Los detenidos por el atentado a Greenpeace son agentes del servicio secreto franc¨¦s
El hombre y la mujer detenidos en Nueva Zelanda, en relaci¨®n con el atentado que hundi¨® el 10 de julio el barco Rainbow Warrior, de la organizaci¨®n ecologista Greenpeace, y caus¨® la muerte de un miembro de su tripulaci¨®n, son agentes del servicio secreto franc¨¦s, seg¨²n ha filtrado la propia Direcci¨®n General de Seguridad Exterior (DGSE). Alain y Sylvia Turenge -nombres que figuraban en sus falsos pasaportes suizos- se hallaban, seg¨²n esta versi¨®n, efectuando una misi¨®n informativa, bajo la autoridad del Ministerio de Defensa, concretamente de un servicio de seguridad de los centros de experimentaci¨®n nuclear, y son, en realidad, capitana y comandante.
La confirmaci¨®n del oficio de los detenidos se esperaba tras el anuncio del presidente franc¨¦s, Fran?ois Mitterrand, de abrir una investigaci¨®n y encargar de la misma al pol¨ªtico gaullista independiente Bernard Tricot, al que concedi¨® plenos poderes. Sin embargo, la filtraci¨®n vino seguida de una intoxicaci¨®n informativa, que parece ir destinada a cerrar el caso en este punto."S¨ª, ciertamente, los Turenge eran agentes nuestros", se dice en la piscina (nombre con el que se conoce a la DGSE, que dirige el vicealmirante Pierre Lacoste), "pero s¨®lo estaban all¨ª para informar de los movimientos del barco ecologista". Seg¨²n esta versi¨®n, se trataba simplemente de facilitar la labor del Ej¨¦rcito cuando la flotilla de la paz, que el Rainbow Warrior deb¨ªa encabezar frente al atol¨®n de Mururoa (en el que se suelen efectuar las pruebas nucleares francesas), llegara a su destino.
En 'territorio enemigo'
Los dos agentes, seg¨²n esta versi¨®n, fueron detenidos precisamente porque desconoc¨ªan que se estaba fraguando un atentado, dado que su misi¨®n era simplemente informativa. As¨ª, la DGSE reconoce la culpa de dejarse capturar dos informadores en territorio enemigo, pero elude cualquier responsabilidad que vaya m¨¢s all¨¢ de este hecho.
Hay otra versi¨®n, posiblemente filtrada tambi¨¦n por la DGSE, y que ha sido recogida por la Prensa m¨¢s conservadora y los peri¨®dicos sensacionalistas.
Esta versi¨®n insiste en el hecho, ya desmentido por impracticable, de que el Rainbow Warrior llevaba material avanzado para detectar la bomba de neutrones que, supuestamente, deb¨ªa probarse en Mururoa, y relaciona a Greenpeace con los servicios de espionaje sovi¨¦ticos, del Reino Unido y de Australia, al tiempo que indica que, el fot¨®grafo fallecido en el atentado, el portugu¨¦s Fernando Pereira, era miembro del Movimiento por la Paz y un topo del Comit¨¦ de Seguridad del Estado sovi¨¦tico (el todopoderoso KGB).
Greenpeace, que mantiene un discreto y cauto silencio desde el momento del atentado, ha desmentido esta versi¨®n, que considera "demencial". Lo ¨²nico cierto, seg¨²n la organizaci¨®n ecologista, es que Pereira viv¨ªa en Amsterdam y, como otros cientos de miles de personas, form¨® parte, a t¨ªtulo personal, de una manifestaci¨®n antinuclear en esta ciudad.
Sin embargo, esta parcial admisi¨®n de culpa desde la piscina entra directamente en contradicci¨®n con nuevas pruebas que est¨¢n saliendo a la luz. La primera de ellas es la aparici¨®n de huellas dactilares de la pareja encarcelada en Auckland en el bote neum¨¢tico abandonado cerca del lugar en el que se produjo el atentado. La segunda es la versi¨®n de c¨®mo la polic¨ªa neozelandesa empez¨® a sospechar de la furgoneta alquilada por los Turenge.
Por lo visto, el puerto de Auckland, donde estaba fondeado el barco Rainbow Warrior, hab¨ªa sufrido una reciente epidemia de robos, tanto de los barcos all¨ª atracados como de los autom¨®viles, lo que hab¨ªa obligado a la polic¨ªa local a montar un sistema, de vigilancia.
Dos miembros de este cuerpo, situados estrat¨¦gicamente en lo alto de un edificio pr¨®ximo y provistos de potentes binoculares, vieron a la furgoneta de losTurenge aparcada frente a un yate, que luego result¨® ser el desaparecido Ouv¨¦a, y c¨®mo dos personas sacaban voluminosos paquetes del mismo y los introduc¨ªan en el veh¨ªculo. Dos horas despu¨¦s el Rainbow Warrior volaba por los aires y la pareja con los falsos pasaportes suizos se convert¨ªa en la primera sospechosa.
La versi¨®n que hoy circula por Par¨ªs, evidentemente, no hace menci¨®n de este hecho. Desde el lado gubernamental se intenta echar la culpa a la extrema derecha. La oposici¨®n, por su parte, ve en todo ello una conspiraci¨®n de la KGB, en comandita con los servicios secretos brit¨¢nicos y neozelandeses, para desplazar a Francia del Pac¨ªfico sur.
El paradero de los culpables
Los culpables, que ahora todo el mundo identifica ya con la tripulaci¨®n del yate Ouv¨¦a, siguen sin aparecer. El doctor Xabier Maniguet, el ¨²nico de los cuatro que se sabe que haya vuelto a Francia, se present¨® el viernes por la noche en las oficinas de la agencia France Presse, en Par¨ªs, para depositar una carta en la que niega total mente cualquier conexi¨®n con el atentado. Nadie, salvo la recepcionista, pudo verle la cara, ya que se neg¨® a subir. Pero la descripci¨®n f¨ªsica de la persona que entreg¨® la misiva parece coincidir con la del deportivo doctor, de 38 a?os, amante de los deportes peligrosos. Que se sepa, no se ha dictado a¨²n ninguna orden judicial contra este hombre.
Por su parte, el coronel Jean Fran?ois Charrier, a quien el vespertino Le Monde se?alaba como uno de los posibles organizadores del atentado desde Nueva Caledonia, neg¨® ayer su implicaci¨®n en el mismo y amenaz¨®, por medio de su abogado, con presentar una demanda por difamaci¨®n contra dicho peri¨®dico.
El argumento en que se apoya la teor¨ªa de que los dos agentes detenidos no eran m¨¢s que informadores es el de que Mitterrand no se hubiera atrevido a abrir la encuesta sin saber hasta el fondo cu¨¢l era la implicaci¨®n de los servicios secretos franceses en Auckland. Fuentes pr¨®ximas al Gobierno ponen como ejemplo la elecci¨®n de Bernard Tricot para encabezar la encuesta, un personaje de la oposici¨®n que no dudar¨ªa en involucrar al Gobierno si tuviera datos para ello.
Sin embargo, no se descarta que al final el asunto pueda llegar a salpicar a la actual Administraci¨®n. Por de pronto, Charles Hernu, ministro de Defensa, ha anulado sus vacaciones y un previsto viaje a Marruecos y a Jap¨®n y se rumorea que a lo largo de este fin de semana presidir¨¢ una reuni¨®n de las altas jerarqu¨ªas de los cuerpos de seguridad franceses para llegar al fondo de la cuesti¨®n. Se ha llegado incluso a comentar que Hernu hab¨ªa presentado su dimisi¨®n.
Por su parte, la organizaci¨®n ecologista Greenpeace ha salido de su relativo silencio, anunciando que ha pedido ser recibida por el presidente Fran?ois Mitterrand el pr¨®ximo lunes.
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