite la convocatoria de la conferencia por simple mayor¨ªa (aunque ser¨¢n los ministros los que tengan que votar formalmente).
Pero tambi¨¦n se?ala que las enmiendas al Tratado "entrar¨¢n en vigor despu¨¦s de haber sido ratificados por todos los Estados miembros, en conformidad con sus reglas constitucionales respectivas". Lo que implica la unanimidad. Por ello, Margaret Thatcher insisti¨® en que hab¨ªa que hacer algo positivo yconcreto.
No obstante, en Mil¨¢n se ha lanzado, en serio, el debate sobre el futuro institucional de la CEE. Algo es algo, y ya ha comenzado a nacer la Europa de la tecnolog¨ªa.
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