Rock Hudson, la otra vida de un h¨¦roe americano
Es cierto que ha habido mejores actores, e incluso algunos eran m¨¢s atractivos. Pero para los aficionados al cine de los a?os cincuenta y sesenta, ninguna estrella represent¨® mejor las anticuadas virtudes norteamericanas que Rock Hudson. "Es completo", escrib¨ªa la revista Look en 1958 "No suda. No tiene granos. Huele a leche. Su apariencia es de limpieza y respetabilidad. Este muchacho es puro". La pasada semana, mientras Hudson yac¨ªa gravemente afectado por el s¨ªndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) en un hospital de Par¨ªs, qued¨® claro que el h¨¦roe americano ten¨ªa otra vida: era casi con seguridad un homosexual.Mucha gente lo sab¨ªa, al igual que hab¨ªan sabido de la homosexualidad de otras estrellas, desde Ram¨®n Novarro -uno de los m¨¢s grandes latin lover de la ¨¦poca del cine mudo- hasta Montgomery Clift, Tyrone Power, Errol Flynn o Sal Mineo. En cierto sentido, el dilema de los homosexuales no es distinto en el mundo del cine que en cualquier otro tipo de actividad. Muchos temen, normalmente con raz¨®n, que el reconocimiento de sus vidas privadas pueda da?ar y quiz¨¢ arruinar sus carreras, tanto si trabajan para la Metro-Goldwyn-Mayer como si lo hacen para la General, Motors
En otro sentido, su situaci¨®n es a un tiempo m¨¢s seria y pat¨¦tica. Han de presentar una imagen falsa no solamente ante sus amistades y colegas, sino tambi¨¦n, en el caso de una estrella como Hudson, ante millones de admiradores, de quienes temen que no puedan ni quieran aceptar la verdad. Durante a?os han jugado al gato y al rat¨®n con una Prensa que en su mayor parte es ben¨¦vola. Ahora, muchos de ellos est¨¢n amenazados por algo m¨¢s cruel de lo que cualquier publicaci¨®n escandalosa pod¨ªa haber imaginado nunca: por un mal terrible, incurable y fatal de necesidad.
Hudson es un s¨ªmbolo tr¨¢gico de otros muchos. Alto (1,93 metros), mand¨ªbula cuadrada y atractivo, fue a dar, como la cosa m¨¢s natural, a Hollywood al dejar la Marina despu¨¦s de la II Guerra Mundial. El agente Henry Wilson crey¨® l¨®gico que Roy Fitzgerald se transformara en Rock Hudson, tan firme como Gibraltar y tan invariable como el r¨ªo que pasa por las torres de Manhattan. Sigui¨® una serie de pel¨ªculas B y, trabajando duro, Hudson aprendi¨® la t¨¦cnica, si no el arte, de la actuaci¨®n. Tuvo una buena actuaci¨®n en Gigante (1956) y fue nominado para un premio de la Academia, y demostr¨® talento para la comedia en una serie de pel¨ªculas, como Pillow talk (Pijama para dos), que interpret¨® con Doris Day a finales de los a?os cincuenta y principios de los sesenta. Cuando su carrera en el cine empez¨® a desvanecerse se dedic¨® a la televisi¨®n, demostrando su atractivo en McMillan y su esposa (McMillan and wife) como el polic¨ªa de San Francisco que resuelve todos los casos, y m¨¢s tarde en Dinast¨ªa, en la que animosa pero infructuosamente asedia a Krystie (Linda Evans).
La constante frustraci¨®n
Casi en todos los papeles represent¨® al hombre fuerte y evidentemente heterosexual, y la frustraci¨®n aparentemente afect¨® a sus nervios. En Los ?ngeles sol¨ªa pasar las tardes en su casa con vista a Beverly Hills. Cuando quer¨ªa desahogarse iba a San Francisco, donde, seg¨²n un art¨ªculo del Chronicle, no le importaba que se le viera en restaurantes y discotecas homosexuales. Un antiguo columnista del Chronicle, Writer Armistead Maupin, dijo que en 1976 hab¨ªa intentado convencer a Hudson para que manifestara p¨²blicamente que era homosexual. "Rock pareci¨® tomar la idea en consideraci¨®n, y dijo: 'Un d¨ªa de ¨¦stos voy a tener mucho que decir'. Me pareci¨® una buena idea, porque su comportamiento en p¨²blico era, igual que en el cine, muy masculino y natural". El actor segu¨ªa sintiendo amargura, dijo Maupin, porque en los a?os cincuenta se hab¨ªa visto forzado a un desafortunado matrimonio de conveniencia. Una revista especializada en esc¨¢ndalos hab¨ªa amenazado con descubrirlo, cont¨® Maupin, y para proteger su imagen, el estudio de Hudson arregl¨® apresuradamente un matrimonio con la secretaria de su agente, que dur¨® menos de tres a?os.
Los sentimientos han cambiado desde los a?os cincuenta. Los homosexuales se muestran muy activos en una serie de campos, y se han realizado muchas pel¨ªculas y obras de teatro sobre homosexuales. Tennessee Williams escribi¨® y habl¨® largo y tendido sobre su homosexualidad, algo que los grandes del teatro anterior, como Lorenz Hart, Cole Porter y No?l Coward, nunca se atrevieron a hacer. Sin embargo, ninguna estrella del escenario ni del cine ha manifestado su homosexualidad. Y por una raz¨®n muy s¨®lida: han pensado que el p¨²blico les volver¨ªa la espalda. "A la larga, el d¨®lar es lo que cuenta", dice George Christy, un columnista del Hollywood Reporter, un peri¨®dico gremial. "La homosexualidad sigue siendo una mancha en nuestra sociedad".
De todas formas, el SIDA ha a?adido una nueva y m¨¢s siniestra vertiente al viejo cuento, y puede empujar a muchas otras estrellas a salir del anonimato. La enfermedad ya ha conmovido los cimientos de las colonias teatrales y cinematogr¨¢ficas de ambas costas. "En los ¨²ltimos dos o tres a?os han muerto por lo menos 20 personas que trabajaban aqu¨ª", dice Joseph Papp, director del Public Theatre de Nueva York. "La primera vez nos sorprendi¨® la muerte de una persona tan joven (ten¨ªa 23 a?os). Le preparamos un homenaje, y luego tuvimos otros por otras v¨ªctimas. Hubo un momento en que ten¨ªamos un homenaje cada pocos meses. Es algo terrible".
Una decisi¨®n valiente
La confesi¨®n de Hudson de padecer el SIDA ha tenido m¨¢s eco de lo que ¨¦l pod¨ªa haberse imaginado. "Es una verg¨¹enza que se necesite algo as¨ª para que la gente preste atenci¨®n", dice Hamburg, .pero es extraordinario que suceda. Necesitamos hacer comprender a la gente que el SIDA no tiene por qu¨¦ ser una enfermedad incurable y que el dinero para la investigaci¨®n puede ayudarnos". Seg¨²n otros, Hudson ha puesto un rostro a la enfermedad y la llev¨® a casa de muchos que hace un par de semanas ni se hubieran preocupado.
Pensando sobre su vida y su carrera hace varios a?os, mucho antes de padecer el SIDA, Hudson parec¨ªa un poco cansado de la vida. "Me he pasado mucho tiempo tratando de saber qu¨¦ es la vida", dijo. "Sigo sin saberlo, pero ahora me importa un bledo". Pero quiz¨¢ en el fondo le importe. Su declaraci¨®n la semana pasada fue probablemente el gesto m¨¢s dram¨¢tico de su larga carrera.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.