Galicia 85, ensayo general
El nuevo curso pol¨ªtico se inicia -superados ya los periplos azorianos y las c¨¦lticas queimadas aguardentosas- con la asignatura pendiente de los comicios auton¨®micos gallegos en noviembre. Por descontado que ello va a suponer algo m¨¢s que unas elecciones regionales; de hecho, entra en juego el intento de mantener un bipartidismo imperfecto, favorecedor para los socialistas, en tanto en cuanto resulta siempre inteligente promocionar alternativas inviables.El actual mapa pol¨ªtico galaico est¨¢ ya convirti¨¦ndose en banco de pruebas y laboratorio electoral oteando las generales en el recodo del camino. Laboratorio que, a mi entender, pivota, en lo que a las fuerzas que se presentan como mayoritarias concierne, sobre dos goznes. Es el primero que los populares necesitan imperiosamente ganar por mayor¨ªa absoluta. Una victoria relativa en Galicia, su feudal foso pol¨ªtico, originar¨ªa de inmediato un mensaje de claro alcance nacional, cuyo n¨²cleo conceptual es el de manifiesta debilidad. Por m¨¢s que, con sospechosa y reiterada frecuencia, Fraga manifieste que su victoria en Galicia va a ser sonada, existe una falta de adecuaci¨®n entre tal aserto y los desesperados intentos de romper CG en Orense utilizando como ariete al presidente de su diputaci¨®n. Pone ello de manifiesto el inconfensado temor aliancista al fracaso ante las urnas. Saben muy bien que CG, error tras error, s¨®lo goza de capital pol¨ªtico en Orense, por otro lado, la provincia gallega de menor censo electoral. Abatida esa ficha del domin¨®, los coagas habr¨ªan extendido su certificado de defunci¨®n. Prueba de la imparable crisis que padecen ha sido la presentaci¨®n de su candidato en Madrid. Elegir las riberas del Manzanares para tal evento por parte de una opci¨®n pol¨ªtica que se autodefine como "n¨ªtidamente gallega", am¨¦n de aceptar pasar por el mal trago de la no asistencia de su socio nacional, Miguel Roca, es la mejor muestra de debilidad ante Galicia entera. Viene ello a demostrar, en todo caso, que el galleguismo hist¨®rico reside todav¨ªa en el PG, fundado por Castelao, y que CG es, a la postre, una disputa de pol¨ªtica familiar entre quienes se mueven en el mismo espacio electoral de la derecha. Una cuesti¨®n de palos y astillas bajo la ¨®ptica de las listas electorales.
La reconversi¨®n y la CEE
El otro de los goznes aludidos ocupa en Galicia, de igual modo que en las otras dos comunidades hist¨®ricas, el segundo lugar en la liza de las urnas. Por circunstancias socioecon¨®micas, culturales, hist¨®ricas, e incluso psicol¨®gicas, es casi improbable que el socialismo eleve sus actuales cuotas de representaci¨®n en el Parlamento gallego. Sobre ellos van a pesar, entre otros, no s¨®lo los problemas pendientes de alcance nacional que el Gobierno ofreci¨® solucionar, sino tambi¨¦n factores localizados como: una p¨¦sima oposici¨®n parlamentaria; los efectos de la reconversi¨®n en comarcas como Vigo y Ferrol; el problema pesquero, especialmente sensible en estos pagos; la mayor repercusi¨®n negativa de la entrada en la CEE para el sector agropecuario; etc¨¦tera.
En el ¨¢mbito de tales coordenadas pol¨ªticas, el CDS viene a conformarse como la ¨²nica oferta de centro progresista aut¨¦ntico con que los gallegos se van a encontrar el 24 de noviembre. No deja de ser parad¨®jico que ahora el centrismo sea reivindicado desde la CP en Galicia por los tr¨¢nsfugas v¨ªa conseller¨ªa y a?adidos. Ocurre que es muy distinto estar en el centro por razones electorales y ser de centro con todas las traves¨ªas del disierto a hombros que ello acarrea. Quienes desde 1982 estamos laborando en la ilusionante tarea de asentamiento y expansi¨®n del CDS, hemos conseguido una estructura importante en Galicia, tal como lo demuestra la celebraci¨®n, el pasado junio, del congreso federal. El silencioso trabajo de estos a?os nos sit¨²a ante, la posibilidad, no s¨®lo de ser lo que ya todas las encuestas ratifican, tercera fuerza pol¨ªtica, sino tambi¨¦n el convertirnos en la llave del pr¨®ximo Gobierno gallego. Nuestro reto est¨¢ en conseguir la modernizaci¨®n de una regi¨®n atrasada, el conseguir erradicar poco a poco todos aquellos factores que impiden todav¨ªa que Galicia est¨¦ considerada como una de las regiones m¨¢s subdesarrolladas de la Europa comunitaria. Supone ello librar la batalla contra el caciquismo, ese c¨¢ncer social gallego que la derecha utiliza hoy a golpe de inform¨¢tica desde la plataforma del poder regional. El neocaciquismo representa en la actualidad el mecanismo sutil que amordaza y frena cualquier proceso de aut¨¦ntica modernizaci¨®n de Galicia. Por descontado que afrontarlo sin m¨¢s compromisos que los que el CDS adquiere con el pueblo gallego no est¨¢ resultando tarea f¨¢cil, pero, a pesar de todos los inconvenientes, nuestro crecimiento se palpa d¨ªa a d¨ªa en cada una de las siete sedes que el CDS tiene en la regi¨®n. Por ellas penetra una nueva frontera pol¨ªtica en Galicia, gentes que se plantean seriamente lo que pueden hacer por Galicia y no lo que Galicia puede hacer por ellos.
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