Nostalgia joven

La estanquera de Vallecas, de Jos¨¦ Luis Alonso de Santos, que ahora se ha presentado en el teatro Mart¨ªn, de Madrid, se estren¨® en 1981 (sala El Gayo Vallecano, grupo Espol¨®n del Gallo) y en aquella primera representaci¨®n mostr¨® el valor de una obra fresca y nueva, capaz de potenciar las formas anteriores del sainete con una situaci¨®n de realismo absurdo: un di¨¢logo vivaz, unos personajes donde las formas broncas de la violencia se transmutaban en ternura.La obra pasa muy bien la prueba de la lectura (Ed. La Avispa, 1982), lectura de la que Francisco Umbral deduce, muy acertadamente, que, tras la filosofia dram¨¢tica del autor, hay "un anarquismo ir¨®nico, pac¨ªfico, meditado y actual¨ªsimo, pero apenas formulado".

Reposici¨®n

Se repone ahora La estanquera de Vallecas y en esta nueva vida parece que Jos¨¦ Luis Alonso de Santos no es buen director de su propia obra. A partir del reparto, que es inadecuado.Una obra de este tipo requiere una claridad pros¨®dica, conseguida dentro de la peculiaridad del lenguaje popular contempor¨¢neo; como no es as¨ª, gran parte de las frases se pierden,como se pierde el ritmo, la vivacidad, que es la esencia de su g¨¦nero.

La noche de la presentaci¨®n de La estanquera de Vallecas se convirti¨®, finalmente, en un homenaje a Conchita Montes por su p¨²blico de siempre, del otro tipo de teatro y de sociedad en que brill¨®; un p¨²blico que se mezclaba al m¨¢s popular y espont¨¢neo.

Una nostalgia mezclada con otra nostalgia joven, la del recuerdo de la primera representaci¨®n. Junto a Conchita Montes y el autor-director, los dem¨¢s int¨¦rpretes recibieron los aplausos a los que no ten¨ªan un derecho menor.