La crisis del comunismo espa?ol
La represi¨®n desencadenada, desde el 19 de abril pasado ha alcanzado ya a Madrid, la Comunidad Valenciana, Andaluc¨ªa, Galicia y Castilla y Le¨®n. La cifra de los que por uno o por otro procedimiento han sido colocados fuera del PCE supera la de 15.000 afiliados al partido, cifra que se ver¨¢ incrementada ampliamente cuando la, liquidaci¨®n por derribo llegue al resto de las comunidades aut¨®nomas. A ¨¦stos hay asimismo que a?adir los que han optado por irse a su casa a esperar que el panorama se despeje.Entre los expulsados, excluidos, autoexcluidos, disueltos, separados, sancionados o como quiera que se diga "echar del PCE" se cuentan por decenas los dirigentes del partido, cuadros pol¨ªticos, cargos p¨²blicos y destacados sindicalistas.
Empezando por estos ¨²ltimos, babe se?alar que la sarracina afecta a cuatro miembros del Secretariado Confederal de CC OO, 12 de la Comisi¨®n Ejecutiva Confederal de CC OO, la totalidad del secretariado de la federaci¨®n del metal de CC OO -la m¨¢s potente organizaci¨®n de esa central-, la mayor¨ªa de las direcciones de las federaciones de qu¨ªmicas, gr¨¢ficas y pensionistas de CC OO, la mayor¨ªa de varias ejecutivas provinciales tan importantes como Sevilla y Pontevedr¨¢, y un sinfin de sindicalistas a uno u otro nivel de direcci¨®n.
En el terreno de los cargos p¨²blicos del PCE la razzia no est¨¢ siendo menor: un diputado, el ¨²nico senador que tiene el partido; una docena de diputados regionales y centenares de concejales, alcaldes y diputados provinciales forman el saldo de esa actuaci¨®n.
A?¨¢dase tambi¨¦n a eso abandonos del PCE (como el caso del alcalde de Ciempozuelos) y esc¨¢ndalos como la ruptura, de los grupos en la Asamblea de Madrid y el Ayuntamiento de la capital para completar un panorama de descr¨¦dito de la representaci¨®n comunista en las ¨ªnstituciones.
Tampoco la juventud comunista se ha salvado de la quema. La de Madrid ha sido disuelta, y medidas similares se est¨¢n Iplicando en otros lugares.
En cuanto a las organizaciones del PCE, las de Madrid, la Comunidad Valenciana y Valladolid han sido ya escirididas, funcionando de hecho dos organizaciones que pleitean en los tribunales por el reconocimiento de la sigla, y otro tanto ocurrir¨¢ en breve plazo en el resto del territo?o espa?ol. Esta ruptura adopta ya una forma gr¨¢fica en las manifestaciones y actos p¨²blicos donde aparecen cortejos diferenciados.
La sa?a con que se ha actuado se pone de relieve en el trato recibido por los que eran funcionarios del PCE. A hombres como Anselmo Hoyos, con 25 a?os de permanente del partido, -se le deja en la calle sin derecho al seguro de paro, e igual ocurre con el resto. En conclusi¨®n: la hemorragia sufrida por el PCE puede llegar a afectar aproximadamente a la mitad de sus afiliados, entre los cuales se encuentra un plantel important¨ªsimo de los cuadros y dirigentes formados en los ¨²ltimos a?os. En realidad, estamos asistiendo a la destrucci¨®n del PCE realizada desde su propia direcci¨®n.
Estado de sitio
Para hacer po sible esa gigantesca purga, el grupo dirigente ha recurrido a una quiebra de la legalidad interna del PCE, de modo que han instalado una especie de estado de sitio dentro del partido, administrado por el secretariado. Sencillamente, los estatutos han dejado de regir y la democracia interna ha sido destruida.
La comisi¨®n central de garant¨ªas y control, especie de tribunal de apelaci¨®n interna del Partido Comunista de Espa?a, ha sido desvirtuada al agregarle irregularmente un nuevo miembro, con el prop¨®sito evidente de que ning¨²n recurso prospere.
El juego democr¨¢tico de mayonas y minonas ya no es posible porque el todopoderoso secretariado convierte arbitrariamente a exiguas minor¨ªas en amplias mayor¨ªas con una simple resoluci¨®ri escrita y en contra de toda evidencia; transforma las reuniones de unos pocos adeptos, que se representan a s¨ª mismos, en congresos extraordinarios plenamente representativos; otorga y retira poderes notariales a quien quiere y como quiere, decidiendo a su gusto qui¨¦n es el PCE en cada localidad, provincia o regi¨®n y en contra de la mayor¨ªa de los militantes.
La destrucc¨ª¨®n de la democracia partidaria es un dato pol¨ªtico muy significativo, porque nadie que se sienta comunista y discrepe de la pol¨ªtica del secretariado puede abrigar la m¨¢s m¨ªnima esperanza de que sus ideas puedan prosperar en el interior del partido y convertirse alg¨²n d¨ªa en mayor¨ªa.
Radicalismo dirigente
Del mismo modo que nadie puede abrigar la ilusi¨®n de que ese estado de sitio sea transitorio: si alg¨²n d¨ªa vuelven a surgir problemas internos (y surgir¨¢n), quien tenga en sus manos los poderes notariales los usar¨¢ para mantenerse en el poder con la misma prodigalidad con que lo ha hecho ahora.
Llama la atenci¨®n de este proceso de normalizaci¨®n del PCE el radicalismo con que el grupo dirigente se ha empe?ado en extirpar hasta la m¨¢s remota oposici¨®n. No han tratado de descabezar una oposici¨®n interna para luego asimilar al grueso: est¨¢n tratando de extirpar lo que ellos consideran carrillismo hasta en la ¨²ltima agrupaci¨®n, hasta en la organizacion mas insignificante, hasta en el pueblo m¨¢s remoto.
As¨ª pues, podemos caracterizar la normalizaci¨®n del PCE con dos rasgos org¨¢nicos: la purga monumental en el interior del partido y la liquidaci¨®n de la democracia partidana.
Lo que quede del PCE, es decir, el PCE normalizado, ?qu¨¦ es? Se trata de un PCE reconvertido al estilo de lo que Solchaga ha aplicado en Astano, en Euskalduna o en Sagunto. Y probablemente con el mismo resultado, es decir, la destrucci¨®n del partido sin que alumbre un proyecto alternativo. Dicha alternativa es la manida convergencia, que tiene pinta de acabar en lo mismo que las zonas de urgente reindustnializaci¨®n de Solchaga, es decir, en nada.
Cuando los autores del estropicio hablan de que, por fin, se ha cerrado la crisis del PCE, no dicen que no se ha resuelto, ni mucho menos, la crisis comunista en Espa?a, lo cual es evidente para cualquier observador de la realidad pol¨ªtica, excepto para los actuales dirigentes del PCE.
Antes al contrario, la crisis comunista se ha agudizado adem¨¢s porque al lado del PCE reconvertido vamos a actuar los hoy expulsados y lo vamos a hacer de forma organizada, p9r supuesto. Est¨¢, adem¨¢s, el PC de Gallego, que representa una realidad nada desde?able en algunas zonas.
M¨ªrese por donde se mire, la crisis comunista existe, ?vaya si existe! Es m¨¢s: el prestigio del com¨²nismo en nuestro pa¨ªs ha sufrido un duro golpe del cual tardar¨¢ en recuperarse. El riesgo que nos amenaza es el de que el estall¨ªdo del PCI conduzca a una di¨¢spora de grupos comunistas sin ninguna influencia real en el pa¨ªs. Y m¨¢s a¨²n: el peligro es que la represi¨®n desencadenada en el PCE se extienda a Comisiones Obreras. ?No cabe pensar que si en el PCE Marcelino Camacho ha votado la expulsi¨®n de Juli¨¢n Ariza y de Juan Ignacio Mar¨ªn, las cosas van a trasladarse a CC OO. ?No hay que pensar que la m¨¢s reciente expulsi¨®n del secretario general de CC OO de Sevilla es el pr¨®logo de medidas similares en CC OO? ,
Puntas y ribetes de esa represi¨®n en CC OO ya empiezan a aparecer: la marginaci¨®n sistem¨¢tica y escandalosa de Juli¨¢n Ariza tiene un significado claro para quien lo quiera ver.
Reconstruir el PCE
Los peligros de fragmentaci¨®n definitiva de la fuerza comunista y de inicio de la crisis de Comisiones Obreras pueden ser evitados. Los que a partir del pasado 19 de abril hemos sido represaliados nos proponemos trabajar en esa direcci¨®n. A tal efecto, los ex miembros del Comit¨¦ Central del PCE hemos convocado una asamblea general los d¨ªas 19 y 20 de octubre pr¨®ximo , a la cual invitarnos a todos los comunistas, cualquiera que sea su posici¨®n actual.
Pretendemos, en primer lugar, organizar a esas decenas de miles que han sido o van a ser segregadas de la organizaci¨®n oficial del PCE, para evitar que esa fuerza comunista se pierza, se disgregue en iniciativas dispersas.
Pretendemos, en segundo lugar, que esa fuerza comunista se constituya en un punto de referencia a escala nacional para la unidad de los comunistas, para reconstruir el PCE. Modesta pero tambi¨¦n firmemente, nos reclamamos continuadores de la historia y de las elaboraciones fundamentales del PCE.
Pretendemos, en tercer lugar, establecer lo que a nuestro juicio pueden-ser las bases de un di¨¢logo, de un entendimiento de los comunistas para reconstruir el PCE.
Cual sea el desenlace de la gran crisis del comunismo espa?ol depender¨¢ no s¨®lo de nosotros, sino de la actitud que en lo sucesivo adopten los otros comunistas. Si cada cual opina que su proyecto es el aut¨¦ntico y que todo se debe resolver por la pura adici¨®n del resto a su organizaci¨®n y a sus planteamientos, la din¨¢mica ser¨¢ que cada cual haga su experiencia por separado y que la historia d¨¦ la raz¨®n al que la tenga.
Por contra, puede abrirse una din¨¢mica unitaria, que empiece por la unidad de acci¨®n en lo pol¨ªtico, a los niveles en que esto sea posible; que abra un debate ideol¨®gico y que pueda culminar en alg¨²n momento en la reunificaci¨®n, en la reconstrucci¨®n del PCE. En ambos casos los hoy represaliados estamos dispuestos a asumir nuestra responsabilidad.
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