El p¨¢jaro triste que ensuci¨® su propio nido
La ¨²nica regla que no tiene excepciones es aquella que dice que todas la tienen. Los Buddenbrook -cuya versi¨®n1elevisiva comenz¨® a emitir TVE-2 el pasado domingo- es acaso una de las m¨¢s c¨¦lebres excepciones a esa regla que ya se ha convertido en un t¨®pico que afirma eso tan trillado de que la novela es un g¨¦nero de madurez: no hay novelista precoz -a diferencia de los poetas, g¨¦nero que los produce a punta de pala-, el relato requiere experiencia y madurez, y es preciso haber vivido un poco m¨¢s de lo debido acaso para crear una novela genial. La novela no puede mostrar un Rimbaud, desde luego; pero a veces se acerca, y como excepciones a la regla general se suele hablar del Dostoievski de Pobres gentes o precisamente del Thomas Mann de Los Buddenbrook.Thomas Mann hab¨ªa nacido el 6 de junio de 1875 en L¨¹beck, en el seno de una gran familia de la bur-gues¨ªa comercial del norte de Alemania. Su padre, Thomas Johann Mann, del comercio, era senador, su madre, Julia da Silva-Bruhns, ten¨ªa sangre brasile?a, y cuatro a?os antes hab¨ªa nacido su hermano mayor, Heinrich, que tambi¨¦n ser¨ªa un importante escritor. En 1891 fallece su padre y se liquida la Sociedad Mann: la madre, con sus cuatro hijos -pues hubo tambi¨¦n dos hermanas Mann, Caria y Julia, que por diversas circunstancias y a 17 a?os de distancia, terminaron su corta vida de la misma manera, mediante el suicidio se traslada a M¨¹nich, donde el joven Thomas publica sus primeros relatos mientras trabaja en una compa?¨ªa de seguros. En 1898 aparece su primer libro de relatos, y tres a?os despu¨¦s su primera novela, que causa sensaci¨®n, y que fue precisa mente Los Buddenbrook, escrita cuando su autor no hab¨ªa cumplido todav¨ªa los 25 a?os. El purgatorio hab¨ªa sido corto, desde luego y la lectura de la novela no dejaba lugar a duda alguna: Los Buddenbrook eran los Mann.
Fama repentina
Con este libro, Thomas Mann adquiere una fama tan universal como repentina, y se instala en ese olimpo personal e impresionante que ya no desalojar¨¢ jam¨¢s, a pesar de todas las guerras, del exilio y de los avatares de la pol¨ªtica. Thomas Mann quiso ser un nuevo Goethe y lo logr¨®: su maestr¨ªa narrativa se verti¨® en una decena de grandes novelas, en numerosos relatos brevesy en m¨¢s de cuarenta libros de ensayo y actualidad. La figura del gran burgu¨¦s, que ¨¦l retrat¨® y critic¨® como nadie, le acompa?¨® hasta el final. Georgy Lukacs le hizo el m¨¢ximo representante del realismo cr¨ªtico: Mann lo retrat¨® en el Naphta de La Monta?a M¨¢gica, novela con la que repiti¨® 23 a?os despu¨¦s el gran ¨¦xito de Los Buddenbrook. En 1929, sin embargo, la Academia Sueca le concedi¨® el premio Nobel ,de Literatura por Los Buddenbrook, precisamente, sin citar sus ¨¦xitos posteriores.Thomas Mann fue el cl¨¢sico, mientras su hermano Heinrich represent¨® al rom¨¢ntico y revolucionario toda su vida, lo que motiv¨® algunas diferencias entre ellos. Thomas fue germanista y belicista durante la primera guerra mundial, mientras Heinrich se alineaba al lado de, los izquierdistas y pacifistas de la ¨¦poca: s¨®lo la lucha contra los nazis les pondr¨ªa finalmente de acuerdo. Klaus Mann, hijo mayor de Thomas, quiso tambi¨¦n ser escritor, pero se acerc¨® m¨¢s al mundo de su t¨ªo que al de su propio padre, cuya sombra te aplastaba. Klaus, homosexual, exiliado, escritor fecundo -a diferencia de su padre, siempre tan mesurado en la creaci¨®n- term¨ªno suicid¨¢ndose en Cannes en 1949, no sin haber dejado una ¨²ltima autobiografia monumental y escalofriante, El giro. Pero en la obra p¨¦trea e imponente de Thomas Mann, como en su vida f¨¦rreamente ajustada, se abren fisuras irremediables.
Y esos infiernos est¨¢n presentes desde sus primeros relatos -como el del inocente incesto de Sangre reservada- y desde luego en Los Buddenbrook, fresco de la vida de cuatro generaciones de una gran familia de la burgues¨ªa protestante alemana. Cuatro generaciones a trav¨¦s de los cuales miembros de esa familia acceden a los misterios de la sensibilidad, la cultura moderna y el mundo del arte, donde sucumbir¨¢ el ¨²ltimo de ellos, el joven Hanno, como met¨¢fora implacable quedictamina los destinos inconciliables. El arte y la cultura contra la econom¨ªa y los negocios, podr¨ªa ser la lecci¨®n final donde se hundi¨® la casa Buddenbrook como la misma casa Mann. Una vez liquidada la sociedad, y tras la aparici¨®n del libro, un t¨ªo carnal del escritor Friedrich Mann, public¨® una advertencia a los lectores de L¨¹beck pon i¨¦ndolos en guardia contra la novela: "que su autor arrastre por el fango a sus pr¨®ximos parientes, con un estilo caricatural, muestra su verdadero destino y resulta absolutamente condenable. ?Triste p¨¢jaro el que ensucia su propio nido!"
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