El mito del subterr¨¢neo
Steven Spielberg se las sabe todas en la ciencia de vender cine. Sus pel¨ªculas de relleno, que siempre dirigen otros, son alardes de precisi¨®n en el halago a los mecanismos de la emoci¨®n humana m¨¢s elemental, de la trepidaci¨®n emocional. Los Goonies es un ejemplo inmejorable de c¨®mo este cineasta, intuitivo y con pocos escr¨²pulos, saca una pel¨ªcula de donde no la hay, o de donde s¨®lo hay trozos o destrozos de otras.Spielberg sabe que lo m¨¢s trepidante de sus dos pel¨ªculas sobre Indiana Jones est¨¢ en la primera secuencia y en las de la tumba egipcia de En busca del arca perdida, y en la de la monta?a rusa de El templo maldito. Las tres son escenas de gruta de terror de verbena, y hurgan h¨¢bilmente en la zona oscura de la memoria donde reposa la fascinaci¨®n por el mito del subterr¨¢neo.
Los Goonies
Direcci¨®n: Richard Donner. Argumento y producci¨®n: Steven Spielberg. Int¨¦rpretes: Sean Astin, Josh Brolin, Jeff Cohen. Norteamericana, 1985 Estreno en Madrid: cines Palacio de la M¨²sica, Benlliure, Juan de Austria, California, Cartago, Infante y Aluche.
Spielberg no ha inventado nada. Su descubrimiento es archisabido por el Julio Veme de Las Indias negras y Viaje al centro de la Tierra, por el Lovecraft de En la noche de los tiempos, por las geniales escenas subterr¨¢neas de La tumba india de Fritz Lang y por las series de aventuras ex¨®ticas del Hollywood de los a?os treinta. Las citadas secuencias de Indiana Jones est¨¢n calcadas de estas series. Pues bien, todo Los Goonies est¨¢ a su vez calcado de estos momentos estelares de Indiana Jones. Spielberg comienza a mirarse el ombligo: calca de un calco.
La direcci¨®n de Los Goonies es de Richard Donner, cineasta solvente y con sentido del espect¨¢culo. De haber ca¨ªdo en otras manos menos competentes, el fracaso hubiera sido inevitable, pero Donner defiende bien la pel¨ªcula y la saca adelante con dignidad, pese a que el asunto es sabido y, peor a¨²n, viene corto para un filme de duraci¨®n convencional.
El filme -¨¢gil y muy superficial- divierte y hace trepidar en ocasiones, pero a poco, desde la mitad hasta el final, se hace moroso, pierde poder de sorpresa, cansa y hasta adquiere un aire trist¨®n, de caramelo en dosis, con sucesivos finales felices en cadena, que estragan un poco.
La raz¨®n de esto hay que buscarla en el enfoque del filme, en el hecho de que sus protagonistas son ni?os, una especie de nuevo calco de La pandilla inventada por los ep¨ªgonos de Mack Sennett y reinventada por Spielberg, que es argumentista de Los Goonies. Al estar interpretado por ni?os y destinado a hacer comulgar con las mismas im¨¢genes a abuelos y nietos, ha de ser a la fuerza un filme casto, en el que de antemano se cierra el paso a la tentaci¨®n de crear im¨¢genes ambiguas, inquietantes y menos a¨²n er¨®ticas. Donner ha de ir al grano, emocionando sin inquietar y renunciando a ese descanso de acci¨®n que es la sensualidad.
En el cine de acci¨®n el erotismo es un colch¨®n de respiro, que permite al director encontrar zonas de descansillo en la escalada de la trepidaci¨®n. Al no poder contar con este contrapunto de dilaci¨®n y tener que seguir una progresi¨®n continua hacia arriba, Los Goonies se desinfla antes de tiempo y la atenci¨®n, a medida que la pel¨ªcula crece, mengua, se fatiga, retrocede.
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