Cambios en la URSS
A primera vista, la sucesi¨®n de mutaciones anunciadas desde hace 24 horas en Mosc¨² es parad¨®jica. El 1 de julio, Mijail Gorbachov se desprende, sin da?ar, de Romanov, su principal rival en el secretariado del partido, consolidando su posici¨®n dominante. Este martes, d¨ªa 2, por el contrario, parece fracasar en la conquista del ¨²ltimo cargo que falta a su panoplia: el de jefe del Estado. Contrariamente a lo que hicieron sus tres predecesores, el secretario general renuncia a ese t¨ªtulo y se eclipsa ante Andrei Gromiko.De hecho, en un caso como en el otro, Gorbachov elimina obst¨¢culos al ejercicio de su autoridad. Mientras el caso de Romanov, aislado y desprestigiado desde hace meses, pod¨ªa solucionarse de forma expeditiva, el de Gromiko, veterano universalmente conocido de la diplomacia, requer¨ªa m¨¢s miramientos.
Su paso hacia la cumbre del Estado era una soluci¨®n elegante, por otra parte, corrientemente practicada en el pasado: Jruschov hab¨ªa hecho lo mismo con Vorochilov; Breznev, durante 13 a?os, con su rival Podgorni; y parece que Andropciv hab¨ªa propuesto el mismo cargo a su rival Konstant¨ªn Chernenko antes de decidir, ante su negativa, asumirlo ¨¦l mismo.
Sin duda, Gromiko quedar¨¢, en tanto que miembro del Politbur¨® e interlocutor natural, pero no exclusivo, de los jefes de Estado extranjeros, ampliamente asociado a los asuntos internacionales; pero tambi¨¦n es verdad que en la Uni¨®n Sovi¨¦tica la funci¨®n de jefe de Estado tiene poco peso cuando no est¨¢ ligada a la de jefe del partido.
Gromiko habr¨ªa podido compensar ese handicap si su sucesor hubiese sido uno de sus pr¨®ximos. Si se ignora casi todo de Eduardo Shevardnadze, es cierto que este georgiano, a la vez general en el Ministerio del Interior y dignatario del partido, no pertenece a la casa Gromiko; y el hecho de que sea actualmente miembro titular del Politbur¨® le da en conjunto un peso igual al de su predecesor.
En el dominio clave de la diplomacia, la autoridad de Gorbachov no pod¨ªa coexistir mucho tiempo con la permanencia de un ministro de Asuntos Exteriores al que su experiencia y longevidad hab¨ªan hecho "seguro de s¨ª mismo, dominador y tambi¨¦n bastante dogm¨¢tico".
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