La 'huelga japonesa'
Le felicito por su talante democr¨¢tico al dar cabida en la tribuna libre de su peri¨®dico al art¨ªculo firmado por tres farmac¨¦uticas asturianas precisamente al d¨ªa siguiente de la huelga japonesa mantenida por la pr¨¢ctica totalidad de las oficinas de farmacia espa?olas.Sin embargo, la lectura atenta de ese art¨ªculo, La huelga japonesa contra farmacias h¨²ngaras, me sugiere algunos interrogantes que deseo plantearle: - ?No era extraordinaria la oportunidad de ese art¨ªculo, tanto en su contenido como en su fecha de publicaci¨®n, teniendo en cuenta que fue escrito a tr¨ªo y al alim¨®n? - ?No era sorprendente que tres farmac¨¦uticas se alzasen violentamente contra la opini¨®n de la gran mayor¨ªa de sus colegas con los argumentos habituales de la actual Direcci¨®n General de Farmacia, regentada por un economista (no f¨¢rmac¨¦utico)? - ?No resultaba chocante que a lo largo de todo el art¨ªculo sus autoras no tomasen siquiera en consideraci¨®n los derechos de los ciudadanos en materia de medicamentos ni lo regresivo de un cambio que nos llevar¨ªa de hecho otra vez a la discriminaci¨®n social en el servicio farmac¨¦utico? - ?Resultaba democr¨¢tico el tono despreciativo con que esas tres farmac¨¦uticas trataron a miles de profesionales que no piensan como ellas, juzgaron sus decisiones libremente adoptadas y consideraron a los ¨®rganos profesionales democr¨¢ticamente m¨¢s representativos?
En fin, se?or director, le dejo con estos interrogantes (y con muchos m¨¢s, que evito para no cansarle) y me permito llamar su atenci¨®n sobre una tremenda contradicci¨®n apreciada en el art¨ªculo de esas tres celosas farmac¨¦uticas, tan empe?adas en descalificar al resto de sus colegas: la de largar toda una responsabilidad hist¨®rica sobre el Consejo General de Colegios Farmac¨¦uticos, libremente elegido, despu¨¦s de reconocer que a la hora de elaborar el borrador del anteproyecto de ley del medicamento no se cont¨® para nada con los farmac¨¦uticos de oficina ni con (esto lo a?ado yo) la de los organismos profesionales m¨¢s representativos. Indudablemente, detr¨¢s de esta contradicci¨®n se adivina, con r¨²brica y todo, la verdadera firma del art¨ªculo. ?No le parece?-
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