Pablos de pega
Pepe Luis Vargas result¨® cogido por el pecho cuando entraba a matar al ¨²ltimo toro. La cogida fue impresionante, no s¨®lo por el dram¨¢tico zarandeo que sufri¨® el torero en el pit¨®n, sino por las convulsiones que ten¨ªan cuando le llevaban a la enfermer¨ªa; el rictus de espanto de Curro Alvarez, Castilla, las restantes cuadrillas que se lanzaron r¨¢pidamente al quite. Nos pareci¨® a todos que llevaba cornada, quiz¨¢ grav¨ªsima. Luego supimos que no hab¨ªa sido tanto como se temi¨®. Es una suerte. Pero, al tiempo, con el susto -may¨²sculo- de la cogida, quedaba redimida, en los perfiles de la tragedia, una corrida intolerable, los pablos pablos famosos, que todos excepto el sexto eran de pega. Pablo Romero es una divisa famosa cuya, historia no merece el descr¨¦dito que ahora tiene, por culpa de qui¨¦n sea, del ganadero y taurinos seguramente. Del p¨²blico no es. El p¨²blico le da tanta importancia a la divisa de Pablo Romero que ni siquiera necesita repertir el nombre entero cuando la menciona; dice los pablos, y basta. La f¨®rmula coloquial encaja. por ejemplo, en este di¨¢logo habitual: "?Qui¨¦n torea los pablos?". "?Qui¨¦n ha de ser Ruiz Miguel, Pepe Luis Vargas, los de siempre".
Plaza de Bilbao
25 de agosto. Octava y ¨²ltima de feria.Toros de Pablo Romero, grandes, sospechosamente cornicortos, inv¨¢lidos, excepto el sexto. Uno para rejones, de Baltasar Ib¨¢n. Ruiz Miguel: estocada ca¨ªda (ovaci¨®n y salida al tercio); pinchazo y bajonazo descarado (silencio). Roberto Dom¨ªnguez: estocada corta muy baja (aplausos y saludos); pinchazo y bajonazo (palmas). Pepe Luis Vargas: estocada baja (ovaci¨®n y saludos); estocada de la que sale cogido. Remata Ruiz Miguel de seis descabellos (vuelta, que da la cuadrilla). Manuel Vidri¨¦, en uno de rejones (dos orejas). Vargas sufri¨® un varetazo leve.
Ilusi¨®n por los 'pablos'
El p¨²blico va siempre con ilusi¨®n a ver los pablos, pese a la mala fama que ha adquirido esta ganaderia ¨²ltimamente por causa de su mansedumbre. Los vizca¨ªnos no son menos, y a pesar de que ayer llov¨ªa tambi¨¦n acudieron a la plaza de Vista Alegre dispuestos a vivir una tarde de m¨¢ximas emociones. La realidad fu¨¦, sin embargo, que lluvia si hubo, pero pablos no, porque eran de pega. Los pablos, gordos y enmorrillados seg¨²n corresponde al tipo caracter¨ªstico de la familia, en cambio no ten¨ªan pitones y por a?adidura, se ca¨ªan. El cuarto, un voluminoso carifosco 1 de 627 kilos de peso, c¨¢rdeno claro, cuya estampa no pod¨ªa ocultar el limpio origen de su estirpe, result¨® ser un inv¨¢lido absoluto, al que la acorazada de picar simul¨® una guerrilla y Ruiz Miguel tuvo que simular tambi¨¦n la faena de muleta . El p¨²blico voce¨® su indignaci¨®n durante la caricatura de lidia de ese pablo de pega y si no arm¨® el esc¨¢ndalo may¨²sculo que se presagiaba fue porque los nubarrones que cubr¨ªan el bocho bilba¨ªno cerraron su t¨¦trica espesura sobre el cielo de Vista Alegre, una noche escondi¨® la fiesta y cay¨® de s¨²bito un violento chaparr¨®n.
Como si un pablo (inv¨¢lido, o no, que de cerca da lo mismo) hubiera saltado al tendido, la gente apret¨® a correr en desbandada, un se?or se peg¨® un coscorr¨®n, aguerridos vascos brincaban a las gradas cubiertas, por doquier luc¨ªa muslamen, abandonada su celosa custodia para escapar del agua que ca¨ªa a mantas. Sali¨® entonces Manuel Vidri¨¦, a caballo, y puso al p¨²blico en pie con sus quiebros, su rejoneo torer¨ªsirno, y su acierto al fulminar al toro con un s¨®lo rej¨®n de muerte. Por aclamaci¨®n le pidieron una oreja que el presidente convirti¨®, por su cuenta, en dos.
Un minuto despu¨¦s se abr¨ªa de nuevo el cielo y de unas nubes al godonadas que quedaban por donde Baqu¨ªo, sal¨ªa un arco iris esplendoroso, bajo cuyos colores se iluminaba la torre de los escolapios, tres escolapios inclu¨ªdos. Alguien la encontr¨® parecido con la Giralda sobre, la Maestranza, pero no era para tanto. Ni era para tanto la faenita de Roberto Dominguez a otro inv¨¢lido aborregado. Lo mismo hab¨ªa hecho a su anterior pablo, un moribundo, y no le aplaudieron tanto. El primero compensaba, con genio su invalidez, y Ruiz Miguel no le cogi¨® el temple, aunque, acab¨®, por someterlo. Igual hizo Vargas en el tercero.
El sexto de la tarde tomo con bravura las dos varas que le clav¨® el matarife en el espinazo y acab¨® con la cara alta. Vargas, diestro pundonoroso y valiente, se lo paso cerca y recibi¨® un pitonazo serio en el pecho. Cuando entr¨® a matar otro, tan terrible, matar recibi¨® que la leyenda de los pablos empez¨® a recobrar su leyenda. Pero verdad, como madre, no hay m¨¢s que una: eran pablos de pega.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.