Sobres de colores
Despu¨¦s de haber le¨ªdo varias veces el art¨ªculo Sobres, del se?or Molina Foix (EL PA?S, 11 de julio de 1985), sigo sin llegar a comprender lo que este buen, se?or quiere decir, si es que quiere decir algo. Las reflexiones acerca de la irracionalidad, demencia, anacronismo esperp¨¦ntico de ese monstruo indomable y reticente a los cambios que es la Administraci¨®n p¨²blica, y m¨¢s concretamente de sus manifestaciones, expresadas en leyes, normas, reglamentos y dem¨¢s (de los que todos los ciudadanos somos sufridores), ha constituido siempre un socorrido recurso -incluso para las grandes plumas- que permite al columnista ocasionalmente abandonado de sus musas literarias llenar su espacio gr¨¢fico.Ahora bien, criticar por criticar, sin ning¨²n tipo de apoyatura objetiva racional, es caer en el parnasianismo de la cr¨ªtica. Es matar moscas con el rabo a falta de otra mejor ocupaci¨®n.
Este es el caso del se?or Molina Foix. Si el reglamento de Correos proh¨ªbe la utilizaci¨®n de sobres que no sean de color blanco o claros es debido a algo. Algo funcional, racional y l¨®gico y no una arbitraria selecci¨®n crom¨¢tica.
Es azul por excelencia el color de la tinta de bol¨ªgrafos, plumas y rotuladores que todos usamos al escribir nuestras cartas y sobres. La contrastaci¨®n crom¨¢tica entre fondo y contenido, sobre y se?as, disminuye muy sensiblemente cuando, el color del sobre est¨¢ en la misma gama que el de la tinta usada para graficar la direcci¨®n adonde ¨¦ste debe ser enviado. La disminuci¨®n de dicho contraste supone para la persona que clasifica dichos env¨ªos postales una penosidad adicional, que incide tanto en su integridad f¨ªsica -mayor desgaste visual- como en el menor rendimiento de su trabajo. Este y no otros, por muchas lucubraciones que se hagan al respecto, es el motivo de la prohibici¨®n expresada en el susodicho reglamento de Correos. Reglamento que, por otra parte, utiliza el se?or Molina Foix con magnificencia para ilustrar el 25% del espacio de su columna, no s¨¦ si por af¨¢n de docencia leguleya o para ahorrarse el esfuerzo literario de rellenar esas l¨ªneas.
Quisiera, por ¨²ltimo, hacer constar que el motivo de mi carta no es en absoluto el hacer una defensa apolog¨¦tica del reglainento que rige el servicio de Correos -puesto que en ¨¦l se dan, como en todos los reglamentos, situaciones que habr¨ªa que modificar, y que hubieran merecido m¨¢s prioritariarnente la atenci¨®n de una cr¨ªtica literaria que las actuales disposiciones acerca del color de los sobres-, sino reivindicar, como lector habitual de EL PA?S, la utilizaci¨®n de ese espacio gr¨¢fico tan privilegiado como la columna para escritores, que los hay, cuyas aportaciones literarias sean m¨¢s positivas.- Oficial postal y de telecomunicaciones.
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