Control de armamento y SDI
( ... ) El control de armamentos y la Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica (SDI) formulada por el presidente Ronald Reagan son las cuestiones que hoy polarizan a la opini¨®n p¨²blica y el foco de atenci¨®n tanto dentro como fuera de Estados Unidos. Por ello resulta interesante examinar el programa de la SDI y, en especial, examinarlo en su relaci¨®n con el Tratado sobre Proyectiles Antibal¨ªsticos (ABM) de 1972.El ABM fue producto tras unas arduas negociaciones de tres a?os con la URSS, desarrolladas en el marco de las converaciones SALT I. Uno de los factores principales que contribuyeron al acuerdo fue la conclusi¨®n con que se sald¨® un importante debate habido en EE UU a finales de los a?os sesenta acerca de las ventajas y la viabilidad de la defensa estrat¨¦gica. Seg¨²n dicha conclusi¨®n, la tecnolog¨ªa entonces existente no ofrec¨ªa perspectivas para crear una defensa contra proyectiles bal¨ªsticos que no pudiera ser superada -a un coste significativamente menor- por nuevos incrementos de los dispositivos ofensivos del otro lado.
Ello cre¨® entre nosotros la preocupaci¨®n de que el despliegue por ambos lados de sistemas ABM relativamente ineficaces pudiera inducir a una proliferaci¨®n de fuerzas nucleares ofensivas, esto es, un ciclo de acci¨®n / reacci¨®n que abocara a una elevaci¨®n de los ni veles de armamento ofensivo. Pero pens¨¢bmos que, en contra partida, las limitaciones convenidas sobre los sistemas ABM podr¨ªan propiciar reducciones de las fuerzas de proyectiles ofensivos y limitaciones considerables de ¨¦stas. Est¨¢bamos, pues, en disposici¨®n de negociar limitaciones bastante rigurosas sobre los sistemas ABM, como medida que habr¨ªa de facilitar unas restricciones comparables sobre los sistemas ofensivos.
Las limitaciones del ABM
El Tratado sobre Proyectiles Antibal¨ªsticos incorpora limitaciones de esa clase sobre los sistemas de misiles antibal¨ªsticos. Proh¨ªbe la existencia de una defensa territorial ABM y permite, s¨®lo bajo condiciones muy xigurosas, la creaci¨®n, experimentaci¨®n y despliegue de elementos de defensa ABM fijos con base en tierra, como radares, proyectiles interceptores y rampas de lanzamiento. ( ... ).
Estimo, pues que el Tratado ABM es en su conjunto un acuerdo valioso y equitativo. Pero, por desgracia, ha sufrido un desgaste a lo largo de los ¨²ltimos 13 a?os. Desde 1972, la Uni¨®n Sovi¨¦tica ha realizado una serie de actos incompatibles con lo que el tratado dispone, o incluso en franca violaci¨®n de ¨¦ste ( ... ).
Al propio tiempo, no hemos podido alcanzar las reducciones y limitaciones relativas a las armas nucleares ofensivas -que efectivamente constitu¨ªa una premisa del Tratado ABM- ya previstas por el tratado en el momento de su firma, en 1972. Como consecuencia de ello, las fuerzas nucleares ofensivas estrat¨¦gicas son bastante mayores en la actualidad que entonces.
Son varios los factores que han conducido al reexamen de nuestro planteamiento de la defensa estrat¨¦gica. La primera es la importancia de los acuerdos SALT para favorecer y mantener una situaci¨®n equitativa y estable en el campo de las armas nucleares ofensivas. La URSS no ha dejado de avanzar en todos los par¨¢metros m¨¢s indicativos del poder¨ªo estrat¨¦gico.
Desde el a?o 1972, si bien en general ha respetado las limitaciones cuantitativas sobre medios de lanzamiento previstas en el ya expirado Acuerdo Provisional sobre Armas Ofensivas y en el Tratado SALT II -no ratificado-, la URSS ha cuatriplicado el n¨²mero de cargas explosivas de sus proyectiles bal¨ªsticos estrat¨¦gicos.
Y, por a?adidura, ha multiplicado por 10 la capacidad de ataque de sus fuerzas de misiles contra blancos militares de alta resistencia. Ello constituye una amenaza grave y desestabilizadora contra nuestras fuerzas de respuesta.
El segundo factor es la firme convicci¨®n del presidente Reagan de que, si bien la disuasi¨®n basada en la amenaza de respuesta nuclear ofensiva ha de constituir para el futuro previsible la base de nuestra pol¨ªtica de seguridad, no debemos contentarnos con reducimos a ese planteameinto a perpetuidad. El presidente inquiri¨® si no ser¨ªa posible encontrar una v¨ªa para alcanzar una meta m¨¢s di¨¢fana en el futuro, un estadio en el que la disuasi¨®n estuviera fundada m¨¢s en la capacidad de defensa que en la de una respuesta que causar¨ªa una devastaci¨®n pronosticable y tr¨¢gica.
El tercero de los factores es de car¨¢cter eminentemente tecnol¨®gico. Se han hecho grandes esfuerzos en muchos ¨¢mbitos relacionados con la defensa contra misiles bal¨ªsticos, en busca de avances en la t¨¦cnica de los sensores, en microelectr¨®nica y en el proceso de datos, entre otros medios
Esos tres factores son los que condujeron al presidente al anuncio a pyincipios de 1983 de su Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica. La SDI es un programa de investigaci¨®n con el que se persigue averiguar la viabilidad de nuevas tecnolog¨ªas de defensa, tanto basadas en el espacio como en la tierra.
Este programa proporcionar¨¢ informaci¨®n y datos b¨¢sicos, para que una futura administraci¨®n norteamericana pueda tomar una decisi¨®n informada, quiz¨¢ en el pr¨®ximo decenio, sobre si pasar o no de una posici¨®n como la actual en materia de disuasi¨®n aotra que, combine los aspectos ofensivo y defensivo y descanse en ¨¦ste en mayor grado que ahora lo hace.
Si la SDI demostrase que son practicables las nuevas tecnolog¨ªas de defensa, esto es, capaces de sobrevivir a un ataque y rentables, creemos que los intereses tanto de Estados Unidos como de la Uni¨®n Sovi¨¦tica quedar¨ªan mejor satisfechos con.el desplazamiento hacia un equilibrio asentado en mayor medida en la vertiente defensiva. Un dispositivo de defensa estrat¨¦gica capaz de sobrevivir y rentable podr¨ªa complicar hasta tal punto los planes de un potencial adversario para desencadenar una salva ofensiva, que al final no podr¨ªa plantearse en serio un ataque as¨ª.
En una perspectiva de tiempo m¨¢s larga, los dispositivos estrat¨¦gicos de defensa podr¨ªan constituir el medio por el cual tanto Es tados Unidos como la Uni¨®n Sovi¨¦tica podr¨ªan proponerse efectuar reducciones extraordinariamente serias y hasta la definitiva eliminaci¨®n de las armas nucleares.
Programas compatibles
Que la Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica es incompatible por principio con el Tratado ABM es una conclusi¨®n que no responde ni a las intenciones ni a la historia de negociaci¨®n de dicho acuerdo.
En primer lugar, como ya queda dicho, la SDI es un programa de investigaci¨®n. El Tratado ABM contiene restricciones aplicables a la construcci¨®n, experimentaci¨®n y despliegue de sistemas ABM. Pero no ocurrelo mismo con lo que se refiere a la investigaci¨®n, que no queda limitada en modo alguno ( ... ).
El Tratado ABM, por a?adidura, no pretend¨ªa convertirse en un tratado petrificado, pues la idea era la de un acuerdo vivo, que contase con las circunstancias futuras y pudiera adecuarse a ellas, tanto m¨¢s cuando habr¨ªa de tener una vigencia ?limitada.
Se incorporaron al tratado cl¨¢usulas pensadas para permitir su modificaci¨®n. Y ello obedec¨ªa en parte al hecho de que ambos lados, incluso en 1972, preve¨ªan la posibilidad de cambios en la situaci¨®n estrat¨¦gica, incluida la posibifidad de aparici¨®n de. nuevas tecnolog¨ªas de defensa ( ... ).
El mismo lenguaje del tratado demuestra a las claras que se preve¨ªa esa posibilidad de aparici¨®n de nuevas tecnolog¨ªas. La redacci¨®n. del art¨ªculo 2, en el que se definen los sistemas ABM como "sistemas actualmente compuestos" por misiles interceptores, lanzadores y radares ABM, evidencia que se preve¨ªan futuros tipos de sistemas y componentes ABM que el tratado permitir¨ªa.
El hecho de que ya en 1972 se preve¨ªa la posibilidad de sistemas nuevos se deduce claramente de la redacci¨®n de la Declaraci¨®n Acordada D, que reconoce la posibilidad de que se pudieran crear en el futuro nuevos sistemas ABM ba sados en "otros principios. f¨ªsicos" y que prev¨¦ la celebraci¨®n de consultas dirigidas a la posible en mienda de las restricciones del tratado sobre sistemas de esa clase, previamente a su puesta en servicio.
El Tratado ABM, en suma, permite a cada una de las partes libertad de iniciativa en materia de investigaci¨®n. Los redactores del tratado tambi¨¦n previeron que podr¨ªan crearse ciertos tipos nuevos de sistemas ABM, y el tratado mismo cuenta con la posibilidad de cambios y prev¨¦ el mecanismo con arreglo al cual ha de negociarse y llegarse a acuerdos sobre tales cambios. Se pretend¨ªa que el tratado fuera adaptable a nuevas circunstancias y que no encerrase a EE UU y a la URSS en una relaci¨®n estrat¨¦gica que pudiera resultar menos estable y menos deseable que otras posibilidades que pudieran aparecer en un momento futuro.
Desde este punto de vista, el programa de investigaci¨®n que la URSS est¨¢ llevando a cabo no es incompatible con el tratado, como tampoco lo es la SDI. El tratado admite la realizaci¨®n de programas de ese tipo y su posible enmienda siempre que la investigaci¨®n de alguno de los dos lados indicar a la posibilidad de una incorporaci¨®n efectiva de nuevos sistemas defensivos en la relaci¨®n estrat¨¦gica.
Si las nuevas tecnolog¨ªas de defensa se revelasen viables, cosa que no sabremos todav¨ªa en algunos a?os, es intenci¨®n de EE UU seguir adelante de conformidad con los procedimientos convenidos en el Tratado ABM. El presidente Reagan ha hecho patente que pretendemos respetar plehamente ese acuerdo y que toda decisi¨®n futura relacionada con el despliegue de sistemas de defensa contra misiles bal¨ªsticos no permitidos por el Tratado ABM ser¨¢ materia de consultas y, si procediera, de negociaci¨®n con la URSS de conformidad con las condiciones del tratado.
Di¨¢logo con la URSS
Ello no supone la existencia de un veto sovi¨¦tico sobre nuestros programas de defensa; antes bien, nuestro compromiso de negociaci¨®n responde al reconocimiento de que, de ser viables unos nuevos medios defensivos y de ofrecer ¨¦stos la posibilidad de contribuir a la estabilidad, tanto nosotros como los sovi¨¦ticos tendr¨ªamos que avanzar conjuntamente, de una forma convenida.
Para asentar los cimientos de un planteamiento tal, ya hemos ofrecido incluso dialogar con la URSS en Ginebra sobre las posibles repercusiones de las nuevas tecnolog¨ªas de defensa en la estabilidad estrat¨¦gica y en el control de armamentos. Hicimos esta oferta en la primera ronda de las negociaciones de Ginebra en relaci¨®n con las armas nucleares espaciales y seguiremos defendi¨¦ndola en la segunda ronda que ya ha comenzado.
Exhortamos a la Uni¨®n Sovi¨¦tica a que cese en su torpe rechazo de esta oferta y a que, en cambio, la asuma como punto de referencia. Si as¨ª lo hiciera, crear¨ªa la oportunidad de mantener el di¨¢logo detallado sobre la relaci¨®n entre los aspectos ofensivo y defensivo habida desde 1972, lo que ser¨ªa de la mayor utilidad para ambos lados.
En suma, pues, con el programa de investigaci¨®n de la SDI nos hemos propuesto la meta de determinar la viabilidad de unos posibles medios defensivos de nuevo tipo. Pero pretendemos hacerlo con respeto al r¨¦gimen del tratado convenido por EE UU y la URSS en 1972. Y, con ese objetivo presente, estamos dispuestos a dialogar con la URSS sobre sus finalidades y sus consecuencias.
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