Juan Miguel Hern¨¢ndez
Director general de Cultura de la Comunidad de Madrid y profesor de est¨¦tica, se ha convertido en el patr¨®n de la 'movida'
El profesor de est¨¦tica, ahora director general, parece hecho a la medida de su cargo. Toni Mir¨® y Adolfo Dom¨ªnguez suelen solucionarle el cotidiano escollo de alternar el atuendo. Su figura, de porte atl¨¦tico -hace a?os fue campe¨®n de karate-, es una digna percha para estos trajes posmodernos que tampoco renuncian a cierta racionalidad; al igual que este arquitecto que, a sus 40 a?os, se siente con un pie en la modernidad y con el otro en su superaci¨®n actual. El traje de hoy, un verde pastel, suaviza el toque intelectual de las gafas -dispone de otros modelos-, y resalta un rostro desnudo de barba, posmoderno
.Animal urbano -netamente madrile?o, pese a haber nacido en M¨¢laga-, Juan Miguel Hern¨¢ndez adora la atm¨®sfera ef¨ªmera que desprenden las grandes capitales: "Esa frivolidad en las relaciones", tan fr¨¢giles de puro ambiguas. "Madrid me recuerda a Berl¨ªn occidental, que no ser¨ªa nada sin sus j¨®venes fugaces... Que Madrid resulte tan poco cre¨ªble como comunidad es lo que hace que yo me lo crea a fondo. Aqu¨ª no hay problemas de ra¨ªces, no se cercena nada; es una ciudad abierta, un escaparate internacional m¨¢s all¨¢ de la movida.".El arquitecto no tiene reparos en considerarse un diletante que ha aceptado el cargo "por compromiso ¨¦tico". Y est¨¦tico, naturalmente. Para Hern¨¢ndez, el fondo y la forma nunca son ajenos. "En el 68 tambi¨¦n cuid¨¢bamos la imagen: eleg¨ªamos una marca de tejanos, busc¨¢bamos en el rastro una camisa especial" recuerda este antiguo miembro del PCE que ya entonces se sent¨ªa esteta, m¨¢s interesado en hacer cortometrajes que en contribuir directamente en la lucha de masas. "Ser del PCE en los sesenta era una actitud est¨¦tica y rom¨¢ntica", explica este progre transmutado en posmoderno."Yo soy un profesor de Est¨¦tica. Y adem¨¢s soy del PSOE, aunque mi participaci¨®n en el aparato es nula". Admite que la excusa del compromiso ¨¦tico suele enmascarar la tentaci¨®n del profesional de echar una canita al aire con el poder. "No aceptar¨ªa ser director general de Carreteras o de Interior", reconoce. "Nadie est¨¢ en la pol¨ªtica sufriendo; a cualquiera le gusta modificar las cosas, hacer tu voluntad, aunque sea en peque?os espacios. Pero tambi¨¦n hay que estar convencido de que hace falta que est¨¦s ah¨ª.
Las tribus urbanas se disputan su trato y los rostros de la movida utilizan su hermoso patio y los inmensos espacios de su casa -restaurada y posmoderna, como es l¨®gico- para organizar actividades. Una promiscuidad que a ¨¦l no le inquieta, "porque la calidad est¨¢ donde est¨¢". Le encanta haberse convertido en un objeto de seducci¨®n. "La seducci¨®n es la forma de comunicaci¨®n contempor¨¢nea. Todos seducimos y nos dejamos seducir hasta donde quieres o puedes".
Se encuentra orgulloso de su casa -"tan bien distribuida que elimina la necesidad de una segunda vivienda"- Su esposa, que es psic¨®loga, "aunque tiene poca afici¨®n pr¨¢ctica", no trabaja profesionalmente y, seg¨²n su marido, "se divierte mucho con el tinglado posmoderno". Divertirse es un verbo repetido: al arquitecto le divierte todo lo que hace, y si no fuera as¨ª, se deduce que no lo har¨ªa. Es inevitable preguntar a este hombre tan equipado de belleza si tambi¨¦n es feliz. "Prefiero decir que soy muy vital, aunque la felicidad es tratar de hacer lo que te gusta... Creo, con Adorno, que de la coherencia con el propio mundo creativo surge el compromiso social, nunca al rev¨¦s".
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