Hacia la consolidaci¨®n del biling¨¹ismo en Catalu?a
ACABA DE hacerse p¨²blica en Catalu?a una sentencia que supone un importante respaldo judicial al esp¨ªritu del Estado de las autonom¨ªas. Un grupo de maestros hab¨ªa recurrido contra la exigencia de la Generalitat de que todos los ense?antes que impartan clases en Catalu?a conozcan y dominen la lengua catalana. La Audiencia Territorial de Barcelona ha fallado que esta disposici¨®n de la Generalitat no vulnera la Constituci¨®n, y viene a considerar que si el objetivo del biling¨¹ismo que se propugna en Catalu?a es que todos los escolares al acabar sus estudios sepan expresarse correctamente en las dos lenguas, para conseguirlo es l¨®gico que todos los ense?antes est¨¦n en condiciones de ense?arlas y utilizarlas.Esta decisi¨®n judicial es una estimable aportaci¨®n a la convivencia de los ciudadanos de Catalu?a. El proceso de normalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica se est¨¢ efectuando con bastante rigor y seriedad -aunque se hayan producido incidentes aislados de intolerancia, tanto por quienes lo consideran demasiado lento como por los que lo encuentran excesivamente r¨¢pido-, y una de las pocas cosas que podr¨ªa romper el actual y delicado equilibrio de buenas voluntades ser¨ªa que en un tema as¨ª hubiese un fallo que resultara incomprensible para la opini¨®n p¨²blica catalana.
Pero lo positivo de esta sentencia rebasa lo estrictamente catal¨¢n. Con excesiva frecuencia, en algunos sectores de la sociedad espa?ola se tiende a pensar que la problem¨¢tica de la lengua catalana -as¨ª como la del euskera y el gallego- es algo que afecta y compromete ¨²nicamente a los ciudadanos de estas tres comunidades, y ello es absolutamente falso. La Constituci¨®n, que rije para todos los espa?oles, en el mismo art¨ªculo en que consagra al castellano como la lengua oficial de todo el Estado, establece la oficialidad de las dem¨¢s lenguas espa?olas en sus respectivas comunidades aut¨®nomas, por lo que su defensa compete a los dem¨®cratas de todo el pa¨ªs. Asimismo, la descentralizaci¨®n del poder que establece la propia Constituci¨®n, y que debe desarrollarse a trav¨¦s de los gobiernos y los parlamentos auton¨®micos, legitima a todas estas instituciones para que adopten las medidas necesarias para que sea una realidad el pluralismo ling¨¹¨ªstico. En Catalu?a, por consenso entre todas las fuerzas pol¨ªticas parlamentarias, se ha preferido huir de la posible quiebra en dos de la sociedad catalana que podr¨ªa suponer el que unos ciudadanos se educaran y hablasen en castellano mientras otros lo hicieran en catal¨¢n, y se ha asumido el desaf¨ªo de intentar un modelo de biling¨¹ismo total, y para ello se legisla pensando que en el futuro todos los catalanes deben estar en condiciones de expresarse en castellano y en catal¨¢n. Y dada la legitimidad con que se aborda, conseguirlo es un objetivo de todo el Estado.
Pero la consecuci¨®n de esa meta necesita, adem¨¢s de la comprensi¨®n de toda la sociedad espa?ola, una colaboraci¨®n activa de toda la ciudadan¨ªa de Catalu?a. Y entre otros elementos, precisa que toda la planificaci¨®n educativa tenga en cuenta la aspiraci¨®n biling¨¹ista. Para ello es necesaria una participaci¨®n muy especial de toda la clase docente. El recurso que ahora ha sido desestimado ven¨ªa a considerar que era una discriminaci¨®n que para impartir clases en Catalu?a se exigiera el conocimiento del catal¨¢n, un requisito innecesario en el resto del Estado. La sentencia tiene la oportunidad de subrayar la constitucionalidad de la exigencia, dado que la Constituci¨®n reconoce el car¨¢cter oficial de la lengua catalana, y precisa adem¨¢s que, sin ese requisito que se pide a los maestros, los discriminados ser¨ªan los alumnos a quienes les correspondiera aprender con el personal docente incapacitado para ense?ar utilizando las dos lenguas.
En el fondo del problema hay una realidad que deben entender los maestros: precisamente por su condici¨®n de funcionarios de un Estado que se reconoce pluriling¨¹e, y precisamente por estar encargados de la docencia, tienen la obligaci¨®n de asumir un papel protagonista en la recuperaci¨®n del catal¨¢n. Una obligaci¨®n como espa?oles y una obligaci¨®n como maestros. Y cabe esperar que cuando el recurso que ahora anuncian llegue al Tribunal Supremo, exista all¨ª tambi¨¦n, como en la Audiencia de Barcelona, la suficiente sensibilidad para entender el problema. Porque, en esencia, de la misma manera que la historia nos recuerda que para el conjunto de Espa?a es impensable la libertad sin una estructura democr¨¢tica, para Catalu?a no hay una verdadera democracia sin el reconocimiento de su lengua, con todo lo que ello significa.
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