La obra de David Ringrose, premio Ortega y Gasset del Ayuntamiento de Madrid
David R. Ringrose ha venido a Madrid a echar un vistazo a las galeradas de su libro Madrid y la econom¨ªa espa?ola, 1560-1850 -que en la edici¨®n que prepara Alianza Editorial lleva el subt¨ªtulo: Ciudad, Corte y pa¨ªs en el Antiguo R¨¦gimen -, premio de ensayo Ortega y Gasset 1985 otorgado por el Ayuntamiento de Madrid. Ringrose es un californiano gustoso de asomarse al Madrid actual tanto como al que fue centro de un imperio en cuyos dominios no se pon¨ªa el sol.
David Ringrose vive en San Diego (California, Estados Unidos). Se dice que all¨ª, uno de cada tres funcionarios del Gobierno es militar. A Ringrose, que es catedr¨¢tico de Historia, le gusta su ciudad, pero parece como si le gustara tanto o m¨¢s Madrid.Es alto y delgado, como James Stewart, y tiene cara de ni?o, como Billy, aunque ya cuenta 47 a?os de edad. Pero no es amante de las armas, sino de bibliotecas y archivos. Husmeando en la historia lleg¨® a Madrid por los a?os sesenta.
Su primer trabajo sobre Espa?a fue su tesis doctoral, referida a la Historia de los transportes en Espa?a, publicada en nuestro pa¨ªs por Tecnos, en 1972. "Me interesaba el proceso de las ciudades antes de la revoluci¨®n industrial, el per¨ªodo entre 1600 y 1900. Madrid era la ciudad m¨¢s grande de la ¨¦poca del ferrocarril y, en Espa?a, el centro de las comunicaciones.
Tambi¨¦n era la capital de un Estado que tuvo grandes dificultades para hacer la transici¨®n a la Edad Moderna. En fin, se acumularon varias razones, desde el punto de vista del historiador, que me decidieron a volver sobre la econom¨ªa espa?ola".
Volver sobre el tema y volver a Madrid. Varios viajes a esta ciudad. Y fruto de ellos, entre otros, un hijo: "?Tengo un hijo espa?ol!", dice Ringrose con satisfacci¨®n. "Ruperto. Ahora tiene 17 a?os. Es mi segundo hijo. Naci¨® aqu¨ª, s¨ª. Tiene su certificado de nacimiento, con su nombre y sus apellidos, el m¨ªo y el de su madre. Lo tiene. Un papel as¨ª, grande. Y pone Ruperto". Y David Ringrose r¨ªe.
Historia en dos partes
Vino a Madrid y buce¨® en el Archivo Municipal. "Es un archivo muy rico. Y curioso. Parte estaba en la plaza Mayor y parte en un almac¨¦n de R¨ªos Rosas. Lo atend¨ªa un conserje muy amable. Lo hab¨ªan operado de c¨¢ncer de laringe. Yo no entend¨ªa su voz, pero ¨¦l se esforzaba por ayudarme". A?os despu¨¦s concurs¨® al Premio Ortega y Gasset y lo gan¨®. "La verdad es que me ha sorprendido. Hay muchos espa?oles con talento". Seg¨²n su autor, la Historia de Madrid y la econom¨ªa espa?ola, 1560-1850 es, en la primera parte, "un estudio de la econom¨ªa de la ciudad (ingresos, estructura del trabajo, mecanismos de abastos, demograf¨ªa, inmigraci¨®n, etc¨¦tera)"; y, en la segunda, un an¨¢lisis, "un intento de dibujar los mecanismos de interrelaci¨®n econ¨®micos con el resto de la Pen¨ªnsula". Esos mecanismos que "originan crecimientos irregulares por el proceso din¨¢mico de la ciudad entendida como mercado -a veces la ciudad crece mientras la poblaci¨®n desciende- y crean tensiones modeladoras del paisaje urbano".Curiosamente, Ringrose arranca su obra con una cita de Jos¨¦ Ortega y Gasset (1927): "Madrid no ha pose¨ªdo jam¨¢s una cultura creadora... Ha aprendido del extranjero un m¨ªnimum de cosas malamente asimiladas... A seis kil¨®metros de Madrid, la influencia cultural de Madrid termina, y empieza ya, sin transici¨®n, ni zona prel¨²cida, el labriego absoluto". Y, al compartirla, no s¨®lo le sirve de partida sino de s¨ªntesis. "Madrid", dice Ringrose, "capital del Imperio y dentro de Castilla, abandon¨® las relaciones con la periferia. La expansi¨®n comercial de Catalu?a y Valencia se hizo al margen de Madrid y Madrid impidi¨® a Castilla su participaci¨®n en el mercado atl¨¢ntico; le dio poco m¨¢s que un mercado de trigo y carne".
"Quiz¨¢ no hubo otro remedio", medita Ringrose. "Si Felipe II o Carlos IV quisieron mantener un Imperio, necesitaban una m¨¢quina burocr¨¢tica poderosa. Y en un mundo preindustrial no hab¨ªa suficientes recursos para hacer dos cosas a la vez: el Imperio y la naci¨®n. En la Restauraci¨®n empieza un cambio gradual, de interrelaci¨®n de mercados y abastos. Los ferrocarriles influyen en ello, pero el legado de la influencia de bur¨®cratas, terratenientes y arist¨®cratas, que controlaban el mundo de los mercados, fue un obst¨¢culo".
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