Mejor no ser amigo de Reagan
El presidente norteamericano lanz¨® su Iniciativa para la Cuenca del Caribe para contrarrestar el avance comunista en el ¨¢rea. Al a?o y medio del anuncio, la iniciativa, seg¨²n el autor, arroja un resultado sorprendente: los que menos se han beneficiado son los que m¨¢s amigos quisieron ser de Reagan.
As¨ª como la respuesta del Gobierno de John F. Kennedy a la revoluci¨®n cubana fue la Alianza para el Progreso, la respuesta del Gobierno de Ronald Reagan a la revoluci¨®n nicarag¨¹ense fue la Iniciativa para la Cuenca del Caribe (ICC). Lo que hay que hacer, dijeron los expertos, es liquidar las situaciones de subdesarrollo e injusticia, que luego aprovecha el comunismo internacional. Desarrollo contra comunismo. En los a?os ochenta, a diferencia de dos decenios antes, desarrollo significa m¨¢s que nada la creaci¨®n de oportunidades comerciales.As¨ª, pues, se dise?¨® la ICC. Era previsible que, de entrada, la izquierda denunciara el plan como una trampa. Menos previsible fue que los pa¨ªses isle?os del Caribe, y principalmente los anglohablantes, tambi¨¦n manifestaran escepticismo, afirmando que el programa hab¨ªa sido concebido sobre todo para beneficiar a las naciones centroamericanas, donde Reagan hab¨ªa elegido discernir una amenaza potente a la seguridad nacional de Estados Unidos.
Los primeros beneficiarios de la ICC fueron las empresas norteamericanas de publicidad y relaciones p¨²blicas, que cobraron sumas exorbitantes para vender la aptitud de cada Estado como beneficiario de la inversi¨®n norteamericana. Lo que promet¨ªa, en esencia, la ICC era la liberaci¨®n de derechos aduaneros para la importaci¨®n a Estados Unidos de determinados productos caribe?os. En otras palabras: intentaba valorizar para los empresarios norteamericanos la baratura de la mano de obra caribe?a y su casi inexistente presi¨®n fiscal.
Sorprendentemente, al a?o y medio de propuesta la ICC -y a un a?o de funcionamiento formal- ya es posible adelantar conclusiones sobre sus efectos.
La primera y m¨¢s contundente de las conclusiones es que no favoreci¨® en primer t¨¦rmino a Centroam¨¦rica, sino a los peque?os Estados insulares del Caribe anglohablante. La segunda es que no hay ning¨²n patr¨®n discernible en la distribuci¨®n de beneficios, como no sea la c¨ªnica inferencia de que lo peor para un aspirante a los beneficios de la iniciativa es ser amigo pol¨ªtico de Washington. Para analizar los resultados del plan, lo mejor es recurrir a las estad¨ªsticas del Departamento de Comercio de Estados Unidos, cuyas computadoras han podido aislar el tr¨¢fico en productos que podr¨ªan beneficiarse de las provisiones de la ICC.
Lo que dicen estas estad¨ªsticas es que los que m¨¢s se han beneficiado son los pa¨ªses miembros del Caricom (la comunidad caribe?a), cuyo comercio en estos rubros aument¨® un 42% entre 1980 y fines de 1984. El reparto del beneficio, sin embargo, fue alt¨ªsimamente desparejo. A la cabeza est¨¢ San Vicente, cuyas exportaciones en productos ICC aument¨® un 361% en el per¨ªodo citado (aunque antes de ponerse en marcha la iniciativa hab¨ªa descrito oscilaciones parecidas, y, de todos modos, en 1984 no exportaba mucho m¨¢s de un mill¨®n y medio de d¨®lares). M¨¢s serio es el caso de Barbados, que casi triplic¨® sus exportaciones, y de Trinidad, que hizo algo m¨¢s que duplicarlas. Y aqu¨ª estamos hablando de cifras de 236 millones y de 188 millones de d¨®lares, respectivamente.
Sorpresas
Pero en este Caricom beneficiado hay sorpresas. No hay Gobierno caribe?o que se haya desvivido m¨¢s que el de Edward Seaga, en Jamaica, por alinearse junto a Estados Unidos, tanto pol¨ªticamente como en materia de pol¨ªtica econ¨®mica. Su premio: un nivel de exportaci¨®n de productos ICC en 1984 que es virtualmente id¨¦ntico al de cuatro a?os antes.
Peor le fue a Eugenia Charles, la primera ministra de Dominica (la que mostr¨® su cara al lado de la de Reagan a la hora de anunciarse la invasi¨®n de Granada): su pa¨ªs vio descender en casi un 40% las exportaciones de productos ICC entre 1980 y 1984.
Los resultados
Cuando se pasa a Centroam¨¦rica, los resultados son a¨²n m¨¢s sorprendentes. De todos los pa¨ªses de la regi¨®n, el ¨²nico cuyas exportaciones de productos ICC han aumentado en el per¨ªodo se?alado es Costa Rica. El aumento fue apenas del 21%. Contra esto, los dos principales amigos de Washington, El Salvador (punta de lanza de su esfuerzo b¨¦lico-pol¨ªtico) y Honduras (base de avanzada militar frente a Nicaragua). En el primer caso, las exportaciones de productos ICC disminuyeron un 11% entre 1980 y 1984; en el segundo, cayeron un 17%.
Habr¨¢ quienes digan que este an¨¢lisis es prematuro (despu¨¦s de todo, ?cu¨¢ndo puede determinarse que un desenlace es un desenlace?). Pero habr¨¢ otra cr¨ªtica m¨¢s fundamental: la que dice que la ICC no hizo m¨¢s, en el mejor de los casos, que reforzar tendencias ya presentes. Todos los casos de incremento -se?alar¨¢n- no son m¨¢s que la continuaci¨®n de alzas insinuadas antes de que entrara en vigencia la ICC. Y para remachar la argumentaci¨®n, podr¨¢n se?alar que las islas Caim¨¢n y las Bahamas -pa¨ªses excluidos de la ICC- han logrado aumentar en 124% y 30% respectivamente sus exportaciones de productos ICC a Estados Unidos.
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