La peste
La peste negra convirti¨® al siglo XIV europeo en el siglo de la muerte. Las ciudades italianas perdieron cerca del 60% de su poblaci¨®n al paso de la epidemia que, nacida en China, lleg¨® a Constantinopla en 1347 y de all¨ª pas¨® a Italia, Espa?a, Francia y ?frica del Norte. En Viena llegaron a enterrarse en el a?o 1352 1.200 muertos al d¨ªa. En Alsacia, la superficie cultivada antes de la peste no lleg¨® a recuperarse hasta el siglo XVIII.Fueron malos a?os, con largos d¨ªas de reflexi¨®n: buenos tiempos para los ide¨®logos.
La gripe que asol¨® Europa en 1917, conocida (fuera de Espa?a, naturalmente) como gripe espa?ola, es considerada como la ¨²ltima peste en sentido estricto.
La peste, para ser entendida socialmente como tal, ha de reunir algunas caracter¨ªsticas f¨¢ciles de enumerar:
1. Ser una enfermedad mort¨ªfera, en un doble sentido: que produzca la muerte en m¨¢s del 50% de quienes la contraen y que no existan remedios qu¨ªmicos o profil¨¢cticos m¨ªnimamente seguros para evitarla o curarla.
2. Ser una amenaza generalizada. Toda epidemia mata m¨¢s a los pobres; las pestes tambi¨¦n, pero deben matar a los ricos para que pueda aplicarse el dicho de que todos somos iguales ante la muerte.
3. Es conveniente que la peste conlleve, en su transmisi¨®n o en sus efectos f¨ªsicos, una componente repugnante (la peste negra, o bub¨¢nica, produc¨ªa deformaciones; adem¨¢s, era transmitida por las ratas).
4. A la peste ha de busc¨¢rsele una buena causa metaf¨ªsica. Racionalizar lo desconocido exige encontrar signos que lo hagan comprensible. Una peste es siempre un castigo de Dios, provocado por alg¨²n pecado generalizado o colectivo, que los intermediarios de Aqu¨¦l descubren con aplicaci¨®n y rapidez.
La gripe de 1917, al igual que las apariciones de F¨¢tima, fueron, sin lugar a dudas, evidentes avisos probados por la irreligiosidad revolucionaria de octubre (en realidad, noviembre) de ese a?o.
Los ¨²nicos beneficiarios aparentes de una peste, si pudiera decirse sin ofensa, son los supervivientes, pero m¨¢s que ¨¦stos lo son quienes saben interpretar el profundo sentido moral y punitivo del mort¨ªfero mal.
A la vista de lo escrito, dif¨ªcilmente puede negarse, el SIDA re¨²ne, con ventaja, todas las caracter¨ªsticas para ser una buena peste:
a) Enfermedad mortal en lo que hasta aqu¨ª se sabe, y empieza a ser ya mucho estad¨ªsticamente.
b) Amenaza generalizada, de quien ni los m¨¢s adinerados se salvan, pues aunque el riesgo de ese contagio es, parece, mayor mediante el contacto sexual (en ello se asemeja a la s¨ªfilis), puede, se dice, transmitirse por otras v¨ªas, lo cual le da un car¨¢cter oscuro y aun amenazador.
c) Transmisi¨®n repugnante o escandalosa.
En efecto, se asegura que han sido los homosexuales quienes la han introducido en EE UU y ha sido su, al parecer, extraordinaria, y en verdad llamativa y hasta atl¨¦tica promiscuidad, quien ha facilitado la expansi¨®n del virus (en un alto porcentaje de los casos detectados, entre homosexuales enfermos en EE UU, ¨¦stos hab¨ªan tenido, en los ¨²ltimos 12 meses, relaciones sexuales con m¨¢s de 100 personas distintas).
Medidas profil¨¢cticas
El riesgo de una peste no puede, de ninguna manera, tomarse a broma, desde el punto de vista m¨¦dico, y en este sentido todo tipo de medidas profil¨¢cticas, as¨ª como una informaci¨®n seria y no alarmista, parecen imprescindibles; sin embargo, muy otra cosa cabe decir de las, actitudes de quienes ya se aprestan a obtener beneficios ideol¨®gicos de este caso.
Las tan abundantes como reaccionarias sectas que proliferan con buen ¨¦xito econ¨®mico en EE UU as¨ª lo est¨¢n haciendo sin recato.
De proliferar los casos, no es dif¨ªcil imaginarse lo que pueda pasar por aqu¨ª: los rosarios al alba y las disciplinas en la espalda pueden tener un futuro regio. Resultar¨¢ aburrido y tenaz, pero, con todo, no ser¨¢ lo peor. Toda peste trae aparejada la inmoralidad de la supervivencia. En este sentido, ya se vive hace a?os en la peste.
Al hilo de crisis econ¨®mica, una ideolog¨ªa reaccionaria cabalga sobre el potro del s¨¢lvese quien pueda. Lo curioso del caso no es precisamente la novedad de tales ideas, viejas y simples como el catarro, sino la aceptaci¨®n de su validez. Incluso por una parte de la gente pensante.
Est¨¢ de moda el darwinismo, social y, a tenor de esta vieja ideolog¨ªa, s¨®lo sobrevivir¨¢n los m¨¢s aptos, que ahora, adem¨¢s, ser¨¢n los m¨¢s puros. Con ser grave la enfermedad, puede serio m¨¢s su previsible explotaci¨®n contra la tolerancia adquirida con tanto esfuerzo. Decididamente, corren malos aires para el hedonismo y la sociedad del bienestar; habr¨¢ que defenderse de esta peste ideol¨®gica que con tanto acierto representan l¨ªderes bien provistos del hisopo universal.
Joaqu¨ªn Leguinaes doctor en Demograf¨ªa y Ciencias Econ¨®micas. Presidente de la Comunidad de Madrid.
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